capitulo 5

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-¿puedes moverte Justin?- este ni se inmuto.

De un momento a otro me encontraba siendo jalada por la fuerte mano de Justin hacia afuera de la casa, nos dirigimos a su auto, me abrió la puerta del copiloto y me hizo entrar, como no podía dejar que mi madre se enterara de esto entre sin decir pero alguno.
Se subió al lado del conductor, encendió el auto y se puso en marcha, iba tan rápido que tenía la sensación que en cualquier momento saldríamos volando, llevaba la música a todo volumen, sonaba Careful de Paramore (careful = cuidadoso) sonreí un poco ante la ironía.
Llevábamos cerca de quince minutos andando en carretera, la verdad por un momento la idea de que fuera un secuestro paso por mi mente.

-¿quieres detenerte de una vez?- el simplemente me ignoro -hablo en serio Justin estoy sintiéndome enferma. Volteo a verme y cuando regreso la vista al camino derrapo saliéndose de la carretera, él puso su brazo frente a mi protegiéndome, chocamos contra un enorme cerro de arena.
-¿estás bien?- pregunto una vez que el auto se detuvo por completo, solo atine a asentir. Estaba un poco conmocionada y asustada -espera, veré que tan mal se ve esto- salió del auto dejándome ahí sola.

"genial, ahora tenemos que llamar a alguien para que venga por nosotros" bufe ante el pensamiento, no quería estar mucho tiempo con él. Busque entre los bolsillos de mi suéter... ¡Mierda! Había dejado el celular en casa de los Bieber. Me lamente profundamente por ello, Salí del auto y Justin estaba realmente serio. Cuando fui para ver que veía lo comprendí, una llanta se había salido un poco, además estaba atascada en la arena.

-¿en serio?- le pregunte al cielo -¿ahora nos enviaras lluvia?- y como si lo hubiese invocado un trueno sonó a lo lejos haciéndome saltar, las tormentas me daban miedo.
-tranquila, llamare a alguien- Justin saco su teléfono celular, marco unos numero e hizo la llamada, un par de segundos y alejo el celular de su oreja -no tengo señal ¿y tú?- lo vi con el ceño fruncido.
-puesto que alguien me saco, no, mejor dicho, me secuestro eh dejado mi celular en casa de los Bieber-me vio y cuando comprendió volteo su rostro a otro lado.
-hay un pequeño pueblo a unos kilómetros de aquí, lo pasamos apenas, podríamos ir ahí para ver si tienen teléfono de casa- fue lo más razonable que escuche de su parte.

Así que simplemente me adelante, empecé a caminar en dirección al dichoso pueblo. Llevábamos cerca de quince minutos caminado y sentía mi piel ardiera, estaba sudando mucho y tenía frio. Me abrace a mí misma para protegerme. Sentí una mano en mi hombro mas no me detuve ni me gire, sabía que era el, era el único conmigo en este lugar desierto con solo una carro hecho mierda.

-¿Qué quieres?- pregunte secamente, sentía mis labios resecos.
-¿estás bien?- su tono parecía preocupado.
-estoy perfecta, déjame en paz- moví bruscamente mi hombro para soltarme de su agarre lo que hizo que me mareara y perdiera el equilibrio por un momento.

Me detuve un poco para estabilizarme, miraba pequeñas manchas frente a mis ojos, me impedían ver del todo bien, y de pronto un zumbido llego a mis oídos, haciéndome caer de rodillas en el caliente pavimento por el sol, que apenas estaba queriendo ocultarse.

-Jessica- me llamo Justin, pero yo solamente podía escuchar claramente el zumbido y ver las manchas frente a mis ojos -maldición- mascullo, me tomo en brazos, como si se tratara de una pluma y empezó a caminar rápidamente.

Realmente no supe cuánto tiempo más camino, sentía que moriría en ese mismo instante. Cuando llegamos al dichoso pueblo escuche voces, más bien murmuros, ruidos, más voces, más ruidos y después sentí telas y un blando colchón hundirse por mi peso.

-Justin...- murmuraba, ni siquiera podía hablar.
-tranquila, hablare por teléfono, lo mejor es que pasemos la noche aquí. Demonios jess debes comer bien, estas muriéndote- fue lo último que escuche de su boca, después escuche un portazo y silencio.

La hija de la sirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora