Capítulo 16.

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Cuando Vidar terminó de cantar, todos los presentes se quedaron con la curiosidad de qué pasaría a continuación. La historia que había contado, tal como él había mencionado, era una conocida además de las más populares del reino. La diferencia era que dejaba al oyente sacar sus propias conclusiones.

El grupo sabía que aquello no era un simple relato, pues sabían de la existencia del dragón rojo gracias a la petición. Sven se preguntaba si lo que cantaba aquel trovador podría o no ser una pista.

Como todo el mundo sabía, los trovadores cantaban y recitaban poemas que podrían o no ser reales. Todo el mundo conocía la leyenda de Olsen, y como decía la palabra, había parte de verdad en dicha historia. Pero claro, ¿Cuánta verdad habría? ¿Cuántas veces ha sido recitada y cambiada a lo largo del tiempo? Al elfo le picaba mucho la curiosidad, y aprovechó el momento en el que Vidar se sentó en la barra de la taberna para acercarse a él. Se sentó en un hueco libre que había al lado, y cuando el muchacho rubio clavó sus ojos, uno más verdoso que el otro, sobre él sonrió plenamente.

—Es interesante, ¿verdad? —comentó mientras se sacudía los pantalones bombachos negros y amarillos y acomodaba la bandurria apoyándola contra la barra—. La historia de Olsen es la favorita de muchos habitantes del reino, además de la del rey. Si vieras su cara cada vez que la canto en las fiestas...

—¿Perdón? —preguntó Sven por inercia, a pesar de haber sido él quién se había acercado al trovador, sentía que se había perdido en el momento que él abrió la boca.

—¿No has venido a hablar de eso? —Vidar no apartó los ojos de él. Se apoyó sobre una mano—. Entonces, ¿en qué le puedo ayudar a este hermoso elfo de cabellos como la nieve y mirada de escarcha?

Sven abrió más los ojos, sorprendido, notando cómo una de sus manos se posaba sobre su brazo.

—Esa última parte es nueva —se aventuró a decir el elfo—. No la conocía.

Vidar bajó la mano para tocar las delgadas y finas de su acompañante, aprovechando para entrelazar los dedos.

—¡Pues justamente esa parte es la que se rumorea alrededor! No sabía que los elfos de la nieve eran tan curiosos. Tenéis fama de ser serios y fríos, nunca mejor dicho —soltó una risita. A Sven le faltó poner los ojos en blanco. No era la primera vez que le decían algo así—. ¿Has venido a sentarte conmigo para que te cante en privado? Tengo una habitación aquí. Es la tercera puerta a la derecha. —Le guiñó un ojo mientras acortaba un poco la distancia que había entre ellos.

Sven, sin saber cómo, se mantenía firme; pero las confianzas que se tomaba empezaban a ponerle nervioso. Apartó la mano delicadamente de la suya.

—¿Qué sabes sobre el dragón? —continuó preguntando.

Vidar alzó una ceja.

—Oh, sí. Querrás decir la dragona, ¿no? Es hembra. No puedo hablar demasiado de eso aquí, a no ser que quieras subir conmigo.

Finalmente, Sven puso los ojos en blanco.

—No tengo suficiente tiempo. ¿Te importaría contármelo aquí?

—Información clasificada —dijo con un tono burlón.

Si no fuera porque en los taburetes que se habían sentado no tenían ningún tipo de soporte, se hubiera echado hacia a atrás rendido. Echó un ojo hacia atrás para ver a sus compañeros. Dorian tenía la cabeza apoyada entre sus brazos, Ernaline estaba jugando con la espuma de la cerveza, ajena a todo su alrededor, y Thalia había apoyado su cabeza sobre la del chico. Excepto Ernaline, ellos dos parecían estar perjudicados por el alcohol.

 La Canción del Dragón (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora