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Sarah
Creo que la última vez que mi cuerpo se había paralizado en mente y alma, al mismo tiempo, había sido hace tres años, cuando me enteraba de la enfermedad de mi madre.
Era demasiado chica para entender aquel concepto tan grande. Sin embargo, aquí estaba.
Paralizada de la misma forma, pero por tener a mi padre en frente mío.
¿Que debía hacer? o ¿que debería sentir?
Es como si el universo se hubiera frenado ante aquel shock.

-¿hey?- exclamó aquel joven mientras mi nube de pensamientos se esfumaba.

-¿todo en orden?- pregunto aquella chica con su ceño fruncido. Yo sacudí mi cabeza para despejar mis ideas y volver a tierra.

-sí, lo siento- dije avergonzada- ¿eres Luke Morrow cierto?- pregunte levantando mi mirada hacia aquel joven alto. El confundido asintió.

-¡creo que ya se quien eres!- exclamó. Yo volví a paralizarme. -¿te enviaron del grupo de niñas exploradoras por la donación del mes?- soltó.
Yo negué al instante y eso los confundió más, a ambos.

-necesito hablar contigo, en privado- dije. Aquella chica noto que solo buscaba de él y asintió. Solo le hizo una mueca de sonrisa a Luke y se adentro en aquella hermosa casa, que desde la puerta podía ver lo bonita que era por dentro.

Cuando aquella joven pelo oscuro cerró la puerta vi que Luke se acercó unos pasos a mi.
Me sentía demasiado nerviosa y mi cuerpo tenía niveles de ansiedad que nunca había tenido. Solo pensaba en irme, como siempre. Escapar.

-¿en que puedo ayudarte pequeña?- pregunto mientras se sentaba en los escalones que había en la entrada. Eran tres.
Imite su acción y mientras el se sentaba en el tercer escalón, yo lo hice en el primero.
Opte por quedarme en silencio y miré mis manos tratando de que una maldita oración se formará en mi mente.

-bien, esto es algo confuso- soltó el en respuesta a mi silencio- ¿eres nueva en el vecindario?- volvió a hacer otra pregunta. Yo respire hondo y negué tragando saliva.

-Ana- solté sin quitar mi mirada del suelo. Note que estaba esperando que dijera algo más pero se lo veía demasiado confundido- Ana Collens, es mi madre- esta vez lo mire fijo. Y pude ver como aquel nombre resonó en su mente. Porque sabía perfectamente cuál era.

Dudo unos cuantos segundos en silencio y luego me miro nuevamente para encontrarse con mis ojos casi cristalizados.

-¿Ana?- pregunto.

-ella me envió aqui- respondí.
No sabia si decir el porque de nuestro encuentro porque en su cara notaba que ya había entendido todo. Creo que debía guardar, por ahora, las explicaciones.

-no lo entiendo- susurro mirando hacia la nada- ¿que clase de broma es esta?- pregunto riendo sarcásticamente. Solo esquive su mirada porque comencé a sentir malestar en mi cuerpo. La ansiedad desde que salí de casa estaba limitándome.

-yo también hubiera deseado que todo esto fuera una broma- dije a lo bajo pero el me escucho. Sentí su mirada.

-¿que edad tienes?- pregunto.

-quince- respondí.
En su mente hizo los cálculos y al parecer todo indicaba lo que ni él ni yo queríamos aceptar- ¿estuvieron juntos?- pregunte directa. Escuche su suspiro y vi que abrazo sus rodillas mientras miraba hacia el frente.

-sólo dos meses- dijo el- nos conocimos en el vecindario, pero luego me mude para ingresar al servicio- agrego- nunca volvimos a tener comunicación.

-¿intentaron buscarse?- pregunte. El nego.

-eramos demasiado jóvenes, en ese tiempo, buscabas cualquier cosa con tal de distraerte- dijo- no entiendo porque lo oculto- dijo frustrado.

-solo ella sabe porque- respondí. El me miro y soltó una risa algo sarcástica. Y me molesto.

¿Soy hija de Luke Morrow?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora