Capítulo 1

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Hola a todos, acá otro capítulo de esta historia.

El mismísimo Rey Viserys debió ir a ver el escándalo que sucedía en el pozo de dragones, vio a muchos trabajadores huyendo que tuvieron la decencia de detenerse cuando lo vieron a él.

Ellos parecían aterrados, y se le informó que era porque nadie lograba contener a Syrax.

Desde altas horas de la madrugada, no había forma de contenerla y ni siquiera el rey sabía cómo dar una solución a eso.

Él fue el último jinete de Balerion, pero no sabía cómo calmar a Syrax. Solo su hija sabía, y eso lo convencía más y más de que ella no había huido, su hija jamás abandonaría a Syrax. 

Él rey sufrió un colapso, pero no dejó que nadie lo ayudara a ponerse de pie.

Observó a Syrax y por un minuto fue como si comprendiera el dolor que sentía Syrax. No le importaba el reino, no le importaba absolutamente nada, solo quería a su hija de regreso, pero el consejo no aprobaría jamás una búsqueda oficial.

Se acercó a la dragona y puso su mano sobre ella, todos estaban aterrados de que la dragona pudiera dañar al rey, pero esta no lo hizo. 

Era como si ambos sufrieran la partida de Rhaenyra, como si ambos estuvieran conectados en ese mismo minuto. 

Viserys logró casi por milagro calmar a Syrax, pero no duraría mucho tiempo así. Syrax necesitaba a su jinete y no se calmaría hasta que ella regresara.

Solo esperaba, Daemon recibiera rápido su carta. Si es que él aún quería responder luego de la abrupta forma en que lo expulsó del palacio.

¿Habría sido tan mala idea dejar que su hija se casara con él?

¿Realmente habría sido tan mala idea?

Tres semanas después.

Tres semanas habían pasado desde la desaparición de la princesa.

Tal como el rey había pensado, nadie le recomendaba ordenar la búsqueda oficial.

Él era el rey, podría simplemente ordenarlo, pero todos temían al caos que se causaría si en realidad ella hubiera huido con Ser Criston Cole.

Era una posibilidad, una que todos creían de hecho, menos el rey, que sabía que su hija no habría sido capaz, aunque la reina insistía en que Rhaenyra siempre había estado enamorada de Ser Criston.

El rey dudaba mucho eso, porque él sabía que su hija, siempre había sentido gran admiración por otro hombre. Daemon de hecho, era innegable para él y para Aemma cuando aún vivía, que Rhaneyra terminaría enamorada de su tío.

Explicar la ausencia de la princesa por más tiempo sería casi imposible, y si no la encontraban, la deshonra caería sobre la casa real.

Nadie más que el rey creía que la princesa había sido secuestrada, y no sabían cómo los rumores ya comenzaban a esparcirse.

Pero la reina tenía aliados, que habían esparcido el rumor de la desvergonzada fuga de Rhaenyra, todo estaba saliendo de acuerdo a como lo había planeado, y en esas tres semanas, la reina estaba segura de que Rhaneyra lo estaba pasando muy mal.

Cinco cartas habían sido enviadas a Daemon en esas tres semanas, y ninguna fue respondida.

Todas las cartas las había enviado Alicent, pero cuando la tercera semana terminaba, el rey llamó a un mensajero en secreto, y lo envió con una carta para su hermano.

Un mensajero enviado personalmente por él, sin que nadie, absolutamente nadie más lo supiera. Ni siquiera la reina.

Si su hermano no respondía, entonces realmente significaba que él no quería ayudar, y él dejaría de insistir, pero algo le decía, que Daemon aún no se enteraba de la noticia, o ya habría visto a Caraxes entrar al pozo del dragón y a Daemon irrumpir en la corte para organizar la búsqueda.

Alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora