no contar nuestra historia sería una cobardía

Capitulo XXXIII

El cráter Amboy se eleva a más de sesenta metros sobre el pueblo fantasma de Amboy y es el lugar más oscuro del desierto de Mojave al que puedes ir que tiene estacionamiento seguro, baños y donde también estás a menos de un par de millas de la gasolinera, comida y agua que siempre es algo positivo.

Joy ha estado viniendo aquí durante la mayor parte de los 4 años y es su lugar favorito para tomar fotografías, ya qué casi no hay contaminación lumínica de la ciudad que acaban de dejar atrás.

El aire del desierto es fresco, casi dulce y orgánico a medida que el ritmo de vida se relaja a un ritmo mucho más lento. Cuándo sale del auto, Ashley lo inhala y disfruta la forma en que sus pulmones se relajan debido a eso. Se siente bien estirar y mover las piernas nuevamente después de estar encerrada en el auto.

Joy saca su mochila de la cajuela y se la desliza sobre los hombros, luego agarra otra bolsa qué Ashley se ofrece a llevar para que lleven la misma carga, aunque la ligereza de la bolsa qué toma le hace pensar a Ashley qué Joy ha sacado la mochila más pequeña a propósito.

Hay otros fotógrafos esparcidos a su alrededor. Algunos están ahí solos, algunos en parejas e incluso hay algunos grupos de cuatro o cinco personas encorvadas sobre varios equipos de gran tamaño; trípodes, cámaras y telescopios.

Es un paseo tranquilo y relativamente corto hasta el área a la que las lleva Joy. Está parcialmente oscurecido por la maleza y Joy hace un trabajo sencillo colocando todo lo que tiene en la mochila.

"¿Qué es eso?" pregunta Ashley. "Se parece un poco a un telescopio".

"Esta es la clave", dice Joy. Desabrocha las patas del trípode para que se extienda más alto y luego fija la base en la montura. "Es un rastreador de estrellas."

"¿Un rastreador de estrellas?"

"Sí, es lo que necesitas cuándo tomas imágenes de objetos del cielo profundo", dice Joy y luego se encoge de hombros. "Para qué todo esté alineado y así".

"Vaya."

"No tienes idea de lo que estoy hablando, ¿verdad?"

"No realmente", admite Ashley, "pero estoy segura de qué puedes enseñarme".

La boca de Joy se tuerce en una sonrisa familiar. "Haré mi mejor esfuerzo."

La cámara se fija a continuación; se cambian diferentes lentes y luego se giran los diales a medida que la pantalla cobra vida. Ashley observa y Joy hace todo de manera casual, cómo si no tuviera prisa, cómo si Ashley no la estuviera viendo fijamente.

"Ahora esperamos", dice Joy unos minutos después. Saca una manta del fondo de la mochila más grande y la sienta en la ligera pendiente del suelo detrás de la cámara.

"¿Para qué?" pregunta Ashley. "A mí me parece bastante oscuro".

Joy niega con la cabeza. "No, todavía no".

Ambas miran hacia el cielo nocturno, dónde reside la historia del mundo, esa que está escrita en estrellas dispersas y hay cubos de ellas comenzando a emerger. La luna al oeste es un brillo lechoso en el cielo, su corazón late constantemente y alineado con el resto del mundo.

"Puedo ver por qué te gusta venir aquí y hacer esto", dice Ashley cuándo se sienta en la manta junto a Joy, su voz es baja pero áspera.

Hay un largo momento en el qué Joy no dice nada, y simplemente siguen sentadas una al lado de la otra, mirando el resto del desierto, con los hombros pegados.

Joy traga y se apoya en las manos para poder girar la cabeza. "Es agradable, cierto".

"Lo es", responde Ashley y nota el cambio sutil sobre ellas, el cielo pasa de un azul oscuro a negro, las estrellas comienzan a salir con más fuerza ahora.