El futuro tiene nombres y apellidos.

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La noche paso como siempre, tranquila y divertida. Después de ver Harry Potter y el prisionero de Azkaban, los chicos se fueron y me volví a quedar sola, odiaba esa sensación, ellos siempre estaban a mi alrededor para que escapar de mis recuerdos, para crear unos más fuertes y bonitos, pero al final del día solo me quedaban aquellos que tanto me hacían sufrir. La verdad es que siempre me gusto dormir, pero tras esa jodida noche, estas se habían vuelto un infierno, no era capaz de despajar mi cabeza y por muy cansada que estuviera siempre que cerraba los ojos aquella escena aparecía, la que me ponía los pelos de punta y me hacía llorar sin previo aviso. Pero esta vez cambio, había algo que acallo esas pesadillas y dejo paso a un sueño largo y agradable, algo estaba cambiando.

La semana paso rápida y sin ningún inconveniente, los pequeños me habían pedido ayuda para poder entrenar en el polideportivo, por petición de Suga, estaba claro que se tomaban enserio lo de entrar en el equipo así que no tuve más remedio que ayudarlos, a esto también se unió Tanaka, que por muy pesado que sea es un buen chaval y un buen entrenador. Estaba claro que de eso solo podía salir algo bueno, siempre y cuando Daichi no se enterara. Por suerte nunca lo hizo

El timbre de la última clase sonó y como de una jauría de lobos se tratará todos salieron de las clases, el fin de semana había llegado y en menos de dos minutos no quedo nadie, menos aquellos que debían quedarse en sus respectivos clubes. Fui la última en salir, pero como siempre Ennoshita me esperaba para ir juntos al club, a decir verdad, él fue el primero que estuvo a mi lado cuando tuve que repetir curso, por perderme el último trimestre en el hospital .Fue duro ver como toda la gente me juzgaba con la mirada por ello, pensaban que era algún tipo de jefa de una banda o una chunga que pasaba de ir a clase ya que nunca dije nada al respecto ,a pesar de que lo del accidente había salido en todas las revistas de deporte, solo la gente más cercana a mí y los entusiastas del vóley que leían las revistas sabia la verdad de porque me había ausentado, por suerte casi nadie las leía, pero bueno al final todo eran ventajas, gracias a esos rumores nadie me molestaba directamente. Ennoshita era mi pilar en clase, el que me ayudaba con lo que necesitaba y desarmaba a los abusones con una simple mirada, era mi protector y mi salvador.

-Sabes, estos últimos días te veo más feliz- dijo mientras se apoyaba en el marco de la puerta, esperando a que terminaba de recoger las cosas- parece que has recuperado ese brillo en tus ojos, que hace que todo el mundo se arrodille a tus pies- rio.

-jajajajajaj, tampoco te pases, ni que fuera una diosa- pero a decir verdad sí que estaba más feliz y todo el mundo lo notaba

- ¿A que no lo eres?- dijo mientras me giñaba un ojo, yo tan solo le di un golpecito en el hombro- ¿Cómo ves el partido de esta tarde? -pregunto

-Está claro que va a ser caótico, pero no tengo dudas de que algo interesante saldrá de allí- mire el reloj- joder, que tarde es, sino nos damos prisa Daichi nos colgara- así que corrimos, todo lo que mi pierna me permita, para prepararnos para el partido.

La hora había llegado los polluelos estaba en el nido y era hora de que desplegaran sus alas, solo tenían dos opines volar o caer. Hice la división de los respectivos equipos, en el primero estaba Tanak y el duo monstruoso y en el segundo estaba nuestro capitán y los otros dos chicos de primero. Cuando ambos equipos se juntaron el partido dio comienzo.

- ¿Oye Hebi-san, porque los has dividido así? - Pregunto Hisashi Kinoshita, seguido de su fiel compañero Kazuhito Narita. Aquellos chicos de segundo tenían un don para pasar desapercibidos, pero eso no quietaba que fueran importantes en nuestro equipo.

- Buena pregunta Kinoshita- reí- Si pongo a Daichi con esas dos bestias, puede pasar dos cosas, que los polluelos se pongan nerviosos por tener a papa cuervo con ellos y no les salga nada o que se relajen al tener al capitán en el equipo. La verdad es que es algo que no necesitamos.

La reina sin coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora