Ⅴ. ¿Qué hay para cenar?

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A ver, déjenme pensar

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A ver, déjenme pensar.

Tenemos la cena con ambas familias esta noche, pero no recuerdo que papá me haya comentado nada, tampoco en su nota al despertar. No estaba para nada lista, creí que tenía mucho más tiempo para poder calmar mi mente y tomar la mejor decisión. Obviamente lo último no lo cumplí para nada. Todo había pasado en menos de veinticuatro horas, una oleada de alcohol, humillación, boberías, llanto, vómito, resaca, limpieza y humillación eran el mejor resumen. 

¿Cómo siquiera eso demostraría que estoy avanzando?

Tomo mi celular lo más rápido que puedo y marco al número de mi padre. Sin pensarlo y al ver mis manos mojadas, pongo el altavoz activo.

—¿Papá?

¡Suenas bien, solete! —exclama mi padre del otro lado de la línea—. Querida, no recordé avisarte que se movió la fecha de la cena con los Lorcan porque ya sabes que estaré fuera para ver a tu abuela la próxima semana.

Alek se queda mirándome fijamente y su rostro cambia al oír hablar a mi padre, tanto así que sonrió un poco. 

—Sí, acabo de enterarme igual.

¿Cómo? —escuchaba su risa en medio del ruido del tecleo—. ¿Brujería?

—¡No!

Sé que estarás cansada, pero espero me acompañes como siempre.

—Claro, eso no es...

Bueno, solete. Estate lista, paso por ti a golpe de las ocho, así que tienes como tres horas para poder arreglarte tranquilamente. Te quiero, un beso. 

La llamada se cierra y yo no pude objetar nada. 

—¿Solete?

—¿Eh?

—Nunca había escuchado decirlo antes. ¿Qué significa? —la verdad estaba muy curioso por querer saberlo y de la nada, ese hombre que emitía un aura terrorífica estaba como un pequeño cachorro, moviendo su cabeza para poder escuchar mi respuesta. 

—Ehm... —no podía dejar de verlo muy sorprendida—. Es una forma de decirme. Solete significa solecito, porque siempre dice que cuando nací, iluminé su mundo. Me llama así más de manera personal, sólo para mí, por eso es que quizá no te habías fijado en ese detalle. 

—Me parece dulce. 

—Gracias... 

¿Qué significaba eso? Era un simple apodo, pero de cierta forma lo veía muy interesado.

Esperen... ¡Estaba olvidando el verdadero punto!

—No puede ser, veré a Gareth y su nueva novia en la cena. Me va a dar un ataque —mis piernas comienzan a ser pequeños palos temblorosos—. No sé, no estoy lista.

Elígeme, cariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora