12 | Yo, el asesino del lago

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Ninah.

Ninah.

Ninah...

Yo la había visto. La había visto muerta, junto con los otros. Igual que veía a Jung Kook. No había sido un sueño. ¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo? Pero, ¿y Jimin? Me había sacado del agua pero había despertado en la cama y él estaba ahí. Con sol. Y seco. No. No, no era real. ¡No podía ser real!

"Tu sitio está con nosotros".

Un estremecimiento me recorrió el espinazo mientras bajaba a la escena, aturdido. No pude desprenderme de él ni cuando los servicios de Emergencias introdujeron el cuerpo inerte en la ambulancia, ni cuando Nam Joon se subió detrás. Estaba completamente devastado y no dejaba de llorar y de gritar que se lo llevaran a él en su lugar.

Joder. Todo había sido por mi culpa. Realmente estaba maldito y las degracias me acompañaban. Por mí habíamos terminado allí, en aquel pueblo plagado de muerte y de extrañas sensaciones, y también por mí ellos se habían peleado.

El furgón arrancó. Una lágrima se me escapó. Lo sentía. Realmente lo sentía mucho.

—Sé que es difícil pero trata de no torturarte. —Jimin apareció de la nada y me salvó otra vez—. Recuerda que antes de tu llegada, aquí ya ocurrían cosas.

Ya pero eso no cambiaba el hecho de que me sintiera fatal. Le había tocado a mi amigo. A Nam. Al único al que no le había importado mi pasado y que me había tomado en serio desde el momento en que una confusión de taquillas nos había llevado a estrecharnos las manos en la universidad. Al que me había dado trabajo, tardes de charla viendo fútbol y borracheras de cumpleaños. Al que me había visitado cuando me había puesto enfermo y me había intentando apoyar a pesar de mi mal talante con todo. Nam. ¡A él! ¡Maldita sea! Yo... Yo...

Busqué la mano de Jimin. Se la apreté. No, venga, tenía que calmarme. De lo contrario no podría seguir y necesitaba seguir. Tenía que sacar a la luz lo de los niños, averiguar qué mierdas estaba pasando en el hotel y curarme. Ya había encontrado a alguien que merecía todo ese esfuerzo, ¿no?

Los policías locales se movieron entre los curiosos, con las libretas en la mano, haciéndose los importantes en una toma de declaraciones que seguramente luego archivarían. Kim Seok Jin le echó la culpa al muerto, al igual que absolutamente todos los aldeanos, y una mujer que se hospedaba en la planta baja juró y perjuró que la habían despertado los lamentos de dolor de una mujer a eso cuatro de la madrugada.

Las cuatro de la madrugada. Esa hora parecía ser una constante en Igsaui Hosu. Coincidía con la de la muerte del enamorado de Ahn Ra y también con la última vez que Hye Ri había sabido algo de Jung Kook.

—Yo también la escuché.

La repentina confesión de ésta, horas después de que se levantara el parte judicial del suceso, retumbó en medio de una comida que nadie era capaz de probar.

—El día de la tormenta, en el pasillo —continuó—. La muerta me habló y me persiguió por el corredor hasta el mismo balcón abierto desde donde se ha tirado Ninah.

—¡Ay, Dios mío, Dios mío! —Hoseok dejó caer los palillos y se llevó las manos a la cabeza. —¿¡Por qué no lo has dicho hasta ahora!? —exclamó—. ¡La muerta no va a llevar! ¡Deberíamos irnos! ¡Lo llevo diciendo desde el principio! —Empezó a hiperventilar—. ¿Por qué no me escuchas? —Se dirigió a mí—. ¿Por qué tu tampoco lo haces? ¡Ay! —Buscó a Jimin—. Oye, escritor, ¡por favor, ayúdame a poner algo de coherencia!

—No sé qué decirte. —El aludido se encogió de hombros—. Yo llevo aquí meses y nunca he visto ni oído nada.

—¿Ni siquiera ese día? —Los ojos de Hye Ri se empequeñecieron—. Tu también estabas en ese balcón.

IGSAUI HOSU《YoonMin》 [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora