CAPÍTULO 9

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—He hablado con Leonie esta tarde —le comentó Anahí a Alfonso, tumbada de lado en la cama, acariciándole el pecho desnudo con un dedo, y luego con los labios.

—Umm —dijo él para darle a entender que la escuchaba, aunque su atención estaba puesta en otra parte. Se movió al notar que los labios de ella bajaban más, contuvo la respiración.

—Estás muy tenso —murmuró acariciándole el ombligo con la lengua, y bajando todavía más.

—No estoy tenso. Sino cansado.

—Pero, evidentemente, no te importa continuar —comentó ella sonriendo, sin dejar de acariciarlo.

Habían vuelto a la habitación después de la exquisita cena. Mientras que casi todo el mundo había aceptado la invitación del señor Isogawa de ir a tomarse una copa al bar después, Alfonso había dicho que Anahí y él tenían que revisar unos papeles.

—¿Revisar unos papeles? —había dicho Anahí poco convencida. Alfonso había esperado a que nadie los oyese. Luego, había sonreído.

—Los pondremos debajo de la cama.

Y Alfonso y ella se habían pasado dentro de ella casi el resto de la noche, salvo el rato que habían salido a la ducha exterior.

Habían hecho el amor con pasión, luego despacio, después como si fuese un juego. Anahí no podía pedir más. Había cercanía, confianza e intimidad entre ellos.

Pero no podía olvidarse de la cara de tristeza de Leonie.

—Tenías razón —comentó entre dos besos—. Había intentado seducirte.

—¿Te lo ha contado? —preguntó Alfonso incorporándose y apoyándose sobre los codos.

—Sí. De hecho, piensa que estás estupendo. Aunque hemos hablado más de Richard. Leonie está intentando ponerle celoso. Pero él parece no darse cuenta.

—Afortunadamente —contestó Alfonso secamente—. O todo esto se habría venido abajo. Aunque si de verdad a ella le importa, es un problema. A veces, Richard es inquebrantable.

—Y parece ser que hubo una época en la que lo era con Leonie. Pero cuando la consiguió, se olvidó de ella.

Alfonso metió la mano entre sus rizos.

—No la ha dejado exactamente en la miseria. Al menos, está sacando algo de su matrimonio —comentó—. Viaja por el mundo. Tiene una casa fantástica. Tres casas fantásticas, para ser más precisos. Y no estaría aquí si no fuese por él.


—No creo que sea el viaje a Fiji lo que le importa a Leonie. Ni las casas. Sino su matrimonio. Richard. Lo quiere.

Una Semana JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora