Takemichi Hanagaki un joven omega de dieciséis años, comenzó a vivir con su padre desde los cuatro años ya que su madre lo habia abandonado y nunca supo de ella, fue su padre quien lo habia criado desde entonces junto a la ayuda de sus queridos vecinos, ya que estos tenían un hijo de la edad de Takemichi, estos menores crecieron juntos y se hicieron grandes amigos hasta hoy en día, eran como hermanos, siempre contaba con la ayuda de este y sus demás amigos, a Takemichi nunca le falto nada, su padre lo habia criado de buena forma y jamás se puso nada en contra el menor, amaba a su hijo tal como era y era capaz de todo por el menor.
Manjiro Sano una alfa puro de veinticinco años, es el líder de la mafia mas buscada y reconocida en todo Japón, su familia por generaciones ha mantenido el rol de mafiosos por décadas y ahora junto a sus hermanos mayores son la generación que llevara a cabo grandes logros de ser los mejores mafiosos de conquistar su pais. Desde muy chico fue entrenado por sus padres de como pelear y defenderse, también a manejar ciertas armas blancas entre otras, termino sus estudios tanto secundarios y preparatoria por obligación de sus padres y ahora se dedicaba a lo que mas le gustaba ser, uno de los mafioso mas buscado y conquistar todo Japón.
Eran las dos y media de la tarde cuando Takemichi salía del colegio para ir a su casa, hoy el profesor de química habia faltado ya que no estaba bien de salud, en la escuela Takemichi era un chico aplicado y con buenas notas, le gustaba mucho los deportes y también las artes marciales, ya que por insistencias de sus amigos termino uniendo desde segundo año de secundaría hasta su ultimo año en preparatoria haciendo artes marciales, era bastante bueno y ya habia participado mas de una vez en campeonatos y habia ganado tanto como medallas y trofeos, era uno de los mejores en ese ámbito. De camino a su casa paso por una pequeño puesto donde vendían dulces, se le habia antojado unos dorayakis.
-Hola buenas tardes-.
-Buenas tardes joven Hanagaki, ¿Salió temprano?-.
-Así es señor Maito.....¿Me da unos dorayakis?-.
-Me han quedado solo cuatro, hoy se vendieron todos muy tempranos-.
-Me los llevo y también un café espumoso frio-.
-Enseguida-.
El hombre se puso hacer el café de su cliente favorito y también le calento los dorayakis para que los disfrutara mas, una ves que lo término se lo dio al menor y este le pago, habia una pequeña plaza cerca y se fue a sentar a una pequeña mesa, era un día lindo y corría un poco de viento, pronto seria otoño y Takemichi se quedo en aquel lugar hasta que unas voces se escucho cerca de el.
-Ya no le quedo mas dorayakis al viejo-.
-Pero si a esta hora siempre les queda los últimos-.
-Habrá venido alguien antes que tu y se los llevo-.
-Quiero mis dorayakis-.
-No empieces Mikey-.
Takemichi muy atento a la conversación ajena, vio que aun tenia esos dorayakis aun no la habia comido, solo tomo la bebida, sin pensarlo se levanto de su lugar con la bolsita aun tibia y se acerco a aquellos hombres que vestían de forma elegante.
-Disculpa....Ten-. Dijo Takemichi entregando la bolsa con los dorayakis.
-¿Perdón?-.
-Son dorayakis, se los acabo de comprar al señor Maito, no lo he comido aun y están tibios, ten te los regalo, supongo que vienes por los últimos a esta hora, por favor acéptalos-.
Aquel con el nombre de Mikey tomo la bolsita que el chico le habia otorgado, el menor le sonriso de una manera dulce y sincera y se fue, en ese momento un ligero aroma del menor salió y Mikey lo pudo oler, era Taiyaki uno de sus dulces favoritos, su alfa interno habia despertado de la nada y a pesar de tan solo una pisca de ese olor lo reclamo como suyo, su omega.
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Mi alfa un mafioso
RandomManjiro Sano era un alfa dominante jefe de la mafia mas buscada en todo japon. Takemichi Hanagaki es un joven omega dominante que vive una vida tranquila, o eso creía....