5 | Ayúdame

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Aquella noche no dormí mal, pese a la incomodidad de la cama y el ambiente gélido que obligaba a echarse varias mantas encima. Lo hubiera mejorado el haber tenido mi pijama aunque el señor Kim, el recepcionista, que resultó ser también el dueño del hotel, contaba con un almacén hasta los topes de ropa para "clientes inesperados" y me facilitó una muda de dormir y otra para el día siguiente que no estaban mal.

—Si ya sabía yo, joven, que te ibas a quedar —me dijo, una vez hubo colocado las prendas dobladas sobre la cama—. Estaba cantado.

Sí, sí. Obvio. Muy listo.

Fuera de la ropa, la otra queja de la noche fue la ausencia de televisión o, en su defecto, de una línea de internet decente con la que entretenerse. Sin embargo, lo que auguraba como una velada de aburrimiento mortal mejoró al bajar al restaurante a probar el famoso caldo de pollo con Jimin algo que, de paso, me sirvió para desconectar de la rayada mental que llevaba encima entre lo del llanto del muerto y las alucinaciones de los baños. Y, a propósito del tema, me había prometido a mí mismo telefonear al doctor en cuanto me levantara pero, ya en la tranquilidad del nuevo día, lo que había ocurrido me empezó a parecer tan ridículo que simplemente lo dejé pasar.

Total, si era debido a la enfermedad, tampoco se podía hacer nada. ¿Qué iba a decirme el médico? ¿Que no tenía tratamiento? ¿Que era normal empeorar? ¿Que debía operarme cuanto antes? Todo eso ya lo sabía.

—¡Eh, tío, tío!

Nada más poner el pie en el rellano de la recepción, Nam Joon me salió al encuentro, gesticulando como si le hubiera tocado el premio gordo de la lotería.

—¡Tío, vamos, que se te han pegado las sábanas y Jung Hoseok está aquí! —apremió—. ¡Y no veas lo que Hye Ri ha preparado! ¡Es alucinante! ¡Bestial! ¡Qué pinta tiene todo!

Tardé un par de segundos en hilar lo que me estaba diciendo. Bestial. Alucinante. Hoseok aquí.

—¡Yoon Gi! —Su exclamación retumbó en la amplitud desierta de aquel salón de baile tan desangelado—. ¡Que te quedas dormido de pie! —Se perdió tras los portones del comedor, al fondo a la izquierda—. ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Ven, ven, ven!

Le seguí, arrastrando los pies. La verdad, no sabía de dónde sacaba tanta energía. Yo a duras penas podía moverme por las mañanas y necesitaba ginseng en vena para conseguir decir un par de palabras seguidas. Sin embargo, ver la espectacular mesa que nos habían preparado, llena de cuencos de guarniciones rojas, amarillas y blancas, con elegantes jarrones de flores entre tazas de porcelana pintada con motivos azules y una descomunal barra de buffet al lado, me bastó para despejarme. En verdad era impresionante.

—Buenos días. —Hye Ri metió los palillos en el cuenco que tenía ante sí; el humo del jajjangmyeon me inundó las fosas nasales. —No sabía lo que os gustaba así que he ordenado de todo un poco. —Me señaló las sillas vacías—. Siéntáte donde quieras y come lo que te apetezca.

No me lo pensé. Ya que me había levantando sin náuseas, algo que no ocurría desde que me habían descubierto el maldito guisante en el cerebro, me situé en el primer sitio que pillé, me serví arroz hasta los topes y me dispuse a atacar los platos centrales. ¿Por dónde empezaba? El pescado tenía buena pinta pero la carne olía fenomenal. ¿Tomaba un poco de cada?

—Tu debes de ser Jung Hoseok, ¿verdad? —Nam echó mano del pollo y se acomodó junto al chico delgado de camisa amarilla y gorra del mismo color que nos observaba como si estuviera esperando su sentencia de muerte—. Estamos encantados de conocerte. Gracias por aceptar nuestro requerimiento y venir tan rápido.

—No he venido por gusto. —La respuesta apenas se escuchó—. De hecho, no sé ni por qué lo he hecho. Solo quiero terminar y regresar a casa.

—Razón de más para agradecerte que estés aquí —apoyé la idea. Normalmente prefería escuchar y limitarme a preguntar pero aquel tipo no paraba de bailotear con los pies y su tono no se me hacía precisamente colaborador—. Tu testimonio es crucial para que podamos encontrar a tu amigo.

IGSAUI HOSU《YoonMin》 [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora