Capítulo 1 "Rey y reina"

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    Ex-estudiante de La Universidad de Ciudad Gótica, excomandante y psicóloga de Arkham. Actualmente me movía entre los pasillos de aquella cárcel creada para cada uno de los criminales más peligrosos de Gotham. Los estudiaba mientras los observaba día a día, de manera que acabé conviviendo con ellos, descubriendo sus carencias y afectaciones psicológicas, entendiendo sus trastornos y su locura... Intenté entender sus mentes para curar sus dolencias, pero no funcionó con todos.

    A los pocos meses de trabajar, me asignaron un preso bastante peculiar. Se llamaba Arthur Fleck, pero todos sus compañeros de distrito lo conocían por "J". Me avisaron de que era realmente peculiar a la par que pernicioso, mas yo me sentía con suficiente fuera de voluntad para tratarlo. Estaba completamente segura de que podría encontrar la manera de resolver su desorden psicológico. Sin embargo, su intelecto era algo complejo y difícil de comprender. Él era alguien sombrío y estaba atrapado en la cárcel de su propia cabeza, recordando día tras día la razón por la que se encontraba prisionero en esa solitaria celda. Culpaba al pasado de su miseria, una carencia afectiva que lo había convertido en el criminal más vil de Gotham. De hecho, de las pocas sesiones que llevábamos conseguí sonsacarle la mínima información sobre su turbia niñez.
El resto del tiempo se dedicaba a mantenerse en forma, haciendo entrenamientos físicos con los pocos recursos que le proporcionaba el patio de la cárcel. No hablaba con nadie y mantenía firme su compostura, siendo siempre alguien distante para el resto de presos. Aunque conmigo parecía ser diferente. Yo le observaba desde la ventana de mi despacho y con las ventanas abiertas me apoyaba de costado en uno de los extremos mientras apuntaba en mi carpeta la frustración que transmitía y eliminaba gracias a los ejercicios de fuerza que realizaba. Su pelo desteñido me facilitaba su localización, aunque él también terminó sabiendo la mía, todos los días... Ya ni siquiera podía mirarlo con libertad cuando él llevaba su obscena vista hacia mí persona cada vez que hacía una de esas flexiones con sus brazos.

    Le gustaba exhibir aquellos extraños tatuajes cuando se quitaba la camiseta para entrenar y alardeaba de la atención que le proporcionaba al mandarme desde lo lejos una liviana mueca que repetía sin parar

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    Le gustaba exhibir aquellos extraños tatuajes cuando se quitaba la camiseta para entrenar y alardeaba de la atención que le proporcionaba al mandarme desde lo lejos una liviana mueca que repetía sin parar. Lo hacía tantas veces como fuera necesario hasta que lograba sonsacarme una sonrisa. Sinceramente, pensaba que estaba consiguiendo acercarme a él.

    Cada sesión nueva que hacíamos se iba convirtiendo en una conversación que nos llevaba a contar nuestros deseos y secretos más oscuros, porque eso era lo que yo quería descubrir. Quería saber qué era lo que motivaba a "J" para ser así, por qué razón había caído en las drogas siendo tan joven...
Uno de esos días pregunté si había alguna posibilidad de poder liberarlo de las esposas durante la terapia. Quería que viera que podía confiar en mí y asustada me presenté en la puerta de su celda.

    —¿Está usted segura de esto, señorita Quinzel? —me preguntó el guardia de seguridad cuando me vió llegar.

    Por un segundo pensé en las consecuencias de que aquel hombre pudiese agredirme pero, "¿y si no lo hacía?", me dije. Podría curarle.

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