🌺𔘓 ¦ Capítulo 8

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Mientras yacíamos en la bañera el agua continuaba cayendo, modulando de a poco la temperatura de la que estaba posteriormente allí, Jimin quien estaba de espaldas a mí tarareaba una melodía mientras yo enjabonaba su espalda y veía como brillaba po...

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Mientras yacíamos en la bañera el agua continuaba cayendo, modulando de a poco la temperatura de la que estaba posteriormente allí, Jimin quien estaba de espaldas a mí tarareaba una melodía mientras yo enjabonaba su espalda y veía como brillaba por el reflejo de la luz tenue de la habitación de baño.
 
—Auch—se quejó por el ardor de las quemaduras post-escena—Más suave.
 
—A penas te toqué, eso pasa cuando insistes en el flogger antes que la fusta—reproché igualmente tallando con menos intensidad—¿Qué tal el agua?
 
—Me gusta—se giró parcialmente para mostrarme una tierna sonrisa—Sabía que era buena idea bañarnos juntos. Debe bañar a su mascota—repitió con una voz más aguda como intentando ser adorable.
 
—Tu no eres mi mascota—reí ante su ocurrencia—Al menos no recuerdo verte con una cola u orejas.
 
—Eso sería excitante. Podría ser un lindo gatito. Meow—maulló.
 
—No es mi estilo, pequeño—respondí enjuagando la espuma de su piel—No soy esa clase de dom*
 
—¡Buu! Usted es aburrido.
 
—¿Lo soy?—besé la piel de su cuello logrando que respondiera fácilmente con un gemido.
 
—No use eso contra mí—bufó exageradamente—Sabe bien lo sensible que soy ahí.
 
—Sé exactamente dónde eres sensible, pequeño—volví a besarlo mientras dejaba caer pequeñas cascadas de agua sobre su espalda—Por lo menos, eso quiero creer.
 
—Profesor
 
—¿Qué?
 
—Olvídalo, es algo tonto—sonrió débilmente.
 
—Puedes preguntarme lo que desees.
 
Jimin se giró con todo su cuerpo hasta mirarme a los ojos. Su cabello estaba algo mojado por el agua y la gravedad lo había puesto más lacio de lo que era acostumbradamente.
 
Era extraño verlo así pero no por ello Jimin era menos bello. Él podría usar lo que quisiera, siempre sería el chico más lindo del lugar.

—Sé que es tonto—dudó esquivando mi mirada—Sé bien que no soy su primer sumiso. Pero... ¿Han habido muchos antes de mí?
 
—Han sido cuatro, contándote a ti—respondí sin vacilar ante su duda—Pero ten por seguro que entre ellos eres indudablemente el más bello.
 
—¿De verdad? Oh, yo—sus mejillas se tiñeron de rosa—Yo siento que es como un premio para mí.
 
Lo acaricié justo en la mejilla antes de que se recostara en mi tacto como un gatito pidiendo amor. Entonces me observó de lado y me acerqué dejando un beso casto en sus labios.
 
—Ahora déjame preguntarte algo—el asintió vehemente—¿Quien ha sido tu último dominante? Porque seguro lo has tenido, aunque sea uno. Puedo creer en un dominante que descubrió de casualidad su tendencia sádica, pero en los masoquistas es más raro.
 
—No era un dominante ni un sádico. Y si fue por casualidad.
 
—Explícate—ordené confuso.
 
—Cuando tenía seis años, mi padres tenían vidas muy ocupadas para criar a su propio hijo, por lo que contrataron a una niñera. Una mujer rusa quién era tan estricta como recta—confesó.
 
—Bueno, esto es más perverso de lo que pensé—me asombré.
 
—No es lo que piensa—sonrió poniendo sus ojos en blanco—Ella aprobaba los castigos físicos, su especialidad era golpearme con una fusta que traía a escondidas, ella decía que aquello me convertiría en un hombre de bien. No sé por qué, pero lo que al principio dolía se transformó en placer más tarde. Un día mi padre la atrapó y por ello la despidieron, explicándome por qué estaba tan mal que aquella mujer me golpeara, por lo que yo creí desde entonces que era enfermo que aquello me gustara o lo triste que me puse cuando ella se fue. Todo hasta que conocí el BDSM y que no estaba mal si era consensuado y seguro.
 
—Pero no era nada sexual—aclaré.
 
—Por Dios, no—sonrió apenado—Era un niño, y ella jamás tuvo la intensión de que eso pasara. Yo era el trastornado que adoraba que me flagelara, pero incluso yo mismo lo hubiera hecho si no se sintiera diferente—hizo una mueca de lado.
 
—Entonces, realmente soy tu primer Dom—algo parecido al gozo y la tranquilidad de instó en mi pecho justo al escuchar su confesión.

—Es el primero en muchas cosas, pero me gustaría que fuera el primero en muchas más—confesó observándome apenado.
 
Nos quedamos mirándonos en la escasa luz del lugar, entonces él habló.
 
—Su último sumiso... ¿Por qué terminó?—preguntó de imprevisto—Quiero decir por qué él dejó de ser su sumiso.
 
Y mi corazón dolió recordando un pasado del que había intentado huir por mucho tiempo. Aquel en dónde observé botellas de alcohol y una tristeza que parecía no acabar jamás.
 
—Ella—corregí con un nudo en la garganta.
 
Sus ojos se abrieron notablemente como quien no espera aquella respuesta. Quizás había mucho que aclarar. Cuánto conocíamos uno del otro. Prácticamente nada.
 
—E-ella—repitió tembloroso—No sabía que fuera bisexual.
 
—No sabes muchas cosas de mí. Yo tampoco sé mucho de ti.
 
Jimin observó el agua unos momentos, pensando en silencio—Yo no sé que soy—rió vagamente—Jamás me ha gustado alguien, e incluso había pensando en que era asexual* hasta que leí sus libros.
 
—Siento haberte pervertido—intenté bromear, pero Jimin continuó impávido observando la bañera.
 
—¿La amó?—preguntó levantando la vista denotando tristeza en sus ojos.
 
—Yo...—dudé.
 
Hasta entonces quise pensar que la había olvidado, como intenté convencerme los últimos dos años. Que Jiyeon era sólo un recuerdo de aquellos que no te producen nada más que indiferencia al llevarlos en mente otra vez. Habían sido años de una relación perfecta que se marchitó súbitamente de la noche a la mañana, justo cuando observé el taxi alejándose al sur y su espacio vacío en el placard. Pero ahora su nombre volvía doler en mi pecho.
 
—¿Aún la ama?—y aquello sonó más a afirmación que pregunta.
 
—Es parte del pasado—respondí hundiéndome de hombros—¿Qué más da?
 
—Y si ella volviera...
 
—Ella no volverá, Jimin—respondí con más enojo del que pude modular. Y su pequeño cuerpo se estremeció—Lo siento—me disculpé más calmo.

El se acercó a abrazarme apoyando su cabeza en mi hombro y pude sentir el olor a jazmín de su cabello, produciendo calma en mi ser.
 
—Si la herida no cierra es porque quizás jamás ha dejado de tocarla—susurró con voz calmada—Es tiempo de dejarla ir.
 
—Lo he hecho, es sólo que no es fácil. —suspiré—A mi corazón aún le faltan los pedazos que no pude encontrar después que lo rompió.
 
—Yo le puedo dar los que le falten entonces—respondió depositando un beso en mi hombro.
 
Entonces me separé para mirarlo a los ojos. Su respiración se convirtió en pesada un instante.
 
—Es lo que no quiero. No tienes que hacer nada por mí que no te beneficie—le aclaré enfriando mis emociones nuevamente.
 
—Sólo será un préstamo. Hasta que encuentre las parte que le faltan—sonrió débilmente—Si alguna vez rompen el mío, espero contar con usted.
 
—Siempre intentaré cuidarte, pequeño—acaricié su mejilla con mi pulgar—Siempre.

  —Siempre intentaré cuidarte, pequeño—acaricié su mejilla con mi pulgar—Siempre

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Holiis, eso es todo por el capítulo de hoy. Espero os guste y nos vemos mañana. Gracias por todo y se despide:

–almin♡

Sense ♡ Kookmin (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora