El Entrenador

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El fin de semana paso rápido y sin interrupciones, me fui al cine con Suga y luego pasamanos la noche juntos como todos los sábados; hablamos, cotilleamos, criticamos y sobre todo reímos, estar con él me daba años de vida y la verdad no sé a quién debo agradecer que nos juntara porque mi vida no sería ni la mitad de interesante sin él.

Pero como todo lo bueno se acaba, el lunes llego. Daichi tenía una misión hacer volver al guardián, mientras que yo necesitaba encontrar a un entrenador dispuesto a llevarnos a la cima y por suerte tenía el candidato perfecto.

La ultima hora se hizo eterna, sabéis esa sensación de querer hacer algo que llevas mucho tiempo esperando, pero parece que nunca llega, pues eso. Por fin sonó la campana, mientras recogía para irme, un pequeño torbellino se acercó corriendo al salón.

-Ya estaba tardando- susurre, para que lo escuchara Einnoshita, el cual rio.

-HEBIIIIIII-SANNNNNNNN-Grito nuestro pequeño protector- Mi vida sin ti no ha tenido sentido, te he echado tanto de menos- dijo mientras corría en mi dirección y saltaba para abrazarme, antes de que eso sucediera Einnoshtia lo freno en el aire mientras le cogía de la camiseta.

-Sabes- mencione mientras me ponía a su altura- yo pensaba que también te había echado de menos, pero después de perder el tímpano del oído derecho, me he dado cuenta de lo tranquila que he estado hasta ahora- sonreí de medio lado, mientras el fruncía el ceño, pero reía a la vez.

Yū Nisinoya, el torbellino, el protector, el mejor libero de la escuela media, una monstro que ni siquiera llega al 1,60, pero que alberga la fuerza y energía de un equipo entero, él era la última rama que sostenía el nido de este equipo, pero después de perder contra el muro de hierro y ser expulsado por un pequeño error, todos caímos al vacío, pero por suerte su sanción se había cumplido y él estaba de vuelta, o ese era mi plan, ya que si no volvía nuestro As el tampoco lo haría, así que cruzaba los dedos para que nuestro capitán cumpliera con su cometido.

-Hebi-san, como está el equipo, he oído que tenemos una buena cantera- asentí

- ¿Y Asahi, está de vuelta? - pregunto y antes de que pudiera responder, Einnoshita nos corto

-Noya si no quieres llegar tarde a entrenar el primer día, más te vale que nos vayamos- Le agradecí con la mirada, no quería enfrentarme a esa situación, ya que me apenaba tanto.

Por fin conseguí salir del instituto y fui directa a mi objetivo, EL ENTRENADOR.

Llegue a una pequeña tienda de conveniencia, situada a unos minutos de la preparatoria, cuando entre una gran capa de humo cubría a mi objetivo.

- ¿Buenos días, bienvenida a la tienda, que desea? - pregunto con un tono entre aburrimiento y cansado, mientras fumaba un cigallo y leía la sección de deporte del periódico local.

-Desearía, un entrenador para el equipo masculino del Karasuno, señor Ukai.

Tal cual pronuncie aquello, el hombre apago el cigarro y bajo el periódico. Por fin me presaba atención.

-Si buscas a mi abuelo, está recuperándose en las montañas.

-No, al que deseo es a Keishin Ukai, es decir a usted- me miro de arriba abajo, mientras yo sonreía radiantemente.

-Pues te equivocas de sitio chica, no estoy interesado en entrenar a una panda de niñatos- dijo malhumorado

-Supuse que diría eso, pero como soy paciente le daré una semana para pensarlo, así que vendré todos los días por si cambia de opinión, solo le pido que no se demore- me gire y me dirigí a la puerta- digamos que no soy muy paciente- y me marche.

La reina sin coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora