Capítulo 18 "Amor y odio"

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    Aquella misma noche, el murciélago volvió a aparecer entre las sombras de la ciudad para buscar pistas sobre el paradero de Kate Kane. Su nuevo aliado al que todavía no dejaba salir con él le había hablado de una posesión que Pamela Lillian aún tenía en su poder. Era un libro, un diario que ella misma había estado escribiendo durante todo este tiempo. Parecía un diccionario de muestras y recetas ocultas que dicha chica había empezado a almacenar para crear pociones a prueba y error. Kate le había hablado a Dick de ello y esto llamó la atención de Bruce.

    Aún así, el millonario Wayne no estaba recuperado al cien por cien. Sus heridas seguían cicatrizando y por el momento, el murciélago solo apareció entre la oscuridad de la noche para colarse en el piso compartido de los tres famosos estudiantes desaparecidos.
La casa, aislada por las cintas policiales, quedaba fortificada por aquellas enormes plantas que tomaban el salón y cada una de las habitaciones que lo rodeaban. Bruce se aproximó al dormitorio de Pamela, del cual recordaba montones de frascos multicolores y aparentemente inflamables. La mesilla, repleta de libros de botánica quedaba ahogada por marcas enumeradoras con las que la policía había identificado cada una de las muestras. Sin embargo, todo aquello parecía un laberinto de pistas sorprendentes para el futuro de la humanidad.
Pero él solo buscaba una cosa en concreto e indagando por los rincones de la desordenada habitación dio con el paradero de un tocho libro escondido bajo el doble fondo de un cajón. No había dudas, dicho cuaderno se trataba del diario de Pamela. Ahí tenía plasmada toda su aflicción, los secretos de su vida confidencial, así como cada uno de los enigmas que había dejado escondidos entre aquel laboratorio ilegal. De hecho, cuando Bruce cogió ese libro, sintió tener en sus manos un poder más grande que cualquier cosa y es que un escalofrío inundó su cuerpo, como si algo le estuviera diciendo que en ese mismo momento había descubierto la caja de pandora que iba a poner patas arriba a Gotham.

    Lo peor de todo es que el temor de Bruce Wayne era cierto. Las plantas comenzaron a tomar parte de la ciudad, empezando por Ace Chemicals. Las enredaderas se hicieron con la fábrica por completo e inundaron de naturaleza nueva la tierra que anteriormente había estado muerta.

    Entonces los ojos de Kate se abrieron. La chica se había despertado después de un largo sueño al que no sabía cómo había llegado. Sin embargo, sus pupilas se agrandaron de inmediato en cuanto observaron el pistacho color verde de los tanques de ácido. Puede que incluso su fuerte olor fuese el detonante del desvelo. Aún así, la postura que las raíces la hacían tener al mantenerla colgada en el aire no era muy cómoda. Y en ese momento fue cuando se dio cuenta de que se encontraba atrapada y en grabe peligro.

    —Ahhh... —exclamó despavorida e intentándose deshacer de las plantas.

    Mas ella misma intentó calmarse y guardar la calma. Ralentizó su respiración y cerró los ojos para intentar no pensar en qué situación se encontraba actualmente.

    —No temas —dijo una potente voz de mujer.

    Pero Kate decidió no escucharla. Tampoco abrió los ojos y apretó los párpados todo lo que pudo. Quería pensar que todo aquello era una simple pesadilla, aunque no lo fuera.

    —Tú me conoces mejor que nadie —siguió diciendo.

    Tras esto, las enredaderas comenzaron a moverse alrededor de su cuerpo e hicieron que Kate abriera los ojos ante la presencia de Hiedra Venenosa. Esta última también se encontraba alzada por las plantas y las hojas acariciaban algunos de los mechones de su cabello rojo.

 Esta última también se encontraba alzada por las plantas y las hojas acariciaban algunos de los mechones de su cabello rojo

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