un vistazo al pasado

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¿Quién era Toledo? ¿Por qué seguía atormentando a Jalisco incluso en sus sueños?

Terminar una relación no es fácil, mucho menos cuando es una de años. Los recuerdos de ambos juntos durante tanto tiempo tenían gran peso sobre él, incluso aún conservaba fotos viejas, fotos donde se notaba el amor que ambos se tenían. Gran parte de las decisiones que tomó siendo más joven fueron influenciadas por su ex pareja, para bien o para mal.

Tenía 15 cuando lo conoció, 17 cuando se enamoró, 20 cuando lo dejó y 22 cuando Toledo lo busco para acostarse con el nuevamente. Su mundo se volvió a caer cuando el estúpido de Toledo apareció en su vida otra vez.

Con 22 años era un adulto joven y funcional, tenía un negocio, cuidaba de su hermano menor, tenía amistades y hobbies, pero aún así, estaba triste, deseoso de volver con el chico que dió chispa a su vida, si, Jalisco tenía una gran dependencia a Toledo.

Pero ¿Por qué Toledo era tan cruel?
Era impresionante el cinismo del chico, amaba a Jalisco con toda su alma y eso se notaba, se notaba en sus acciones y miradas, o al menos eso parecía cuando estaban juntos, Toledo también amaba su libertad, quería a Jalisco para el solo pero él necesitaba constantemente la atención de otras personas, se sabía lo infiel que llegó a ser y todas esas veces Jalisco lo perdono. Pero esa era la perspectiva de Jalisco.

No todo fue así siempre, ellos eran la relación perfecta, pero su amor se torció, se marchitó de a poco, toda su historia estaba plasmada en la libreta de canciones de Jalisco, le gustaba escribir cuánto amaba a Toledo pero eventualmente sus canciones eran de todo el dolor que sentía al estar junto a él.

Abrió los ojos, estaba en su habitación, escuchaba música en la cocina y los utensilios siendo movidos. Se giro en la cama, alcanzó su celular y miro la hora, eran las 10:23 AM, había mensajes de sus amigos diciendo que no querían trabajar y al no recibir respuesta del jefe supusieron que habría día libre, era sábado entonces no había mucho problema, Jalisco tampoco quería trabajar.

Se levantó con la tan conocida necesidad de remover su pasado, abrió su closet y de la parte más recóndita sacó una caja de tamaño mediano, decorada con un papel desgastado de color azul pastel. La abrió, en ella estaban los múltiples regalos y recuerdos de su antigua relación, fotos, cartas, pequeños detalles e incluso una flor disecada.
Se sentó en el suelo y rebuscó entre las cosas de la caja hasta dar con un pequeño anillo de papel hecho a mano, era un origami algo chueco pero tenía la forma de una ranita.

Era irónico pensar en que Toledo había luchado tanto para conquistarlo y al final él fue el primero en hacerle daño.

Se conocieron en preparatoria, ambos asistían a la misma escuela pero en diferentes salones, Toledo tenía un encanto natural a su manera, era popular y un tonto de primera, no era un maton pero disfrutaba de molestar a los demás; se hizo de gran fama y de muchos amigos en poco tiempo, las chicas babeaban por el y lo chicos lo seguían como perros falderos para ser tan geniales como el.
Por otro lado Jalisco también era algo popular, a su manera, su naturaleza amable y gentil llamaba mucho la atención, buenas calificaciones desde el día uno, bueno en los deportes y destacó en el club de música con su voz y su facilidad para tocar instrumentos como la guitarra y el piano, muchos lo consideraban un prodigio, Jalisco se consideraba a sí mismo un fracasado.

Recordaba bien cuando ese anillo llegó a sus manos, se lo colocó en el dedo anular y lo miró un buen rato, dejándose inundar de los recuerdos de su pasado.

Tenía 16, estaba en el club de música después de la escuela, cómo todos los días en que no quería volver a su casa se quedaba en el club escribiendo canciones o simplemente inventando melodías con la guitarra, y como siempre ese par de ojos mirándolo desde la ventana, lo mismo se repetía todos los días, le daba escalofríos lo mal que simulaba el contrario.

—¿Por qué me ves desde ahí?, Da miedo.— Dijo dejando de tocar la guitarra.

—¿Sabías que estaba ahí?

Un apenado Toledo se levantó del sueño y entró al club cerrando la puerta tras de sí. Tenía las manos tras su espalda jugando con sus dedos nervioso, Jalisco lo miraba con una ceja alzada, parecía querer decirle algo.

—¿Por qué siempre me ves desde afuera?

—Es que….— Titubeó— Tocas muy lindo.

Señalo la guitarra en el regazo del biclor, sus ojos amables hicieron avergonzar a Jalisco, era un lindo cumplido viniendo del idiota de Toledo. 

—Gracias…supongo.

Ninguno dijo nada, era un silencio algo incómodo que no sabían cómo romper. Jalisco señaló la silla junto a él invitando al más alto a sentarse, y como si fuera un cachorrito feliz Toledo corrió a tomar asiento. Desde ese día siempre que Jalisco se quedaba en el club de música después de la escuela, Toledo también estaba ahí, solo sentándose en silencio a escuchar las hermosas melodías que creaba el bicolor.

—Extiende la mano.

En uno de esos tantos días después de la escuela, los pasillos estaban vacíos y solo el sonido de sus voces y pisadas se lograban escuchar.

—¿Para qué?

—Solo hazlo.

Jalisco obedeció, extendió la mano con la palma abierta, no era a lo que Toledo se refería. El más alto tomó la mano ajena y le dió suavemente la vuelta, el corazón de Jalisco golpeó con fuerza cuando sus manos se tocaron, sin entender nada miro a Toledo buscando una respuesta.
Sin soltar su mano aún, Toledo sacó algo de su bolsillo, un pequeño anillo de papel con la forma de una ranita, tenía los ojos hechos con una pluma y la hoja estaba pintada con marcador verde. El más alto colocó el anillo en el dedo anular de Jalisco lo que hizo que solo se avergonzara más.

—Es un agradecimiento por dejarme pasar el rato contigo.— Soltó la mano del contrario y miró a otro lado, la vergüenza había llegado a él al ver las sonrojadas mejillas del más bajo— Lo hice en clase de matemáticas viendo un tutorial de YouTube.

Se rió nervioso, no quería decir eso pero si lengua lo traicionó.

Ambos se miraron avergonzados, pero Jalisco fue el primero en sonreír logrando contagiar a Toledo.

—Gracias.

Tal vez Toledo no era tan malo como el Jalisco de 16 años pensaba.

—Jali, el desayuno está listo.

Los toques en su puerta lo devolvieron a la realidad, el agua salada tocó sus labios y se arrepintió de abrí la caja, no, estaba llorando por no poder superar su pasado.

Se limpió los ojos, se vistió y salió a la cocina como si nada. El pequeño departamento olía a hot cakes y tocino.

—¿A qué se debe el detalle?

Por lo general Colima no cocinaba, sabía, pero no lo hacía.

—Es mi disculpa por sacarte de tu trabajo ayer.

Jalisco le removió el cabello antes de sentarse en el comedor. Solo eran ellos dos, solo Colima y Jalisco.

—¿Deberíamos decirle a nuestros padres y al abuelo?— preguntó un muy serio Ottawa.

—No, ahora nosotros estamos a cargo de la central, tenemos que manejar esto solos.

Ambos estaban dando un paseo por la ciudad, el viento estaba fresco por lo que ambos llevaban abrigos, buscaban un lugar donde desayunar y ponerse al día.
Washington miraba a todos lados, había crecido en esa ciudad pero se veía completamente diferente a como se veía la última vez que estuvo ahí.
Se detuvo frente a la fachada de "dragonfly coffee", estaba cerrado, una lástima, un café no le vendría mal.

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Les gustaría que volvieran algunas cosas curiosas después de cada capítulo?

Café y un poco de música Donde viven las historias. Descúbrelo ahora