—¿Estás seguro?
—Ya te dije que sí.
Ambas manos se apretaron contra el volante, Jalisco mantenía la mirada fija en el camino mientras una canción se reproducía en la radio del coche.
Colima solo rezaba porque las cosas no se pusieran peor, si de por sí, cuando ambos se fueron de casa de su padre las cosas habían quedado tensas, no se imaginaba el infierno que estaba a punto de desatarse.
—No puedo creer que mi apa' hay hecho algo así.— Dijo Colima con un tinte triste en su voz.
—Yo si, es tan egoísta que sería capaz de mandarnos al matadero si le beneficia en algo.
—No digas eso.
Colima sabía que las palabras de Jalisco no eran verdad, al menos no en su totalidad, entendía que estaba enojado y triste pero ambos sabían que querían a su padre.
—¿Crees….que los otros supieran?— preguntó Jalisco con algo de miedo.
El menor se tomó su tiempo para pensar en una respuesta, no quería mortificar más a su hermano pero no quedaba de otra.
—Si… al menos esos dos si.
La tequilera "campo de cactus" había ganado fuerza en un poco tiempo, para ser una micro empresa que apenas tenía una generación funcionando había acumulado gran prestigio y capital. Al ser pequeña y de buena calidad su exclusividad era lo que vendía.
Desde pequeño Jalisco había sido instruido para ser el siguiente sucesor de la tequilera, pero él no quería, amaba el negocio familiar y todo lo que aprendió en tantos años pero ser el líder de algo así…no era lo que él quería.
Estaba feliz con su vida, después de tanto tiempo estaba empezando a vivir feliz y sin remordimientos ¿Por qué tenía que pasarle esas cosas a él? ¿Por qué no simplemente lo dejaban en paz?
El auto giro a la derecha, entraron en el camión de tierra que estaba rodeado con vallas de color blanco para marcar el camino, ya se podía ver al final de este el gran portón cobre.
—No te pelees tanto por favor.— Pidió Colima antes de bajar del auto para abrir el portón.
—Si a eso vengo.— Contestó Jalisco entre dientes.
Detrás del auto Colima volvió a cerrar el portón y Jalisco se estacionó cerca de este.
El bicolor tomó lo único que le importa en ese momento, la carpeta con todos los papeles. Ambos hermanos caminaron por el extenso jardín delantero de la casa. Era nostálgico estar de nuevo en el rancho donde crecieron.
La casa se veía antigua, grande y típica de un rancho, pero no descuidada, las grandes puertas les detenían el paso y a pesar de que Jalisco quería entrar tirando la puerta de una patada se contuvo.
Suspiro, miro una vez más a su hermano en busca de consuelo y lo recibió en forma de una sonrisa.
Cerró el puño y golpeó la puerta lo más fuerte que pudo, quería ser lo más dramático posible.
Silencio, hubo silencio unos segundos hasta que unas pisadas resonaron al otro lado de la puerta, Jalisco y Colima esperaban que fuera su padre quien abriera, pero el enojo se esfumó de Jalisco al ver quién los había recibido.
—¿Nuevo León?— pregunto confundido el bicolor.
—Jalisco.— Dijo casi sin creerlo— ¿Qué haces aquí?
Un reencuentro un tanto inesperado para ambos, dos de los tres hermanos mayores de esa familia se miraban frente a frente después de tanto tiempo sin siquiera saber del otro.
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Café y un poco de música
RomanceUna cafetería rodeada de imponentes edificios, un barista envuelto en situaciones con personas imponentes. el café unirá tantas historias de tantas personas que la música será la única que logré expresar todos los sentimientos.