⚓ Epílogo ⚓

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Un año había pasado desde que se mudó con su esposo a la base militar de Daegu y en ese tiempo, Jimin había aprendido tantas cosas. Cuando viajaban en el mar, Yoongi se emocionaba tanto como un cachorro y no se despegaba de su lado cada vez que tenía un momento libre. Era en esos momentos, generalmente a la noche, cuando los marinos estuvieran dormidos, que Yoongi le pedía permiso al timonel para enseñarle a manejar el barco a su esposo. Por supuesto que el timonel aceptaba, no sólo porque Yoongi era el Primer Oficial sino también porque apreciaba tener un tiempo libre.

Jimin había aprendido a manejar un timón con ayuda de su esposo y había logrado instruirse en la lectura de mapas, brújulas, las partes de un barco e incluso, Yoongi le había enseñado a leer las nubes del cielo y la marea. Su esposo se emocionaba tanto con sus progresos, pero Jimin era el que estaba más feliz. Siempre había deseado esto sin siquiera saberlo. Poder viajar con el amor de su vida, sentir el sol de altamar con ese fuerte aroma a sal que no podría dejar ahora por nada del mundo. Y ver la luna caer en el cielo estrellado sobre las olas, besarse los labios y compartir cada momento lejos de todo, a millas de distancia, pero juntos.

Por supuesto que no estaban en mar los trescientos sesenta y cinco días. Algunas semanas se quedaban en su departamento de Daegu, en días como ese Yoongi asistía a sus entrenamientos en la base militar de siete de la mañana a siete de la noche, eran doce horas diarias pero tenía los domingos libres y los sábados, cumplía sólo la mitad de la jornada. Sus músculos se habían fortalecido otra vez y aunque Jimin extrañaría sus mejillas gorditas cuando estaba en Busan lejos de sus entrenamientos, no podía quejarse tampoco de los músculos de su esposo y cómo lo alzaba en brazos con una facilidad sorprendente.

Entre otros beneficios.

Jimin no se quedaba sin hacer nada esos días, claro que no. Aprovechaba a pasear por el pueblo de Daegu y publicaba las crónicas de su viaje, las cuales eran tan exitosas que se habían vuelto una revista independiente. Sí, Jimin se había vuelto una especie de modelo influyente, tenía muchos seguidores que querían saber de su vida y lo alentaban a seguir publicando las crónicas de todo lo que aprendía y veía en la marina con su esposo. Simultáneamente, Jimin sentía que el mar lo había inspirado tanto que comenzó a escribir su primera novela, la cual fue un éxito al nivel de Taehyung.

Le había pedido algunos consejos a su amigo escritor y él estaba tan feliz de sus progresos. Jimin se había vuelto un apasionado empedernido de la escritura, solía decir que veía cientos de historias en los ojos de su esposo y quería cumplir cada una de ellas. Nunca pensó que algo podría emocionarlo tanto en su vida, pero en el fondo, siempre lo supo.

Que aunque ser un reportero exitoso era una idea genial, siempre había sido el sueño que sus padres esperaban para él. Se sentía orgulloso de sí mismo haciéndolos sentir orgullosos. Pero en el fondo, siempre quedaba ese sentimiento vacío de quedar atrapado en los deseos de los demás. A Yoongi le había sucedido algo parecido. Él también deseó ser Capitán la mitad de su vida únicamente para poder continuar con el legado de su abuelo y lidiar su pérdida. No era lo que él realmente anhelaba para su vida.

Su sueño era viajar por el mar, tener una vida tranquila al lado del hombre que amaba, y no veía nada de malo con tener un deseo como ese. Todo el mundo merecía tener un sueño así.

Yoongi supo que había tomado la decisión correcta, que jamás seguir aquello que te hace feliz es errado, y la vida volvía a recordárselo cada noche cuando volvía de entrenar y se encontraba la espalda de su esposo en el escritorio, con sus lentes redondos y escribiendo sin parar. A veces lo encontraría dormido y el perfume de una deliciosa cena lo invadiría desmedido, con un sentimiento cálido que hacía rugir sus tripas y sacudía su corazón a la vez.

ᴇʟ ᴄʀᴜᴄᴇʀᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ - (ʏᴍ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora