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-Me tropecé contigo por accidente, te llevaste mi maleta, te salvé la vida...- Lo volví a interrumpir. No podía permitir que te continuara intimidandome.


-Lamento informarte que no soy capaz de comprender la gravedad de la situación, dado que no me informas nada. Así que no soy capaz de saber si es cierto o no que he estado en peligro en algún momento. ¿Cómo sé que no eres tu el malo?-


-Aquí no hay buenos ni malos. Hay individuos que no llegan a un acuerdo y por tal razón se enemistan-.


-Me parece que tu concepción del bien se ve interrumpida por tu falta de juicio. Mi persepsión es que un criminal anda armado, con guaridas secretas para esconderse de sus enemigos, secuestrando a cualquiera que se les pare en frente. Si esa maleta es robada o si alguna vez has matado a alguien, entonces, ¿no eres tu un criminal?-


Siwon estaba alterado. Resoplaba por la nariz. Tu tenías razón y él lo sabía. Se volteó y pegó un grito de frustración.


-Dos mentes no tienen porque coincidir. Eres libre de pensar lo que quieras-.


-¡Perfecto!- respondí entrando en su cuarto. -Y ya que soy la rehén, me quedo en tu cuarto y tu puedes dormir en la sala con tu adorada y explosiva maleta-.


Di un portazo y puse el seguro. -No puedo creer que este lugar no tenga otra salida- dije antes de quedame dormida pensando inutilmente en una forma de escapar.


Pasamos varios días allí encerrados. Hablabamos poco. Yo estaba molesta, no sabía ni por qué. ¿Qué era en realidad lo que me molestaba? La incertidumbre me traía loca. Mataba el tiempo leyendo. Siwon tenía una gran colección de libros, que para tu suerte en su gran mayoría eran en inglés.


Durante esos días no nos hizo falta nada. Había comida suficiente para ambos. En un inicio él cocinaba, pero luego comencé a cocinar yo porque extrañaba la comida de mi país. Por suerte, él no se quejaba.


Al cabo de una semana y media más o menos fui a la sala y me senté a su lado mientras él miraba televisión. No dije nada. Así pasamos un rato.


-¿Vas a continuar sin hablarme?- preguntó él de pronto.


-¿Es que tenemos algo de qué hablar?-


-¿Siempre respondes a la defensiva?-


-En realidad no-. Y luego de pensarlo unos segudos añadí: -Solo contigo-.


-¿Por qué?-


-También es un misterio para mi-.


-Está bien voy a responder hasta donde entienda que no corres peligro- dijo. Lo miré por el rabillo del ojo y sonrió. Allí estaban aquellos oyuelos otra vez.

Imagina con SiwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora