Nuestros dos amigos habían salido desde muy temprano a buscar nuevas aventuras. Tenían todo un día por delante para descubrir lugares nuevos.
A Susi le gustaba mucho pasear entre los grandes árboles que vivían más allá de la colina y Alfredo disfrutaba como nadie encontrando pequeños seres escondidos debajo de la tierra en las orillas de su tan querida charca. Pero hoy no iban a ir a ninguno de esos sitios: habían planeado una nueva aventura que los tenía muy emocionados desde hacía semanas.
Desde que era muy pequeño el abuelo de Alfredo le contaba historias sobre un lugar lleno de magia y misterio. Este lugar estaba más allá de los límites que Susi y Alfredo conocían y nunca se habían atrevido a visitar. Solo había un problema: solo se podía llegar a ese lugar a través de los caminos olvidados. Senderos ocultos que eran capaces de esconderse de las personas y, por eso, se habían olvidado de ellos.
Recorrer un camino olvidado decían que era una experiencia maravillosa de la que nunca podrías olvidarte aunque no pudieras recordar cómo volver a encontrarlo.
Susi le pedía a Alfredo que le contara esas historias tal y como se las había contado su abuelo y Alfredo las repetía una y otra vez. De tanto repetirlas se hicieron más verdaderas y, Susi y Alfredo casi podían sentir que ya habían estado allí.
Llegaron temprano al lugar donde surgían esos caminos. Ahora la dificultad era encontrarlos. Su abuelo le había explicado que para hallar uno tenían que ser muy observadores y, sobre todo, no dejarse llevar por las apariencias porque los caminos tenían voluntad propia y les gustaba burlarse de las personas.
Pero por más que buscaron, por más que observaron no encontraron nada. Habían pasado horas de aquí para allá y, poco a poco, fueron perdiendo las ganas y se sentían más tristes. Estaban agotados y desanimados así que se acostaron en la hierba y dejaron que sus cuerpos se relajaran observando el inmenso cielo. Sin apenas notarlo, sus ojos se cerraron, y Susi y Alfredo se sumergieron en un profundo sueño.
Cuando despertaron estaban felices, más felices de lo que habían estado en mucho tiempo.
-Susi, ¿que has soñado?-le preguntó Alfredo todavía sin moverse- Porque yo he tenido el sueño más increíble de toda mi vida. He vuelto a recordar todos los momentos felices que he vivido y eran tan reales que no estoy seguro si ha sido solo un sueño o realidad.-
-A mí me ha pasado lo mismo.- Le respondió Susi que no paraba de hacer volteretas en la hierba.-Ha sido lo más maravilloso del mundo. Todo era perfecto. ¡Qué sueño más maravilloso!-
Como ya se estaba poniendo el sol y les quedaba un largo camino a casa. Se pusieron en pie y de tan contentos que iban llegaron en un momento a su charca casi sin darse cuenta. Se iban contando todas las maravillas que habían visto en sus sueños, las personas queridas y lugares increíbles que habían visto con tanta claridad que parecían que lo habían vivido en verdad.
Antes de despedirse y marcharse cada uno hacía su casa, Susi le preguntó a Alfredo:
-¿Crees que algún día podremos volver a tener este sueño?-
-No lo sé. Pero seguro que nunca lo olvidaremos.-le dijo Alfredo y le dio un fuerte abrazo.
Cada uno volvió a su casa y contó a sus padres que habían tenido el mejor día de excursión que hubieran podido desear en un lugar extraordinario, aunque si quisieran volver tendrían que nuevamente buscar porque el camino ya lo habían olvidado.
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Cuentos infantiles. Susi y Alfredo, y sus grandes aventuras.
Historia CortaHace bastante tiempo que Susi, la rana, y Alfredo, el sapo, se conocieron. Lo cierto es que ellos ya no lo recuerdan porque eran muy pequeños. Pero es una preciosa historia que me gustaría contar. Historia registrada en Safe Creative. Código de regi...