Susi estaba sentada con cara de mal humor al borde de la charca mientras daba golpes con sus patas en el agua.
-¡Vaya cara! Si la llego a ver desde más lejos ni me acerco.- Le dijo Alfredo con tono divertido y se sentó a su lado.
Susi ni lo miró y siguió como si nada.
-Pues nada, vale, ya me marcho.- Alfredo se levantó y se marchaba por donde había venido.
Susi seguía sin decir nada.
-¡Ohh! ¡Venga ya! Te vas a quedar ahí callada sin decirme que te pasa.-
-Que estoy muy aburrida, tan aburrida que este día se me está haciendo eterno y hasta me he puesto de mal humor.- Le habló al fin Susi pero apenas sin ganas.
-¿Aburrida?¿Que estás aburrida precisamente hoy? Lo que estás es desinformada o ¿acaso no sabes qué día es hoy?-
Susi le miró con cara de no tener ni idea de lo que le estaba hablando.
-Sí, evidentemente, no tienes ni idea. He venido a buscarte porque hoy es el día de los tesoros ocultos. Hoy, y solo hoy, alguien muy afortunado será capaz de encontrar algunos de los tesoros que se ocultan en nuestra charca... Y esto solo ocurre una vez cada 100 años.-
-¿Sabes qué te digo? Que me suena a cuento para niños. ¿Tesoros ocultos? ¡Psss! Eso no hay quién se lo crea.- Le contestó Susi muy fastidiada.
-¿Qué más da si es un cuento para niños? Mira allá lejos toda la gente que hay alrededor de la charca. ¿No estabas tan aburrida? Pues aquí tienes la oportunidad para vivir una aventura. Yo voy y me gustaría que te vinieras conmigo.-
Susi se levantó y dando un enorme suspiro de resignación se dispuso a seguir a Alfredo a dónde quisiera que fuera.
-¿Por dónde buscamos?- Le preguntó Alfredo antes de empezar a caminar.
-Yo buscaría ahí.- Le dijo Susi señalando al fondo de la charca.- Me parece que si hay algo oculto por aquí que merezca la pena no lo vamos a encontrar debajo de ninguna de estas piedras.-
-Muy bien. Allá vamos.- Y se tiró de cabeza a la charca dando un artístico salto con voltereta antes de sumergirse.
Susi se lanzó inmediatamente después y lo siguió muy de cerca hasta que se encontraron casi en el fondo.
Aunque era una charca como cualquier otra, tenía unas profundidades bastante misteriosas llenas de plantas acuáticas que danzaban en la oscuridad.
Llevaban un rato observando detenidamente aquí y allá cuando Susi vio un pequeño resplandor en el fondo. Parecía que se iba y volvía. Susi le hizo una señal a Alfredo y nadó lo más rápido que pudo hacia dónde había visto la luz brillar. Cuanto más se acercaba más brillante se hacía la luz. ¡Era el tesoro! Estaba segura. Y quería que ella lo descubriera. Tan entusiasmada estaba que no prestó atención a las plantas del fondo de la charca que largas como cuerdas se habían enredado en sus piernas y comenzaban a atrapar todo su cuerpo. En un momento ya no se podía mover, y menos nadar.
Alfredo que también estaba como hipnotizado por las hermosas luces que provenían del fondo había conseguido llegar hasta casi poder coger lo que fuera que brillaba con tanta intensidad. Pero en el momento de estirar sus pequeñas manos para cogerlo se giró para enseñar a Susi la hermosa piedra que iluminaba como el sol y ahora era de ellos. Aunque cuando consiguió encontrar a su amiga la vio atrapada y, sin dudarlo, soltó el tesoro y liberó a Susi de las plantas que la retenían. Al volver a mirar donde había soltado el tesoro, éste ya no brillaba y ahora solo había oscuridad.
Nadaron hacia la superficie y salieron de la charca.
-¡Qué pena! Lo tenía en mis manos y lo hemos perdido. Lo siento Susi. Sé que te hubiera hecho mucha ilusión tener un tesoro.-
-Y lo tengo. Sí que lo tengo.-
Alfredo la miró sin entender. - Pero... ¿dónde? Si hemos salido con las manos vacías.-
-Hoy ha sido un gran día: he aprendido que los tesoros más valiosos no se ocultan en el fondo de oscuras y frías charcas, sino en los valientes corazones como el tuyo. No has dudado al venir a ayudarme cuando te he necesitado.- Susi abrazó muy fuerte a Alfredo.- Para mí tu amistad es el mejor de los tesoros y te aseguro que no olvidaré este día ni en 100 años.
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Cuentos infantiles. Susi y Alfredo, y sus grandes aventuras.
Short StoryHace bastante tiempo que Susi, la rana, y Alfredo, el sapo, se conocieron. Lo cierto es que ellos ya no lo recuerdan porque eran muy pequeños. Pero es una preciosa historia que me gustaría contar. Historia registrada en Safe Creative. Código de regi...