Sinceramente me parecía una terrible idea seguir el juego a mis amigos, pero tras unas cuantas botellas de wisky, vodka y vino, poner los celulares a marcar a nuestras ex parejas en medio de la madrugada para ver a quién regresaban la llamada primero gracias a un trend de TikTok, ya no lucía tan loco.
—¡Todos, celulares a la mesa!
Sin que nadie pusiera demasiada resistencia, cada celular fue cayendo en la fría mesa de vidrio para formar un círculo perfecto. Antes de que hiciéramos algo, era natural que supiéramos el fin de todo esto y era más que sencilla la respuesta: divertirse. Aunque la verdad ya no sabía muy bien por qué hacía esto.
—¿No crees que es divertido, Cali? —escucho preguntar a Milena, mi mejor amiga, la cual ya estaba algo pasada de copas al igual que yo.
—No sé si divertido sea la palabra correcta para esto. —a pesar de eso no podía parar de reírme.
Ambas habíamos tenido experiencias realmente malas con nuestras ex parejas.
Hace no más de dos meses había culminado una relación de casi tres años con Gareth Lorcan, una persona que juró amarme y respetarme de por vida, alguien que decía y repetía que era yo la persona con la que quería hacer muchas cosas. No lo culpo totalmente por haber caído en una red de mentiras muy bien fabricadas, no conocía muy bien las cosas que uno debía o no permitir, o si algo realmente estaba bien o no. No es como si el tema de la inteligencia emocional haya sido lo primero que los adultos piensan enseñar a los niños, adolescentes y jóvenes.
"Es algo que se aprende viviendo", decía mi abuela.
Viví esos casi tres años llenos de desgaste emocional, queriendo hacer todo por él, dando todo lo que tenía. Me volví dependiente de su existencia, de su afecto y sus muy minúsculas reacciones amorosas. Si es que a eso en algún momento se pudo llamar amor. Yo me acoplaba con lo que tenía y no buscaba nada más, hasta que una curiosa mañana se me ocurrió que sería un lindo detalle visitarlo de sorpresa en su universidad e invitarlo a comer.
¡Ni saben!
Bueno, se lo deben de estar imaginando ya. Pero les daré pequeñas pistas. Si bien la relación no era mala desde sus inicios, las cosas comenzaron a cambiar tras el segundo año de estar juntos. No le gustaba que nadie supiera de nosotros fuera de nuestras familias y amigos muy cercanos, por lo que nadie más sabía de nosotros. Él nunca me dejaba ir a verlo porque decía estar muy ocupado, junto con su trabajo dentro de la empresa de sus padres lo veía muy rara vez, las únicas veces que compartíamos tiempo era dentro de su hogar y máximo dos horas. Si teníamos citas, recibía llamadas, supuestamente de trabajo, y se iba como bólido.
—¿Otra vez tienes trabajo?
—Al parecer. Te llamo luego.
Nunca llamaba, no llegaba a casa y siempre tenía reuniones con socios.
Esa historia se repitió un sin fin de veces.
No dije nada, pues quería apoyarlo en todo lo que podía mientras yo intentaba ir a su ritmo tan apresurado de vida, ya que él era uno de los posibles candidatos a ser el siguiente presidente de la empresa familiar. Era inteligente, bien parecido y con hobbies. Siempre confíe en él.
Hasta que un día decidí visitarlo de sorpresa a su universidad para ir a comer y la escena que me encontré no fue muy buena. Él, con otra persona, besos, sonrisas...
Cuando lo confronté finalmente me lo dijo todo.
—¡Bien, lo admito! Comencé a sentir algo diferente por esta chica y me quería dar una oportunidad con Dalia. No quería lastimarte, por eso no te lo dije. Lo siento.
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Elígeme, cariño
Teen FictionUna noche de juegos, un corazón roto, una llamada de broma y una persona inesperada contesta: la receta perfecta para el desastre. Calixte Velia, que tras una noche loca entre amigos, termina enlazada por conveniencia a un hombre para intentar escap...