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Cuando se tiraron todos y ya estábamos todos juntos en la húmeda y oscura cueva, el osado se presentó

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Cuando se tiraron todos y ya estábamos todos juntos en la húmeda y oscura cueva, el osado se presentó.

— Los trasladados conmigo y los nacidos con Lauren -anunció con voz fuerte-

Los nacidos se fueron siguiendo la chica pelirroja. Sin ellos la sala parecía más grande, quedábamos tan pocos que se podía escuchar el jadeo del último que había caído en aquella red.

— Me llamo Cuatro y seré su instructor -dijo seriamente cruzándose de brazos inspeccionándonoslo lentamente con la mirada-

Christina se rio y cuatro la miró fijamente.

— Qué pasa? Uno, dos y tres estaban ocupados?

Christina bromeó y varios iniciados se rieron pero a cuatro no le hizo ni media gracia. El con una sonrisa que para nada era amistosa, se acercó a ella. Estaban tan cerca que estoy segura que si estoy en el lugar de ella ahora mismo me hago pis.

— Christina, la primera lección que debes aprender de mi es tener la boca cerrada, me oíste?

— si

La voz de Cristina apenas se escucho. Yo también me hubiera puesto nerviosa con tremendo hombre delante mío. Acto seguido, cuatro se separó de ella.

— Síganme!

Sin dejar un segundo más lo seguimos. Osadía era gigante y me gustaba como se veía, los pasillos de piedra, las plantas muertas, el moho. Muy lindo todo.

Bajamos por unas escaleras de caracol y seguimos caminando. Cuatro estaba en frente de todos, le miraba la espalda detalladamente y gracias a mi curiosidad vi como sobresalía una parte de un tatuaje de su chaqueta.

Llegamos a lo que lo llaman "la foza", el centro de la vida de osadía. Era como una ruptura entre dos pequeñas montañas. Parecía que éramos hormigas, vivimos bajo la tierra.

Cuatro siguió caminando hasta otra puerta después de mostrarnos detalladamente la foza. Estaba tan asombrada viendo en donde estaba que no me di cuenta cuando llegamos a una puerta. Cuatro no tardó en abrirla y pasar el primero.

— Aquí es donde dormirán todos las próximas diez semanas -algunos del quejaron- si les gusta esto vengan a ver los baños.

Era todo compartido, hasta los baños. A mi me daba igual, seguramente me las arregle para buscar algún lugar más íntimo. Pero a los demás, por obvias razones, les incomodaba.

— Esto te encanta verdad -dijo mirando a Cristina- Digo, porque es muy abierto.

Dicho esto se fue. Cuando pasó a un lado mío, me chocó el hombro fuerte. ¿Y a este que le pasa?

— cámbiense.

Me acerqué a la cama que estaba a un lado de la puerta. Si pasaba algo, yo era la primera en salir corriendo para salvarme el culo. Agarre el uniforme que estaba arriba de mi cama y lo observé. Consistía en unos pantalones que me quedaban un poco grandes, una remera que al contrario de los pantalones esta me quedaba pegada al cuerpo y una chaqueta también grande.

Valentía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora