𝐗.

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Una vez las clases terminaron, se quedó en la salida esperando a Sunoo, quien aún no salía.

Seguía pensando en lo que había pasado en clases, y no podía evitar sonreír y sonrojarse al recordar cuando el mayor le había tomado la mano.

¿Acaso estaba soñando? 

Esperaba que no, porque ahora tenía una mínima esperanza de que Sunoo sintiera algo por él.

— ¡Ni-Ki! — una voz lo sacó de sus pensamientos, la cual reconoció al instante.

Volteó, y pudo ver al mayor parado, sonriéndole.

Sonrió automáticamente y se paró de la banca para ir donde él.

— Lo siento por hacerte esperar, el profesor me pidió hablar con él al final de la clase. — volvió a hablar el más bajo con un puchero. 

— Oh, no te preocupes. Tengo todo el día para esperarte. — respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

El mayor se sonrojó ante ese comentario, así que golpeó el hombro del contrario y susurró un inaudible "idiota".

— Vamos mejor, se nos hará tarde. — dijo para luego tomar su brazo y hacer que caminara.

Ni-Ki sólo rió ante esa acción, y comenzó a caminar.

...

En el camino, Sunoo se limitó a mirar al menor, quien hablaba de todo lo que había hecho con los chicos la semana que estuvieron separados.

Sólo podía fijarse en su linda sonrisa, la emoción con la que hablaba, como sus ojos brillaban, y como daba pequeños saltitos mientras explicaba cada cosa.

Podía asegurar que Ni-Ki era la persona más preciosa que había visto en su vida.

No sabía con exactitud cuando había comenzado a tener sentimientos por el menor, pero no pensaba reprimirlos, y tampoco le importaba que el menor se diera cuenta. Porque sus sentimientos eran tan fuertes que no podía esconderlos aunque quisiera.

Estaba tan concentrado mirándolo, que no se dio cuenta cuando habían llegado al departamento.

Ni-Ki sacó las llaves de sus bolsillos, y ambos entraron.

Dejaron sus mochilas en el sillón como siempre, y el menor dejó sus llaves colgadas en la puerta.

— Sunoo, ¿tienes algo que hacer hoy? — preguntó el menor.

— Mm, no, ¿por qué? — habló el mayor.

— Es que, estaba pensando... ¿quieres ir al cine más tarde? — volvió a preguntar el menor, con notable nerviosismo.

— Oh, ¡claro que sí! — exclamó mientras sonreía.

— ¿E-en serio? — aún no lo podía creer. Creía que no aceptaría pero no fue así.

— Claro, Nini. — respondió.

Otra vez ese maldito apodo, ¿acaso no se daba cuenta que le provocaba treinta infartos al mismo tiempo?

No le gustaban los apodos, pero si se los daba el mayor, podrían empezar a gustarles.

— Bien, Nunu. — sonrió el menor mientras tomaba su mochila y subía a su habitación.

𝐑𝐎𝐎𝐌𝐈𝐄𝐒 - sunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora