Viernes a mediodía, la cafetería estaba ajetreada cómo era de costumbre, la diferencia era la extraña aura oscura y deprimente que cargaba el propietario, incluso para los clientes frecuentes era raro ver tan malhumorado al bicolor.
Tokio y Santiago se enviaban miradas disimuladas haciéndose señas mutuamente para que alguno se atreviera a preguntar qué estaba pasando.Finalmente cuando Jalisco se cansó de escuchar los susurros de sus amigos Suspiro, no quería dar explicaciones pero entendía la preocupación.
—Chicos, voy a tomar un desca—
Antes que pudiera terminar, la campa del local sonó, extrañamente eso hizo que Jalisco se pusiera aún más de malas, quería descansar un poco y justo tenía que entrar alguien.
El hombre entró con tanta confianza y una cara arrogante que el ceño de Jalisco se frunció el triple.
"Aquí viene otro idiota", fue el pequeño pensamiento fugaz de los tres trabajadores de la cafetería.
El arrogante en turno llevaba unos lentes de sol bastante caros, en general todo en él se veía caro, el traje, los lentes, sus zapatos, el costoso reloj que lucía su muñeca; y para sorpresa de nadie, en su costoso traje relucía el pequeño pin de empresas Imperio. Llegó a la barra, Jalisco lo miró con una ceja alzada y una muy clara expresión de fastidio mientras el hombre se quitaba los lentes.
—Bienvenido, ¿Que le pued—
—Quiero un café latte caliente con leche de almendra, dos shots de esencia de vainilla, sin canela y un hielo. Rápido, soy un hombre ocupado.
Jalisco se enojó, primero lo había cortado al hablar y después se atrevía a recalcar que lo quería rápido, sin duda era un grosero arrogante.
—Para que lo pides caliente si lo vas a pedir con hielo.— Pregunto bufando.
—¿Disculpa?
—Enseguida señor.
Era obvio que estaba de mal humor, golpeaba las cosas a la hora de preparar el café, claro, lo hizo todo bien y como lo había ordenado el cliente pero eso no quitaba que estuviera irritado por la actitud de este.
Mientras tanto el hombre grosero miraba curioso al malhumorado barista, le daba gracia verlo aguantarse el enojo, le parecía sumamente lindo físicamente.
—Aquí tiene.— con un suspiro dejó el vaso en la barra frente al hombre.
Para sorpresa de nadie sacó un gran billete y lo dejó también en la barra, tomó su café y se dió la vuelta.
Jalisco echo chispas por los ojos, ¿Acaso todos en empresas Imperio eran unos idiotas?
—Oye.— lo llamó con un tono bastante enojado— Se dice gracias.
Todos en el local guardaron silencio, Tokio y Santiago estaban en pánico, cuando Jalisco se enojaba era mala señal, tendía a dejar que su boca hablará sin pensar antes.
El hombre se giró, lo miró de arriba abajo y después se rio bajito. Una grosería más y Jalisco saltaría la barra para golpearlo.
—Gracias, lindo.— Le guiño un ojo y finalmente salió del local.
La cara de enojo del bicolor cambió a una agotada.
—Voy a tomar mi descanso.— anuncio y se retiró a la parte de atrás dejando su delantal en la barra.— Estúpido idiota.
Susurró para sí antes de encerrarse en la bodega a descansar sobre los costales de café.
—Llegas tarde.
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Café y un poco de música
RomanceUna cafetería rodeada de imponentes edificios, un barista envuelto en situaciones con personas imponentes. el café unirá tantas historias de tantas personas que la música será la única que logré expresar todos los sentimientos.