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Pasaron unos años 4 para ser exactos, gracias a la insistencia de sus socios y la "necesidad" de un sucesor para guiar la empresa, los Diaz dieron una enorme fiesta de presentación para su retoño en la mansión, contrataron unos cuantos guardias qu...

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Pasaron unos años 4 para ser exactos, gracias a la insistencia de sus socios y la "necesidad" de un sucesor para guiar la empresa, los Diaz dieron una enorme fiesta de presentación para su retoño en la mansión, contrataron unos cuantos guardias que pudieran mantener la multitud a raya, unos cuantos meseros, ayudantes de cocina, a los que su querido mayordomo se negó porque el era muy capas de estas cosas, pero tubo que aceptarlo, el pequeño revoltoso no quería salir de su habitación porque su traje era ridículo y no pensaba salir con ese tonto chors con tirantes.

- joven amo los invitados están llegando.- trato de girar la perilla pero el pequeño niño listo le puso llave, genial nunca usa las llaves de las habitaciones porque ahí un montón de ellas y es difícil cargarlas.

- ¡no pienso salir en esto!- el joven se miro una vez más en el espejo, no sabía cómo a su madre se le ocurrió tal cosa, talves antes cuando era un mocoso de 5 le quedaba lindo y se veía adorable, pero ahora solo se sentía como un bufón así que con vergüenza tiro aquella prenda por su ventana, no pensaba usar eso menos delante de tanta gente.

- joven amo, el señor Thomas le dejo algo en su armario.- soltó un suspiro, ya estaba demasiado viejo para los berrinches del menor, así que con pesados empezó a buscar en el enorme manojo de llaves la adecuada para abril la puerta sin romperla.

Mientras dentro de la habitación el joven se ponía aquel traje completo, era de un negro brillante y tenía un corbatin, supuso que era porque los adultos usaban corbatas demostrando poder empresarial y el aum era demasiado joven para eso, aprendería directo de la mente más brillante que conocía, la de su padre, quien había creado su imperio desde el famoso pequeño taller.

- joven amo...- la puerta se abrió antes de que el mayordomo siquiera pudiera meter la llave mostrando a un avergonzado chiquillo que no podía atar su corbatin.- se ve muy bien joven Bruno.- arreglo el chaleco que había sido abrochado torpemente, ato el corbatin rojo con maestría aprendida de hace años y dejó que el joven se vira al espejo una vez más.

- es como si fuera echo especialmente para mi.- El mayordomo se puso tras el para acomodar los largos cabellos azabaches, talves debería darle un recorte después, a este paso el mechón en su frente taparia sus ojos.

- es porque el maestro Thomas lo mando hacer a su medida.- con un gel que estaba en el baño y un pequeño peine terminó su trabajo, ahora se veía pulcro y elegante, estaba bastante contento con su trabajo.

- ¡Bruno! Tu padre está apunto de nombrarte frente a sus socios...- la mujer apenas entró al cuarto puso sus manos en su boca para callar la sorpresa y avergonzar a su pequeño.- te ves precioso.- le dio un beso en la mejilla para comenzar a guiarlo asta donde su padre lo esperaba, frente a las enormes escaleras.

- así que el motivo de esta fiesta, es para presentarles a mi primogénito.- extendió la mano para que su mujer pudiera tomarla, acercándose junto a su hijo.- Bruno el futuro sucesor de todo mi trabajo.- Los aplausos se podían escuchar en todo aquel salón de baile, eso lo abrumo un poco pero su padre le había dicho que no debía mostrar debilidad ante todos esos hombres de traje, ya que sería su perdición si se daban cuenta.

La Mafia Wayne: Secretos de Familia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora