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Se sentía como si todos sus sueños hubieran sido sobre él. Aquella fue una epifanía sublime que lo cubrió todo por completo al momento de adueñarse de su cuerpo entre dedos. Y mientras profundizaban, la certeza se aparecía más divina.

Que Yoongi era arte y sueños a la vez. Besos, besos, se habían besado tanto que sus pieles estaban arrugadas de sal y no podía replicar el propio habla de su cuerpo: se sentía sediento, desesperado. Y sólo podía oír una voz oscura y confusa, recientemente descubierta dentro del calabozo que era su mente que lo instaba a hacer sufrir sus más bajos instintos.

Bajó sus dedos de a poco, admirando la piel lechosa, llena de pequeñas gotas que reflejaban la luz de las velas. Yoongi estaba sentado encima del borde del jacuzzi; Jimin aun frente a él, nadando bajo el agua.

La posición era perfecta para admirar el centro de su cuerpo.

—Yoongi, de verdad eres tan lindo —reconoció con un tono lastimero, porque realmente era injusto, no podía ser tantas cosas a la vez.

El tacto de Jimin fue descendiendo lentamente por el vientre hasta rozar el vello púbico, áspero por el reciente afeitado. Poco después, podía sentir el duro falo desprendiendo calor bajo su mano.

—Jimin-ah... ¿De verdad prefieres hacerlo de este modo? —volvió a preguntar el mayor, quizá por tercera vez en la noche.

—Me siento más cómodo explorando por mi cuenta —le aseguró—. No te preocupes y déjame hacerlo, Yoongi. Quizás... ¿empezar así está bien?

Jimin sostuvo con fuerza el miembro y entonces las piernas del mayor se abrieron por instinto. La imagen era completamente sucia. Su falo bombeando en un ritmo suave, las venas que lo cubrían latiendo en su sangre. Estaba tan embelesado que no podía despegar sus ojos de los suyos. Yoongi hundía el centro de sus cejas y los párpados se entrecerraban, tan aliviado de ser tocado como tenso al mismo tiempo.

—Lo haces bien, Jiminnie... —acarició su cabello.

—¿Puedo ir más rápido, hyung?

Entonces los ojos de Yoongi se abrieron de pronto, inmersos de oscuridad.

—¿Cómo me llamaste?

Las mejillas de Jimin se tiñeron de un profundo rosa.

—Lo siento.

—Hazlo de nuevo. Sigue, sigue y llámame hyung —le ordenó, el agarre en su cabello tensándose de pronto.

—Hyung... Yoongi hyung —susurró, admirando el glande del mayor chorreando como espesa miel.

Mientras más rápido bombeaba, podía sentir las piernas de Yoongi tensándose e incluso los dedos de sus pies arquearse sumergidos bajo el agua. Era una escena tan estimulante que su propio miembro dolía y en cierto punto, no pudo evitar tocarse a sí mismo mientras su vista se deslizaba de su sucia mano al rostro contrario. Yoongi se veía tan excitante apretando sus cabellos con fuerza y desarmándose ante él.

—Jiminnie, detente... —jadeó.

Su propia excitación ardía como fiebre y sin embargo se detuvo. Entonces Yoongi lo tomó de la cintura con una sorprendente agilidad y lo subió en la esquina del jacuzzi. Éste era tan espacioso que incluso tenía unos gruesos bordes para sentarse o incluso, poder acostarse.

La piel de Jimin se estremeció ante el cambio de temperatura, pero poco pudo reclamar cuando sintió la mano de Yoongi en su propio miembro. Él comenzó a masturbarlo mientras metía una serie de dedos dentro de su boca.

—Lo siento, Jimin-ah. Pero eso no estaba siendo nada justo y comenzaba a impacientarme por tocarte —le sonrió ladino, algunos mechones negros mojados por el agua.

ᴇʟ ᴄʀᴜᴄᴇʀᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ - (ʏᴍ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora