CAPÍTULO 6

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El señor Isogawa estaba en el puerto, esperando a que todos llegasen en el hidroavión. Era un hombre pulcro, de sesenta y muchos años, con el pelo canoso y un pequeño bigote. Era tal y como Alfonso se lo había imaginado, un hombre estricto, de voz suave, un hombre exigente.

Se inclinó al verlos y le dio la mano a Alfonso, pero antes de que éste pudiese presentarle a nadie, le dijo:

—Venga. Vamos al hotel. Le presentaré a mi esposa. Está deseando conocerlo.

Me alegro de que hayan venido todos. Nanumi es el lugar ideal para las familias.

Volvió a inclinarse, y luego hizo un gesto a los trabajadores del hotel para que llevasen las maletas a los alojamientos, luego se volvió y empezó a andar hacia un tejado de paja que se veía a lo lejos.

El hotel era una construcción baja, hecha con madera local, cristal y paja, y daba a una bahía. Alfonso había visto fotografías, por supuesto, pero en la realidad era mucho más impresionante. Anahí estaba a su lado, parecía sobrecogida.

Dena ni se habría inmutado. Había pasado mucho tiempo en el Caribe, donde su padre era propietario de una isla, y la belleza tropical no habría sido una novedad para ella.

Pero era evidente que Anahí estaba deslumbrada con la isla, el complejo y el hotel.

—Sentémonos aquí —dijo el señor Isogawa haciendo un gesto—. Y presénteme a todo el mundo.

Alfonso lo hizo. El señor Isogawa sonrió e hizo reverencias, dio la mano a todos los hombres y a sus mujeres. Tuvo un comportamiento muy cordial, muy correcto. Entonces, Alfonso tomó a Anahí de la mano y la hizo acercarse.

—Me gustaría presentarle a mi esposa, señor Isogawa. Ésta es Anahí.

—¿Anahí? —repitió él, olvidándose de las formas. Miró a Alfonso y luego, otra vez, a Anahí—. ¿Está casado con mi Anahí?

—¿Su Anahí?

El señor Isogawa le dio una palmadita en el brazo a Anahí y luego se volvió directamente hacia él.

—Sí, estamos casados —dijo ella sonriendo tímidamente.

Y el señor Isogawa juntó las manos, como si estuviese encantado, y les dedicó una sonrisa. Le hizo una reverencia a Anahí, y luego tomó sus manos y empezó a hablarle rápidamente.

En japonés.

Alfonso se quedó boquiabierto.


—No habla...

Pero, al parecer, Anahí sí hablaba japonés, porque le respondió. También en japonés.

Una Semana JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora