El campo estaba repleto de flores que acaban de florecer. Susi y Alfredo paseaban en un mar de colores encontrando a cada paso una flor más hermosa que la anterior. En realidad, todas les gustaban, todas y cada una tenían su belleza particular. Así, observando muy despacio cada flor, estaban pasando un rato genial. Hasta que llegaron cerca de un árbol muy frondoso, lleno de hojas muy verdes y brillantes y, a sus pies había una flor pequeña y delicada que aún no había florecido.
-¿Qué extraño?, Alfredo. ¿Por qué no habrá florecido aún esta pequeña flor?- le preguntó Susi.
- Puede que necesite algo más de tiempo para florecer. No sé. Pero mira, seguro que va a ser una flor muy bonita, se puede ver un poquito los pétalos por aquí.-
En verdad parecía que iba a ser una flor muy bonita. Lo poco que se dejaba ver de los pétalos mostraban un color naranja muy brillante mezclado con algo de azul y amarillo.
-¡Qué flor tan especial! ¡Estoy deseando que florezca ya!- exclamó Susi con mucha emoción.- Alfredo, vamos a esperar aquí hasta que florezca. ¡No quiero perdérmelo por nada del mundo!-
-¿Quéééé?- le dijo Alfredo abriendo los ojos como platos.- ¡Cómo que vamos a esperar! Pueden pasar días hasta que esta flor decida abrirse y estamos un poco lejos de casa.-
-¡Vaya! No lo había pensado.- dijo Susi con disgusto- Entonces tengo que hacer algo para que florezca antes.- Susi se quedó pensando mientras miraba muy fijamente a la flor.
- Ya sé. Vamos a regarla mucho. Si le echamos mucha agua seguro que florece.- Propuso Susi con decisión.
-Creo que no, Susi. Si la regamos demasiado, lo único que conseguiremos es que se pudra. Aquí donde está tiene suficiente agua.- le explicó Alfredo.
Susi le miró con cara de fastidio y luego asintió.
-Entonces vamos a quitar algunas hojas de este árbol para que le dé más el sol, seguro que le ha faltado sol y, por eso, aún sigue cerrada.- Propuso nuevamente Susi.
-Tampoco es buena idea. Fíjate, es una flor muy delicada. Si ha crecido aquí es precisamente porque hay más sombra, demasiado sol la quemaría.- le volvió a explicar Alfredo.
-¡Es que no me ayudas nada!¡Así no voy a conseguir que florezca! Me podrías dar alguna idea ya que entiendes tanto de flores.- le dijo Susi que como no tenía mucha paciencia ya se estaba empezando a hartar.
- La única forma que conozco es esperar: así es como florece una flor, en su momento justo.-le contestó Alfredo muy serio- Me lo explicó mi abuelo, ¿sabes?-
-Pues muy bien. Si hay que esperar, esperaré. Voy a traer una maceta y me la llevaré a casa. Así podré esperar todo el tiempo del mundo si hace falta.- Susi se levantó y empezó a caminar en dirección a su casa.
-¿En serio que vas a hacer eso?- le preguntó Alfredo muy bajito, tanto que casi no se oía.
Al escucharle Susi se detuvo y volviéndose para mirar a la flor dijo: -No, claro que no. Eso sería muy cruel... separar a esta flor de su hogar. Aquí ha nacido, esta es su casa.- Cerró los ojos un momento- Me quedo aquí, no hay otra forma si no me quiero perder el momento en que esta flor se abra.-
-Muy bien. Voy a avisar en tu casa de que te vas a quedar aquí para que no se preocupen.- Alfredo se marchó caminando a buen paso hasta que se perdió de vista.
Susi se quedó algo decepcionada, no esperaba que su amigo la dejara tan rápido allí sola. También era cierto que él no tenía ningún interés por quedarse allí esperando.
Pasaba el tiempo, muy lento, y Susi comenzó a pensar si había sido buena idea decidir quedarse a esperar. ¡Pero tenía tantas ganas de ver cómo se abría aquella flor tan especial!¿Por qué las cosas no sucederían cuando ella quería? Así sería más fácil.
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Cuentos infantiles. Susi y Alfredo, y sus grandes aventuras.
Short StoryHace bastante tiempo que Susi, la rana, y Alfredo, el sapo, se conocieron. Lo cierto es que ellos ya no lo recuerdan porque eran muy pequeños. Pero es una preciosa historia que me gustaría contar. Historia registrada en Safe Creative. Código de regi...