𝐗𝐈𝐈𝐈.

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Sus clases habían terminado hace una hora, pero se había prohibido irse aún. Así que se encontraba sentado en una banca esperando a que el mayor saliera.

Había estado pensando todo el día en decirle sobre sus sentimientos al mayor; cómo, cuándo, y dónde; y ahora estaba decidido a hacerlo.

Realmente quería decirle que le gustaba, y que este lo correspondiera de igual forma.

No le importaba arruinar su amistad, a este punto, nada le importaba.

Sólo quería ser valiente por una vez en su vida, y declararse al fin. Porque se sentía incapaz de seguir fingiendo que no le pasaban cosas con Sunoo.

Pasaron unos minutos, hasta que por fin vio al mayor salir, pero no estaba solo.

Estaba con el mismo chico de la otra vez, Taehyun, hablando y riendo.

Su pecho comenzó a doler cada vez más.

La presencia de ese chico siempre lo hacía sentir inseguro, inquieto, molesto, pero sobre todo, celoso.

Odiaba sentirse así, pero era inevitable.

Quería irse para evitar ver esa escena, pero al parecer sus celos eran mucho más fuertes que él.

Se levantó de la banca y se dirigió donde Sunoo.

Una vez estando cerca del mayor, tocó su hombro, y habló.

— Nunu, hola. — llamó.

Sunoo se volteó, y sonrió.

— Hola, Nini. — saludó con una sonrisa de oreja a oreja. — ¿Qué haces aquí? ¿Tus clases no terminaron hace una hora? — preguntó confundido.

— Ah... sí, sí, pero... yo... te estaba esperando. Quería saber si nos podíamos ir juntos... — respondió casi en un susurro mientras se rascaba la nuca.

— Oh, Nini... — hizo un puchero. — Lo siento, yo... tengo que ir donde Taehyun para terminar un trabajo... — terminó de decir aún formando un puchero en sus labios. 

— Oh... — sintió como su pecho se oprimía, y comenzaba a doler. — Está bien, entiendo... — dijo con una sonrisa fingida.

Su corazón dolía.

Sentía como un nudo se formaba en su garganta, y las lágrimas que se habían formado en sus ojos pedían salir a gritos.

— En serio lo siento, Nini. Si fuera por mí, iría contigo, pero debemos terminar ese trabajo. No nos queda mucho tiempo para entregarlo... — habló el mayor.

— Está bien, no te preocupes, Nunu. Me iré entonces... — mencionó en un susurro, tratando de no llorar al frente de él.

— Sí... adiós. — respondió el mayor.

Se dio media vuelta, y comenzó a caminar.

...

Una vez lejos del mayor, las lágrimas que se había prohibido derramar, comenzaron a caer por sus mejillas, sin fin alguno.

Se sentía estúpido.

Estúpido por ponerse así sabiendo que él y Sunoo no eran nada más que amigos.

Su pecho ardía, al igual que sus ojos.

Los sollozos no dejaban de salir de su boca.

Trataba de callarlos con sus manos, pero era inútil.

𝐑𝐎𝐎𝐌𝐈𝐄𝐒 - sunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora