Cosas fuera de control

30 5 4
                                    

—¿Y bien?

—¿Y bien que?

—¿Estás nervioso?

—...

El elevador continuaba su recorrido sin parar en ningún piso, el destino era el piso 33. Ambos estaban en una atmósfera cálida, hacía tiempo no estaban juntos y era ciertamente reconfortante para Washington, agradecía que Ottawa estuviera ahí antes de llegar al piso 33.

—No, pero es….raro volver a ver a mi padre.

—Entiendo, pero está más que encantado que estés aquí, eso te lo puedo asegurar.— Contestó seguro de sus palabras.

Ottawa jugaba con sus dedos, gesto que de inmediato fue notado por su contrario, una ceja de alzo en su rostro y se giró levemente a verlo.

—¿Tienes algo que decirme?

—Tal vez no te conté un pequeño detallito.— Dijo con algo de nervios en su voz.

—¿Detallito?

El elevador paró, la pantalla junto a los botones indicó el piso 33, las puertas se abrieron lentamente y la figura de alguien fuera de la caja de metal se hizo presente.

—No puede ser.— Con algo de molestia susurro Washington para sí.

Ambos salieron del elevador antes que las puertas se cerrarán, y el hombre solo sonrió arrogante, miró su reloj y río decepcionado, cosa que molestó aún más a Washington, quien tenía aún su café en la mano.

—Llegaste 3 minutos antes de la reunión ¿No te da vergüenza?, Hermanito.

—¿Qué haces aquí, Texas?

—¿No es obvio? Vine a ver la "coronación" del nuevo presidente de la central.

—Ja. ¿No tienes nada mejor que hacer que seguir pisando mi sombra?

—¡Bueno! Hay que calmarnos.

Ottawa intervino antes que la discusión se volviera más personal, sabía que algo como eso pasaría pero no tan pronto.

—¡Pero que lindo! Toda la familia está casi reunida.

La voz de una cuarta persona llenó el pasillo, todos se giraron a verla y pareciera que mágicamente el ambiente se relajo.

—Tío Canadá.— Exclamó sonriente washington.— Un gusto verte.

—También es un costo tenerte aquí Washington.

Ambos se abrazaron, el tío favorito por excelencia de la familia.

—Es tan lindo verlos juntos otra vez.— Sonrió el mayor mirando a los tres más jóvenes.

—No hagas esto más cursi, papá.— Pidió Ottawa.— No quiero arruinar el momento pero ya es hora.

El reencuentro de los hermanos duró solo 3 minutos.

Se dirigieron a una de las grandes salas en que estaban en el piso, se encontraban 20 personas reunidas en la enorme mesa, cada uno en su lugar con un pequeño micrófono en la misma para poder hablar y que todos escucharán.
En cuanto la puerta se abrió todos se pusieron de pie, Canadá y Texas tomaron rápido su lugar en un extremo de la mesa donde había cuatro lugares y Washington junto a Ottawa fueron al otro extremo así quedaron de frente, las demás personas estaban divididas a los lados de 10 y 10 respectivamente.
Y en menos de 30 segundos la puerta se volvió a abrir, dos figuras imponentes entraron y con gran porte tomaron asiento junto a Texas y Canadá.

Washington seguía de pie, estaba confiado y sonrió hacía el extremo posterior de la mesa.

—Creo que ya todos pueden sentarse.— Exclamó el hombre mayor de la sala.

Café y un poco de música Donde viven las historias. Descúbrelo ahora