Una historia que no llega...

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—Stiles.

Miedo, últimamente esa palabra no deja mi cabeza, vergüenza  esa también  me atormenta con su presencia, hoy es un día diferente a los anteriores (especialmente  para mi) incluso olvido que debo mantenerme tranquilo y no desesperarme, creo que es una de las desventajas de tener hiperactividad... si no es algo sencillo de tolerar. Me siento particularmente extraño, han pasado  cuatro años y todo pero en fondo quisiera  que solo hubieran sido días, escucho el claxon proveniente del auto de tío Peter; analizo mi apariencia una vez más en el espejo, no me gusta vestirme así  pero hoy no es igual que otros días.

Bajo las escaleras con mucha emoción, esta casa logró sentirse muy vacía con solo yo en su interior, beso la mejilla de mi tío en cuanto ingreso al vehículo. Tal vez mis palabras no son del todo fluidas,  tal vez el aire me falta porque realmente le quiero ver, tengo tantas emociones acumuladas en mi interior (probablemente esta relacionado con ser un adolescentes con solo quince años) reviso la hora en el teléfono y no pasan  de las once de la mañana, el auto de tío Peter avanza con velocidad  promedio, mis pies no dejan de golpear el metal debajo de ellos, mi nerviosismo es muy notorio, creo que es la segunda vez en todo el mes que visito la casa de mis abuelos, últimamente había  perdido la costumbre de ir y pasar un buen momento en esa casa, la preparatoria me hace una persona diferente, podría decirse que demasiado diferente. Nos detenemos en una gasolinera, me bajo del vehículo para comprar unas golosinas (lo cual es pésima idea el añadirle más energía  a la energía) el cajero aparece y me sonrojo, lo conozco ya que ambos somos relativamente nuevos en la preparatoria (como todos) su nombre es Scott y estamos juntos en la clase de economía; él chico me sonríe.

—No sabía que trabajabas aquí — espero que mi piel siga conservando su tono pálido.

—También me sorprende verte, creí  que te había hecho algo porque últimamente me evitas en la preparatoria — le entrego el dinero.

—Nada de eso, es solo que pensé que no había  razón para ser amigos, entraras al equipo de Lacrosse y yo seguiré siendo el raro del club de arte — Scott sonríe  y su risa se hace presente.

—Eso no cambia nada, estuvimos juntos los primeros días en la preparatoria y realmente quiero conocerte — expresa entregandome una bolsa.

—Ya conoces todo de mi, soy un libro abierto — él chico levanta una ceja.

—No me refería a eso, nunca contestaste mi nota — siento mi piel arder.

—No estoy seguro de que quieras salir conmigo, tu aún sigues encerrado, mi intuición me dice que ninguno de los podrá lidiar con la situación — Scott ríe, acerca su mano derecha a mi rostro y acaricia mi mejilla — me encantas.

—Tengo que irme, mi tío  me espera — estoy seguro que pudo notar mi sonrojo — te, te llamo más tarde.

—Adiós Stiles — responde con dulzura.

Salgo de la tienda con el corazón acelerado, escucho el auto encender y me subo, claramente mi tío no fue espectador de la situación ahí adentro. Desde que conocí a Scott supe que había algo en el que me gustaba, no es ningún secreto que soy gay, tampoco me fue difícil aceptarlo (fue como una cosa simple en mi vida)  pero no quita que sea ligeramente más difícil sobrellevarlo en este pueblo, pero me encanta el arte y es donde puedo refugiarme cuando estoy triste, últimamente solo estuve triste quiero decir, pasaron cuatro años y todo, hablamos por teléfono y eso pero no deja de sentirse frío el contacto (mucho más en mis noches de flaqueza). Regreso mi vista en el paisaje, tío Peter parece intentar entablar conversación conmigo pero no sabe como empezar.

—Entonces ¿cómo te sientes?  — pregunta con voz aterciopelada.

—Nervioso, ansioso, con la calma destrozada pero bien — respondo sonriendo con dificultad — como cada día.

La Tragedia De Derek Y Stiles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora