EPILOGO.

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—Dese... —pauso y aclaro mi voz— espero que estés feliz por mi —pido con sinceridad. Mis lágrimas están al borde, levanto mi rostro al cielo tratando de evitar que el agua ruede por mis mejillas.

—Ay kiki, no hay cosa que me haga más feliz, pero si te soy sincera, esperaba que me avisaras de esto con tiempo de sobra para tener de invitados a tus tías, a tus primos, a mis amigas, a la señora de la carnicería, a tu profesora...

—Mamá basta —suplico que se detenga mientras trato de visualizar en el problema que no parece tener fin— llevo años sin saber nada de esas personas y ni siquiera conozco a la señora de la carnicería de la que hablas, esto no es una boda mamá, simplemente vamos a celebrar que tengo una casa, un negocio y pues... —tomo el borde del vestido sin creer lo que voy a decir— un novio, pareja, como quieras llamarlo —encojo mis hombros tratando de restar importancia en lo último.

—Cariño, te has comprado un vestido blanco, un pastel, la decoración del lugar es hermosa y has invitado a un oficial del registro civil, ¿por qué te engañas a ti misma?

—¡Mamá!, él es el ex propietario de la vivienda y el vestido blanco es simplemente bonito, no le busques una quinta pata al gato. ¿Puedes estar feliz porque he logrado algo importante para mi?

—Umm, no te creo —responde ella tocando con la punta de su dedo mi nariz. Espero que algún día deje de imaginarme caminando hacia a un altar— te ves hermosa —comenta colocando un mechón detrás de mi oreja.

Dos sonidos ligeros llaman a nuestra puerta.

—Las personas están llegando —avisa Mac asomando la cabeza.

Cierro la puerta con delicadeza para no despertar al nuevo integrante de la familia. Mis comisuras delatan una pequeña sonrisa e inmediato recuerdo esa noche.

—¡Espera! Tengo una propuesta —dice el felino sin pelo– puede que exista una manera en la que él puede quedarse, sin que ambos sufran consecuencias —expone y mi atención se centra exclusivamente en el gato. Brinquitos se acerca sosteniendo mi mano—. Pero quiero algo a cambio.

—¿Qué cosa? —Pregunto sin dudar. No creo que un gato pida algo tan difícil después de todo.

—Quiero un lugar en el que siempre pueda dormir caliente, que esté limpio —su hocico y cola se elevan con elegancia— comida cada vez que lo pida, ¿crees poder cumplirlo? —explica sus términos a la misma vez que cuestiona mis habilidades de mantener una mascota más.

—¡No! ¡Nunca! —chilla Grundie como es de esperarse— ¡No compartiré a Karen con una rara pelada tan fea como tú! Ella solo puede servir a un gato, o sea yo.

—¡Acepto! —contesto con rapidez y busco su pequeña pata cerrando nuestro trato verbal. Mis oídos son sordos ante las protestas de mi gato. Wang salta a mis brazos y extiende su delgado cuerpo sobre mí, su piel es suave, su pequeña cabeza sube hasta la altura de mis hombros.

—No pidas ningún deseo —susurra con una solución tan fácil que parece irreal.

—Pero...

—Muy pocas veces me equivoco, y estoy seguro que esta no es la ocasión —guiña y baja de mis brazos. Su cola toca el rostro del otro gato que no para de quejarse. Tranquilamente camina y sube hasta la cama donde comienza a estirarse para luego dejarse enrollar entre las sábanas.

Ella me toma del brazo, ambas nos dirigimos hasta la mesa de postres. Una extraña sensación de ser observada me invade, con disimulo volteo, la familiar figura detrás de una decoración de tintes verdes en sus hojas y flores blancas llama mi atención.

—Mamá, me llevas un platillo a la mesa, por favor.

Ella asiente enérgicamente con tantos platillos como puede y se aleja, dándome la oportunidad de caminar hacia él.

—Felicidades —dice tan solo verme. No esperaba su presencia aquí— Grundie me invitó —anticipa su respuesta—espero no te moleste—. Por alguna razón hemos empezado a tener una "custodia compartida" sobre mi gato. Es innegable el aprecio que ambos se tienen, desde llamadas para preguntar si lo puede llevar a la playa, permisos para visitarlo en el restaurante dónde el felino es incalculablemente feliz comiendo y hasta fines de semana juntos—. También me contó que has comenzado a tomar clases en línea.

—Si, ahora con la tienda creo que lo mejor será tomar clases de finanzas antes de llevar todo al fracaso —bromeo.

El asiente— Te deseo lo mejor.

—Gracias —me doy cuenta que mi sonrisa es demasiada amplia que no puedo evitar bajar la mirada con vergüenza— deberías tener cuidado, mi mamá está aquí —me despido juguetona y camino hacia la mesa donde mi madre se encuentra acomodando la corbata oscura de mi rubio pervertido.

—Si Kiki me hubiera dejado invitar a mis amigas sería la envidia de todas al tener un yerno ¡Tan guapo! —asegura para sí misma.

—Mamá... —regaño.

—Debes de probar esto —anima Brinquitos tomando una fresa bañada en chocolate con maní. Desde hace algunos días he escuchado sus deseos de comerlas, al igual que otras cosas nada apetitosas, pero hoy he aprovechado agregar una pequeña porción para él en el menú.

Apenas acerco mi boca al tenedor y mi estómago se revuelve de golpe, mi mano se coloca sobre mi boca tratando de contener el líquido asqueroso que trepa por mi garganta mientras mi cuerpo corre en automático hacia el baño.

Ambos corren detrás de mis pasos, mi madre llega a los pocos segundos y  toma de mi cabello evitando que este se ensucie.

—¿Todo está bien, por qué corrían?...—entra Mac un poco asustado y al verme de cuclillas no necesita respuestas—. ¿Otra vez Karen?

—¿Cómo que otra vez? —por el rabillo puedo ver a mi madre girar su cabeza como en el exorcista. Un silencio incómodo nos empieza a envolver hasta que un chillido extremadamente agudo se sobrepone por la ambientación de todo el lugar.

—¡Seré abuela! —afirma sin mínima duda.

Caigo de culo contra el suelo, Mac pierde el color de su rostro mientras su mano trata de encontrar los latidos en su pecho a la misma vez que su cuerpo se apoya contra la pared y Briquitos (o mejor dicho Brick, ya que así se hace llamar ante los demás) se ahoga con la fruta atascada en su garganta.

No puede ser.

Imágenes indecentes en cada rincón de la casa abarrotan mi mente y acaloran mis mejillas.

dita-sea.






Nota final.
Tengo este capítulo guardado desde hace mucho y no quería subirlo porque siento que le falta mucho, más contexto, una escena bonita, etc; sin embargo creo que dejaré esto para cuando pase a edición, así que por el momento esta notita quedará hasta que todo esté editado, para finalizar solo puedo decir gracias, muchas gracias por llegar hasta aqui con este experimento de comedia conmigo ❤️✨



Y así fue como el "no cumplir un deseo nos llevó a la felicidad".

Fin.

La asistente y el vibrador mágico © | Borrador | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora