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Topkapi
1609

La boda había sido anunciada, dulces y oro habían sido repartidos mientras el harem celebraba ante el decreto de la nueva posición de Aysel, todos a excepción del sultán y la directora del harem debían de hacerle reverencia.

—No sabes cuanto me alegra verte feliz una vez más.—Azra besó la frente de la muchacha quien finalmente estaba lista para pasar su primera noche como la única esposa de Ahmed.—Te ves preciosa.

Las puertas fueron tocadas y de ellas emergió Kosem, con sus ojos rojos de haber llorado y su mirada imponente.

—Sultana.—La Griega hizo una reverencia para la mayor.

—Kosem.—Las tres de mantuvieron en silencio.—¿No vas a mostrarle tus respetos a Aysel?

—Sultana...—Con bastante fuerza de voluntad se reverenció ante ella.

—¿Para que ha venido sultana Kosem?—Habló sin muchas ganas de verla.

—Reconozco que ha jugado bien, sultana... Pero esa suerte no le durará siempre.

—No es un juego, ni es suerte, el sultán me ama y lo ha demostrado.—Una sonrisa surco en su rostro.—Ahora soy su esposa, la única consorte legal del sultán Ahmed.

—Espero que no se te suba a la cabeza, entre más te eleves más dura será tu caída.

—¡Basta!—Regañó la valide.—Vienes aquí a faltarle el respeto y a hablar de esa forma delante de mi.

—Lo lamento sultana.—Hizo una reverencia.

—Kosem ve a tus aposentos, que mis ojos no te vean.

Así se hizo, y luego de unos minutos pudieron observar a Aysel con un hermoso velo cubriendo su rostro.
No se hizo esperar más, su alegría irradiaba en el palacio mientras iba una vez más por el camino dorado.

—Mi luz.—Ahmed sonrió al verla entrar en sus aposentos.—Una vez más puedo tenerte entre mis brazos, Allah me permite ser correspondido por tu amor.

—Mi amor seguirá intacto mientras no lastime mi corazón.—Sujetó su mano posándola en su pecho.—Este corazón solo late por usted.

El sultán quitó el velo de que le impedía ver ese bello rostro del que se había enamorado, compartieron una sonrisa antes de iniciar con sus besos llenos de amor.

Los dedos de Ahmed le recorrían el pecho buscando los botones para deshacerse del vestido haciéndola suspirar, sus ropas eran retiradas entre suaves caricias hasta finalmente estar en completa desnudez, esa sería su primera noche como marido y mujer, una de las noches que más recordarían.

Pero no habían sido días buenos para todos, Kosem quien había pasado sus noches sola desde la llegada de la francesa, llorando por su amor perdido, su único consuelo eran sus príncipes y la vida que estaba por nacer.

—Sultana, ¿Han pasado sus malestares?—Habló Cennet.

—Estoy mejor Cennet... Pero no he parado de pensar en la boda.—Admitió.—Ya no hay nada que hacer, Aysel ya tiene el poder que necesita.

Derniere danse ii |Sultan Ahmed.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora