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Los días pasaron, todo se mantenía de una manera monótona para las personas, asistiendo al colegio, en el trabajo, a cualquier lugar que fueran o así es como YoonGi se sentía

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Los días pasaron, todo se mantenía de una manera monótona para las personas, asistiendo al colegio, en el trabajo, a cualquier lugar que fueran o así es como YoonGi se sentía.

—YoonGi necesitó que vayamos al centro comercial.

—¿Y por qué tengo que ir yo? Ahí está Namjoon.— Señaló con su dedo índice al moreno que yacía en el otro sillón mirando televisión.

Jin suspiro molesto ¿Qué tan difícil era acompañarlo?

—¿Recuerdas la última que fue conmigo? No quiero que pase eso de nuevo.

El pálido miró a su padre y sin poder contenerse se hecho a reír, realmente lo recordaba ¿Cómo iba a olvidar que tiro todo un estante de frascos de mermelada? Aquel día gastaron una fortuna para solventar la deuda, sobre todo la cara de susto que ambos pusieron y las miradas que se ganaron.

—Yo solo quería el frasco que estaba arriba.— Se defendió ante la risa que aún mantenía YoonGi. —Pero esta vez prometo ser más cuidadoso.— Se levantó del sillón apagando el televisor y caminando hasta Jin.

—Pero NO toques nada, absolutamente nada.— Cuando ninguna risa resonó por la sala Jin tomo de la mano a su hijo para jalarlo al exterior, no iba a permitir que se quedará encerrado en casa, menos cuando sabía que aquel sueño había vuelto y cada vez que eso pasaba el animo de su hijo se veía afectado... aunque también quería que cuidara que Namjoon no tocará nada.

Subieron al auto, luego de varios minutos ya se encontraban en el centro comercial buscando diversas cosas que ocuparían, Jin eligiendo los productos, YoonGi al mando del carrito de compras empujándolo en las direcciones que su padre iba y Namjoon detrás de ellos observando, sin tocar nada como le habían dicho, aunque sin que alguno de ellos se diera cuenta pasillos atrás había tomando entre sus manos una bolsa de arroz ¿Cómo fue que la rompió? Él tampoco lo sabía pero termino culpando a un niño que estaba a su lado y por suerte le creyeron haciendo que aquel recibiera un regaño.

—YoonGi, pásame un aceite de oliva así como tú.— Habló Jin mirando la lista de compras reteniendo la risa que quería escapar.

—¿Cómo yo?— Hizo un gesto de confusión al no entender lo que le había dicho.

—Si... Extra virgen.— Ambos padres comenzaron a reír ganando la atención de varias personas que se alejaban con rapidez, mientras las mejillas del pálido se coloreaban de apenas un rosa perceptible y con un gesto de total enfado.

—¿Y cómo sabes que lo soy?— Atacó de manera fría conteniendo las ganas de aventarles algo para que dejarán de reír.

Ambos limpiaron las lágrimas que tenían a causa de la risa tratando de respirar con normalidad. —Eres mi hijo, y lo sé.

Aquello hizo que frunciera el ceño mirándolos con furia, aunque no podía negarlo, tenían razón. Tomó lo que le pidieron y lo puso en el carrito comenzando a caminar nuevamente sin dirigirles la palabra mirando a cada persona que estaba de compras.

𝑷𝒓𝒆𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒂𝒅𝒐𝒔 [𝖄𝖔𝖔𝖓𝖒𝖎𝖓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora