Las memorias de la noche anterior regresaron a mi como bombas lanzadas al mismo tiempo.
No...
Diablos y mil diablos más.
No puede ser.
—¿A quién crees que acabas de llamar, Cali? —el espanto en los ojos de Mile fue tan genuino que por unos segundos se me bajó la borrachera.
Tomo el celular y de tanto que dejé marcando, otras dos llamadas del mismo número se presentaron en mi pantalla. Todos estaban impactados y ni se percataron que a varios de ellos también estaban con llamadas entrantes en cada celular.
—Ay, no puede ser... —Rai no supo que hacer, toma mi celular y me lo tiende—. Contéstale.
—Estás loca, contéstale tú. —sí, ya estaba lo suficientemente ebria como para decir cosas así.
—Si no contestas, la furia de ese Lorcan será imparable. Sabes que no le gusta que lo molesten, es un cascarrabias de lo peor, así que sugiero que tomes esa llamada. —Teo apoyaba la idea, a pesar de que me veía sudando frío.
—Mierda...
Sin pensarlo mucho, o mejor dicho, ya que mi cuerpo estaba muy adormilado por la situación, ni sentí el momento en el que deslicé el icono verde para la derecha, lo único que me hizo dar cuenta del inicio de la tercera llamada fue el tiempo corriendo de la misma. Mi boca, ya seca, no sabía ni cómo comenzar a disculparme con ese hombre.
—Alek, disculpa la llamada que te realicé. Fue un accidente. —mis palabras se arrastraban tanto que no podría saber si de verdad entendió lo que acababa de decirle.
—¿Dónde estás? —sonaba tan serio, pero a la vez enojado.
—Disculpa las molestias, no fue mi intención molestarte. —de nuevo mis palabras parecían estar dentro de un rap mal hecho.
—Te dije que me digas dónde estás.
No supe qué responder, ni siquiera entendía la razón de que me preguntara eso porque no debería importarle. Sin querer había marcado al número del hermano de mi ex novio, eso era terrible, ya que él era el hombre con la categoría de peor carácter, siempre serio, callado, reservado, no te regresaba ni a ver, nada era suficiente, perfeccionista y ambicioso. Su trabajo era lo más importante, no mantenía relación personal con personas que no fueran su familia o amigos demasiado cercanos. No habría tenido tantos problemas si sólo me topaba con mi ex, sería más llevadero.
—Como lo siento...
Comencé a marearme demasiado, tanto que sentí una de las manos de mis amigos sosteniéndome para no caerme al piso. Me contuve y me estabilicé lo más pronto posible para seguir escuchando sus palabras, pero sinceramente, era como si mi cerebro se prendía y se apagaba y casi no entendía nada, sólo cosas entrecortadas.
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Elígeme, cariño
Teen FictionUna noche de juegos, un corazón roto, una llamada de broma y una persona inesperada contesta: la receta perfecta para el desastre. Calixte Velia, que tras una noche loca entre amigos, termina enlazada por conveniencia a un hombre para intentar escap...