Prólogo

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El cielo estaba nublado. Había pasado tan solo una semana de nuestra llegada a Qatar. La presión y nerviosismo siempre presente, más ahora luego de la perdida lamentable en el primer partido. Nos habíamos confiado demasiado, por ende la desilusión del momento fue destrozadora.

El hotel en el que nos alojabamos era muy cómodo. Tenían los mejores servicios posibles, suficiente para descansar y recuperar energía. Liberar la mente y de paso reflexionar sobre muchas cosas.

El dieciséis de noviembre, hicimos un juego para designar los compañeros de cuartos. A De Paul se le había ocurrido la maravillosa idea de que debía ser algo aleatorio, así mejorabamos nuestra unión como grupo.

La cuestión consistía en el típico juego de cartas, solo que era algo diferente. En el cual el Dibu— deseabamos que lo hiciera el Dt pero  presentíamos que no accedería a tal petición— decía que anotaramos atrás de una carta elegida por cada uno, nuestros nombres, sin que nadie mas qué el veintitrés supiera. Para los que eligieran el mismo número de tarjeta, fueran emparejados en una habitación. Aunque claro, estaba la obvia posibilidad de que más de dos hayan puesto lo mismo, por ende el método de organización iba a ser según en como habían salido— los naipes eran metidos en un bolsa. Para que luego, el poste de luz sacará una por una mientras iba anotando lo que leía en la pizarra pequeña.

Los equipos se iban armando lentamente, Emiliano ya empezaba a tener complejo de profesor mientras los designaba—como maestro que ordenaba a sus alumnos con quien compartir banco—. Hasta que llegó mi turno, anotó mi nombre y el número de carta que escribí. Aparte que era el jugador número nueve, también había elegido una carta del mismo valor.

Al paso de minutos, luego de tantos pasantes, salió por fin la de mi próximo acompañante. No me sorprendí al ver quién era, para nada, siempre solíamos tener ciertas similitudes. Así que ver el nombre de Julián Álvarez al lado del de Enzo Fernández, no era algo que me molestará. De hecho, hasta sentía un sentimiento indescriptible. ¿De alivio?, quizás.

Solo era algo agradable.

Por ende, así es como llegamos a ser compañeros de cuarto. La verdad, es que casi ni discutíamos—según los medios y el resto de la scaloneta—, teníamos una linda amistad.

Lo observé lentamente , jugaba un jueguito en el celular. Recién habíamos llegado de entrenar, y este ya se encontraba limpio , acostado y mirando cómodamente la pantalla. Notó mi mirada, y al instante sonrió, arrugé los ojos por tanto brillo. Este chabon seguramente se lavaba los dientes con una pasta de diamantes, no me cabía duda.

—¿Viste?— comentó de la nada. Fruncí el ceño con un sentimiento de intriga.

—Soy hermoso—dijo con toda la sinceridad del mundo. No comprendí su repentino comentario.— Vamos hermano, por algo me estás mirando. Estas observando mi belleza eterna.

—No tan eterna.

—Pero al menos actual.

—Anda a dormir.— dije mientras me recostaba sobre la cama blanca, observando el techo.

—Ves, no tienes tal capacidad de negarlo. Soy precioso.—sonrió como niño pequeño riéndose, para luego dirigir su mirada de nuevo a la pantalla.

A veces tenía comentarios muy narcicistas, se sabía que amor propio no le faltaba. No era feo tipo, de hecho era muy atractivo, pero si se lo decías seguro se creería el ser más hermoso del mundo. Aunque quizás...no estaba tan lejos de serlo.

[...]

Estábamos a unas horas del partido ante México, está vez el resultado debía ser diferente o si no estábamos al horno.

Scaloni se encontraba explicando algunos factores del juego. Como siempre, se había quedado hasta tarde analizando los últimos partidos de cada contrincante. Este sujeto sí que era increíble.

Al lado, estaba el diez, cebando mate. Aún no cabía en mi mente que me encontraba en el mismo equipo que aquel sujeto, no todos los días estás al lado de tu ídolo, y menos al lado de Lionel Andrés Messi. Bueno, quizás para mi desde que estaba en la selección—porque me encontraba allí desde hace un buen tiempo—ya era algo normal, pero aún no estaba muy consciente al respecto.

Luego de escuchar la explicación, me senté junto al Papu. Estaba planeando hacerse un nuevo look, quería un corte al estilo Beckham. Aunque se lo iba a hacer si salíamos victoriosos ante México, así que estaba delirando que tan genial se vería.

—Es que es más que obvio que me veré divino—no sé que pasaba en esta selección. Pero últimamente había mucho ego respecto autoestima. Qatar ya afectaba de una forma notoria.—¿Verdad, lio?

—Eh, sí.—afirmó, mientras le daba un sorbo a su mate. Simplemente increíble.

—Sí el capi lo dice, será verdad. Ves Juli, fíjate que ganaremos. Tengo ese presentimiento. — dijo sonriendo de costado a costado Alejandro, mientras ponía su brazo en mi cuello iniciando una especie de abrazo. Con su otra extremidad deliraba de lo que próximamente pasaría. Y de su corte, claro.

Pasaron las horas y ya nos encontrábamos en el estadio. El himno Argentino estaba a segundos de sonar , y todos estábamos junto al otro. En ese momento me encontraba entre el Licha y Fernández. Supuestamente ese día yo no iba a ser titular, pero al último momento lo fui.

Tenía un sentimiento de preocupación. Honestamente, nunca solía ponerme nervioso minutos antes de un partido. Pero este caso era diferente, si perdíamos en este, seguramente saldríamos eliminados en fase de grupos. La preocupación de que lo más posible era que iba a ser último mundial de Messi y Di María, era una idea que me aterraba. Perder y que no puedan levantar la copa. Dolía mucho.

—No te preocupes.—dijo Enzo al lado mío mirando al frente, su cara mostraba pura seriedad .—Nuestro camino no se acabará aquí. Tené esperanza, confía en nuestro equipo, en mi. Nos irá bien, ya verás.

Su voz fue algo tranquilizante, aunque un revoltijo se formó en mi estómago. No de nervios, no sabría especificar sobre qué. Debía estar tranquilo, no me iría mal por creer en sus palabras. Debía hacerlo.

[...]

El primer tiempo fue algo agotador. Aunque en el segundo, el gol de Lionel abrió la fuerzas de esperanzas para todos. Por algo era el mejor del mundo.

No pasó mucho tiempo, para sentir aquella adrenalina increíble. En el momento en que, el número veinticuatro lanzaba la pelota hasta el arco donde estaba Ochoa. "Tené esperanza, confía en nuestro equipo, en mi. ", comenzaban a tener un gran sentido en mi criterio. Mucho más que el tiro anterior del diez, este tuvo otro impacto. Genuino, con mucha más luz.

Apenas lo hizo, fue abrazado por Messi, para luego ir corriendo de una manera veloz hacía mi. Terminó de un salto a tener sus brazos al rededor mío, abrazándome con fuerza. Y a su vez, dejándome unas claras palabras en mi oído: "¿A caso no te lo dije? Qué confiaras en mi."

El tener su respiración tan cerca provocó cierto escalofrío. Uno que sentí en todo el cuerpo. Lo ignoré, parte de mi sabía que quizás con el paso del tiempo, podría ser otra cosa. Pero no era momento de pensarlo, de hecho no quería hacerlo, en ningún momento. Pero seguro que antes de ir a dormir —sin importar si ganábamos o no—,  el tema estaría momentáneamente en mi cabeza, sin dejar centrarme en el sueño.

—Dev

Muy Gay para Qatar┋ꫀׁׅܻꪀׁׅzׁׅ֬ᨵׁׅ᥊ׁׅյׁׅυׁׅᥣׁׅ֪ꪱׁׅáꪀׁׅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora