CAPITULO 8

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Quería que Can se llevara una bella impresión de mi ciudad, de mi gente, de mis lugares favoritos. Nos fuimos juntos tomados de la mano hasta la parada de colectivo, para poder llegar a donde quería llevarlo, el viaje era largo y no íbamos a tomar un taxi, quise que se sintiera uno más entre la multitud.

Me miro sorprendido cuando nos subimos al colectivo, camino hacia el fondo y nos sentamos en los asientos de a dos, me dejo el lugar de la ventana, aunque me hubiese encantado que él se sentara en ese lugar, así podía señalarle todos los sitios que tanto me gustaba.

Can es un hombre alto, imposible que pudiera pasar desapercibido, aunque llevaba anteojos de sol y el cabello atado, más de una mujer se lo quedo mirando, tal vez porque lo conocía de la tv o quizás por ese aura de masculinidad y belleza de presencia que posee Can que nos grita " acá estoy" dentro del colectivo. Me reía de ver las miradas ajenas, él nunca se dio cuenta porque estaba mirando lo que le señalaba.

Bajamos en pleno centro. Cuando comenzamos a caminar, me tomo de la mano muy tímidamente, lo mire y me sonroje.

El obelisco fue algo que le llamo la atención, le conté la historia de como llego a ser un monumento histórico de nuestro país. Tome mi celular para sacarle varias fotos, en todas ellas se lo veía súper feliz. Después me saco mi aparato y nos tomamos varias selfie con el obelisco de fondo.

Caminamos por la calle Corrientes, le conté que los mejores musicales y las mejores obras de teatro se presentan sobre esta avenida, la noche porteña es una de las mejores y que los turistas quedan fascinados. Seguimos tomados de la mano caminando hacia Puerto Madero. Nos topamos con la Fragata Sarmiento, que estaba anclada y abierta para el público general, , ingresamos para que Can pudiera ver nuestro buque escuela y emblema de nuestra Armada.

Cuando salimos de ahí, nos quedamos parados mirando el agua, apoyados sobre la barandilla, el sol estaba cayendo y entre los edificios se veía los colores anaranjados de un bello atardecer. Can se quitó los lentes, me tomo de las manos y me miro. Esos ojos color café eran magnéticos, cuando iba a besarme, se acercó una señora mayor.

_Discúlpame_ le dijo a Can_ vos sos Can Yaman?_ le pregunto con la mirada llena de asombro.

Can me miro sin entender el idioma, sabia pocas palabras en español.

_La señora pregunta si sos Can Yaman_ le dije en inglés y me sonreí. Can me miro y me sonrió, miro a la señora y asintió con la cabeza.

_Ahhhhhhh NO LO PUEDO CREER!!!!_ grito la señora, Can la miro y me volvió a mirar y se rio_ puedo sacarme una foto con vos?_ le pregunto y siguió hablando _ te miro todas las tardes con mis nietos en la tv, el canal pasa mucha publicidad, vos podrías hablar con ellos para que no den tanta publicidad?_ le pregunto la señora, lo mire a Can y le hice de traductora mientras me reía a carcajadas.

_ Voy a hacer lo posible_ le dijo Can mientras le traducía a la señora lo que dijo.

La señora se acercó, lo abrazo con mucha fuerza, le acaricio el rostro y me dio el celular para que le saque una foto. Me aleje riéndome para poder tomar la foto. Hice varias tomas para que tenga un bello recuerdo y le entregue el celular. La señora volvió a abrazarlo y le dio un fuerte beso en la mejilla

_ Cuídate nene_le dijo_ y come bien porque estas muy flaquito_ la señora se fue caminando en otra dirección y el me miro sin entender tanta efusividad y mientras le traducía lo que le dijo me iba sonriendo. Can me rodeo la cintura y quedamos frente a frente. Me beso apasionadamente y seguimos caminado.

Llegamos a la Costanera Sur y como ya era hora de cenar, le propuse que comiéramos un buen choripán.

_ Choripán?_ me pregunto sin entender.

_Si, choripán, para que sepas de que se trata, se lo voy a pedir al vendedor del carrito_ le dije mientras me reía. Me resultaba cómico su rostro totalmente sorprendido.

Arme los dos choripanes con salsa criolla y antes de comerlos, le explique qué era. Le conté que los chorizos se pueden hacer con carne de cerdo o de res. Que seguramente el que estábamos comiendo era de cerdo. La salsa era una mezcla de cebolla y distintos morrones cortados en daditos y puestos en aceite. Si o si el choripán se comía entre dos panes, es por eso venia el nombre.

Caminamos por Costanera Sur hasta la fuente Las Nereidas hecha por Lola Mora, mientras le iba contando cuando fue hecha y cuando se colocó en ese lugar, previo pasar por varios lugares. Can saco varias fotos y nos sacamos varias selfie. Nunca me soltó la mano, siempre nuestros dedos entrelazados, llenos de intimidad absoluta.

Antes de llegar a la parada de colectivo, me volvió abrazar y en la oscuridad que nos inundaba, me beso apasionadamente.

Sabíamos que en unos días todo lo que nos estaba pasando, se iba a cortar por la distancia y por nuestras obligaciones, estuvimos hablando sobre el tema, pero yo sabía que todo lo vivido iba a ser un hermoso recuerdo. Nuestros trabajos, nuestras vidas, nuestras edades marcaban la diferencia y sabía que él tenía que crecer en su carrera para llegar a la cima de todo. Sabia también que se merecía una mujer que lo acompañe a lo largo de su carrera, en mi caso era imposible, mi vida, mi trabajo, mi lugar en el mundo estaba acá, del otro lado del Atlántico.

Nos subimos al colectivo y mientras íbamos en viaje, Can me abrazo, lo mire, cuantas cosas hubiera querido decirle, pero no pude hablar. Mi corazón latía desesperadamente y un sinfín de sensaciones me invadían desde que Can había llegado a Baires, todo mi ser pedía a gritos que este momento no terminara nunca, no encontré las palabras para explicarle lo que sentía... que lo amaba, que deseaba regalarle lo mejor de mí, mi amor, mi tiempo, mi cuerpo, mi persona.

Estuvimos en silencio, disfrutando de nosotros, sabiendo que pronto llegaría nuestra despedida.

NADIE MAS QUE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora