Abrí los ojos y me encontré desnudo y solo. La oscuridad inundaba la habitación, pensé que había tenido un sueño maravilloso con una mujer con todas las letras, pero escuche a Anna que estaba en la cocina y tarareaba una melodía que estaban pasando en la radio. Me encantaba escucharla cantar y ahí me di cuenta que todo lo vivido no había sido un sueño sino una hermosa realidad.
Recordar su cuerpo desnudo sobre el mío, me llevaba al placer absoluto. Anna era apasionada, sensual, una mujer que te llevaba a lo más alto del placer.
Me quede en la cama recordando lo que nos había pasado, esos instantes lleno de fogosidad absoluta. No quería separarme de ella, la necesitaba, era el néctar de mi cuerpo.
Me levante, me vestí y camine hacia la cocina donde ella se encontraba. Como estaba de espaldas, la rodee con mis brazos en su cintura y le bese el cuello.
_ Sos maravillosamente bella_ le dije mientras Anna se daba vuelta y me miraba. La vi sonrojándose y eso me encanto y le bese los labios. Ella respondió besándome y abrazándome.
_ Basta_ me dijo Anna distanciándose _ estoy cocinando y si te beso nuevamente no voy a responder por mí_ me dijo y se sonrió
_Ok_ le respondí sacando mis manos de su cintura y levantándolas, y me sonreí.
_ Vos sos maravillosamente bello_ me dijo Anna_ ya están listas las pastas
_ Qué bueno!_ le dije, la mire y sonrie_ tenía mucha hambre
Estuvimos toda la cena disfrutando de una maravillosa charla. Anna era una apasionada de su trabajo, de su lugar. Me conto las historias de los turistas que pasaron por su hostel. Esa casa era un lugar de encuentro de extranjeros con sus costumbres, con sus aromas y sus lenguajes. Anna siempre estaba dispuesta a todos y todas, no solo en su lugar sino ayudando a quien lo necesitara y por momentos haciendo de guía de turismo.
Cada relato contado por Anna era un cuento, ella lo relataba tan bien que pude imaginarme a los mellizos que vinieron de India a conocer Baires y se encontraron perdidos en el tren que los llevaba a Retiro y tuvo que salir Anna a buscarlos porque no sabían dónde estaban.
La miraba hablar y sus ojos color castaño se emocionaban con cada palabra que me decía. Mientras hablaba la observaba, sus labios eran carnosos, invitaban a besarlos siempre, cuando se sonreía se le iluminaba el alma. Sus manos suaves hacían gestos al aire mientras me relataba lo que pasaba en su hostel.
Yo no me quede atrás con la conversación, Anna me escuchaba atenta lo que le contaba. Hable sobre la serie que fue filmada íntegramente en inglés, le decía que para mí fue un desafío, porque a pesar de que no me costaba el idioma, no era el idioma turco. Anna me sonreía, me miraba con atención y me dejo hablar. Nunca sentí que ella me miraba con admiración, sino como su hombre que le estaba contando un día de su trabajo. Eso me encanto, estaba acostumbrado a los piropos de las fans, a las miradas llena de fascinación por el actor que soy, pero soy solo un hombre y Anna vio eso en mí.
La cena se fue terminando, Anna cocina espectacular, sus pastas fueron las mejores que había comido en mi vida. Después de acomodar la cocina, nos sentamos en el patio a tomar un café, la noche estaba estrellada y Anna había puesto un musical que nunca en mi vida había escuchado. Ella me conto que ese musical lo había visto cuando era muy joven, se llama Dracula El Musical y es una bella historia de amor, pasión y muerte. Comenzó a tararear uno de los temas y la iba escuchando cantar:
"Soñar hasta enloquecer, que estas a mi lado, más cuando despierte, no te encontrare"
Anna me miro y se sonrojo
_Perdon_ me dijo_ es que amo este musical y cuando lo escucho no puedo dejar de cantar.
_ No me pidas perdón_ le dije, la tome de la mano y se la bese_ Me encanta escucharte cantar_ le dije mientras me acercaba a ella, deje su taza en la mesa y la levante para poder bailar parte de ese musical.
Estuvimos abrazados en el patio, danzando muy lentamente cada nota musical que se escuchaba de fondo, mire a Anna, sus ojos castaños me miraron con amor. Sus labios me invitaron a besarlos. Nos fundimos en un beso lleno de pasión y nuestros cuerpos nos invitaron a vivir nuevamente el baile del frenesí sexual. Nos encontramos en mi habitación y nos fundimos en el más profundo placer.
ESTÁS LEYENDO
NADIE MAS QUE TU
RomanceAnna es dueña de un hostel para turismo local y extranjero. Con sus casi 50 años tiene una vida armoniosa, pero todo cambia cuando llega a su vida un turista muy especial.