𝐑𝐎𝐎𝐌𝐈𝐄𝐒 - sunki

𝐈.

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— Ahh, mierda... — susurró mientras daba vueltas por toda la habitación. — ¡Ni-Ki! ¿Dónde carajos está el cargador de mi celular? — preguntó el mayor casi en un grito.

Llevaba media hora buscando su cargador, con el 1% asomándose en la pantalla de su celular, pero este no aparecía por ningún lado. Ni siquiera recordaba haberlo movido de su lugar.

— Huh, ¿qué? ¿Por qué me preguntas a mí? Son tus cosas, tú deberías saber dónde las dejas. — respondió con desinterés.

— ¡Sé que tú lo tomaste y no lo volviste a dejar en su lugar! — exclamó enojado.

— ¡Yo no lo tomé, Sunoo! — gritó de vuelta el menor.

— No te creo. — dijo.

Ni-Ki rodó los ojos y suspiró.

— En serio, yo no lo tomé. No sé por qué mierda siempre me metes en tu cosas. — mencionó mirando a su mayor con el ceño fruncido. A este punto ya estaba molesto; según él, Sunoo siempre lo culpaba de todo.

La verdad, era normal que surgieran este tipo de discusiones, claro, no era como que se llevaran mal, ni mucho menos, sólo que, había veces en donde tenían diferencias, y problemas comunes de ser roomies.

— Mira, Ni-Ki, no... — no pudo terminar la frase porque fue interrumpido por el sonido de la puerta siendo tocada. — ¿Quién viene a esta hora? — mencionó confundido mientras se dirigía a abrir la puerta.

Al abrir la puerta, se encontró con la imagen de una chica con la cabeza gacha, mirando el suelo, y con una pequeña caja entre sus manos. Esta al ver que habían abierto la puerta, habló.

— H-hola, ¿se encuentra Ni-Ki? — preguntó la chica con notable nerviosismo.

Sunoo a penas la escuchó, supo a qué iba.

Rodó los ojos, y volteó donde estaba Ni-Ki.

— Nishimura, te buscan. — dijo abriendo un poco más la puerta dejando ver a la chica.

Ni-Ki al verla se paró de la cama con una gran sonrisa y se dirigió donde ella.

— Oh, Hikaru, hola. — salió de la habitación para ir junto con la más baja, cerrando la puerta detrás de él.

Sunoo rodó los ojos por segunda vez y decidió seguir buscando el cargador de su celular. Estaba seguro que el menor lo había tomado.

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Ni-Ki entró a la habitación con una gran sonrisa dibujada en su rostro, tarareando una canción de forma inaudible. 

— Hola, Sunoo. — saludó con una sonrisa al mayor, quien se encontraba sentado en su escritorio, quizás estudiando.

El nombrado volteó a mirarlo, lo saludó con una sonrisa de vuelta y siguió revisando su cuaderno, pero unos minutos después volvió a hablar.

— Veo que estás feliz eh, ¿estabas con esa chica verdad? — preguntó el mayor, pero no recibió una respuesta a cambio, puesto que el menor estaba bastante feliz leyendo una carta que estaba junto a una caja de regalo, suponía que era de esa chica, así que habló de nuevo. — Ah, ¿por qué te trae tantos regalos? — volvió a preguntar, otra vez sin obtener una respuesta. Por alguna razón le molestaba, pero no sabía cuál era. — ¿Es tu novia, o algo así? — preguntó por tercera vez, haciendo que el menor se volteara a mirarlo por fin.

Ni-Ki se dio cuenta del tono con el que hablaba, y como su ceño se fruncía.

Lo miró confundido. — ¿Por qué pareciera como si le molestara Hikaru? — pensó.

— Ah, ¿por qué tantas preguntas? — preguntó extrañado por todas las preguntas que le hacía su mayor. — Sí, estaba con ella; supongo que le gusta darme regalos, no le veo lo malo, y... sí, es mi novia. — sonrió al decir lo último.

— Oh... que bien, me alegro. — mintió.

Ni-Ki sólo se limitó a sonreír.

— Gracias, Sunoo. — agradeció mientras dejaba la caja de regalo en su mesa de noche.

Sunoo frunció el ceño, no respondió y salió de la habitación para tomar un poco de aire.

¿Qué había sido eso? ¿De verdad se había molestado?

Incluso a él le parecía raro, y sobre todo, ridículo; no tenía ninguna razón para enojarse, menos porque el menor tenía novia.

Decidió ignorar esos pensamientos repentinos, y se obligó a sí mismo a estar feliz por Ni-Ki.