Para mi mejor amiga

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 Habían pasado toda la tarde jugando, Susi y Alfredo y se lo estaban pasando realmente bien cuando Alfredo le dijo a Susi:

- Ah, me acabo de acordar de que no te he dicho que mañana me voy de viaje.- Dijo Alfredo con una sonrisa en la cara.

-¿Quéé?,¿Cóóóómo?...- Susi estaba tan sorprendida que no le salía la pregunta que quería hacer.

-Sí, que mañana me voy de viaje con mis padres. Me lo han dicho está mañana y se me había olvidado, jejeje.- Volvió a decir Alfredo muy feliz.

-Pero si nos lo pasamos tan bien juntos, y ahora que voy a hacer yo sola. ¿Y cuándo regresas?-

-Creo que en dos o tres semanas.- Le respondió Alfredo aunque no lo tenía muy claro.

-¡Eso es mucho, muchísimo tiempo!- Susi se había disgustado mucho ante la idea de pasar tanto tiempo sin ver a su amigo.

-Ya verás que se pasa volando y antes de que te des cuenta estamos juntos de nuevo.- Le intentó animar Alfredo y se marchó despidiéndose con muchos besos.

Susi se había quedado muy triste, desde que conocía a Alfredo nunca se habían separado tanto tiempo ni habían estado tan lejos uno del otro.

Al día siguiente, las horas se le hacían eternas a Susi: no tenía a su amigo para contarle los sueños locos que había tenido la noche anterior, solo se le ocurrían juegos para dos y seguía sintiéndose tan triste como el día anterior cuando Alfredo se había marchado.

-Dos o tres semanas...- Repetía una y otra vez en su cabeza.- Eso es mucho tiempo... demasiado.-

La madre de Susi la llevaba observando toda la mañana y, como veía que lo estaba pasando tan mal, se acercó a ella despacito:

-Susi, mira, hay alguien que ha venido a verte y tiene muchas ganas de jugar contigo si a ti te apetece.- le dijo sonriendo.

-¿Quién?¿Quién?- preguntó Susi impaciente esperando que fuera Alfredo.

-Mira, aquí está.- Y su madre le mostró una muñeca muy bonita que había estado escondiendo detrás de su espalda para que Susi no la viera.

-¡AAAhhh! ¡Mi muñeca Luna!- gritó Susi muy emocionada.

Luna había sido la muñeca preferida de Susi por muchos, muchos años. Era su mejor amiga, su amiga inseparable... hasta que Susi conoció a Alfredo y entonces ya no volvió a jugar con su muñeca y se olvidó de ella.

Susi se sentía a la vez alegre y culpable; alegre porque aquella muñeca le traía muchos buenos recuerdos, y culpable porque se dio cuenta de que la había dejado abandonada y nunca más pensó en ella. Y aunque era solo una muñeca y Susi se sentía muy mayor para seguir jugando con muñecas... quizás no se había portado como una buena amiga con ella.

-Dámela, mamá. Creo que Luna y yo vamos a pasar el día jugando juntas.-

Y ese día se lo pasó muy bien recordando las cosas que le gustaba hacer cuando era más pequeña y muchas cosas que había dejado de hacer porque no podía con Alfredo como trepar a los árboles, porque a Alfredo le daba miedo, o cantar canciones inventadas hasta quedarse sin voz, porque Alfredo se aburría.

Así que ese día, se convirtió en dos días, y luego en tres y, así siguió jugando y, el tiempo pasó enseguida hasta que regresó Alfredo.

-¡Hola, Susi! Ya he vuelto. ¿Quieres jugar?- le dijo Alfredo seguro de que su amiga tendría muchas ganas de jugar con él.

-¡Hola, Alfredo! Ahora jugamos, pero primero tengo algo que hacer: voy a escribir una carta.- le respondió Susi.

Susi se lo había pasado tan bien aquellos días jugando ella sola que no quería que se le volviera a olvidar que no necesitaba estar con nadie para poder divertirse. Se le ocurrió escribir una carta en la que contaba todo lo que se había divertido aquellas últimas dos o tres semanas y así, cada vez que la leyera lo volvería a recordar. Porque aunque no había tenido a nadie para jugar no se había sentido sola. Siempre se tenía a sí misma y eso era algo que no quería volver a olvidar.

-¿Y para quién es esa carta?- Quería saber Alfredo.

-Pues... para mi mejor amiga.- le contestó Susi y no le explicó nada más.







Cuentos infantiles. Susi y Alfredo, y sus grandes aventuras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora