2.

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Sarah
Esa misma noche tampoco me importo comer, solo me concentre en armar mi mochila como si me fuera por algunos días. Llevando lo más indispensable. Pero ni siquiera sabiendo a hacia dónde estaba yendo.
Recorte aquella dirección que mi madre me había dejado escrita y la guarde en el bolsillo pequeño de aquella mochila. Junto con mis documentos y el poco de dinero que tenia ahorrado.
Ya había intentado salir de la casa tres veces, pero las dudas y la angustia me frenaban en la entrada haciéndome retroceder hacia aquel sofá a sobrepensar si lo que estaba haciendo era lo correcto. Pero era lo que mi madre hubiera querido, se lo debía creo yo.
Tome el coraje y siendo las casi cinco de la madrugada llegué a aquella estación de buses.
Me esperaba una ruta desde Phoenix hacia Los Ángeles que duraba cinco horas. Pero ni las note al ver que cuando abrí mis ojos ya casi faltan minutos para llegar.
En ese bus había descansado lo que no pude en dos semanas.
Sentía mis ojos pesados, como si estuviera enferma.
Comencé a ver la ciudad y mi estómago comenzó a doler, no se si de los nervios, ansiedad o porque no comía para nada bien. Ni siquiera comía.

-¡señores pasajeros, esta es nuestra última parada "Los Angeles", bienvenidos!- exclamo el chófer por aquel micrófono.

Las demás personas comenzaron a levantarse de sus lugares y a descender por la puerta.
Los imite y baje de aquel bus.

Aquella estación estaba repleta de personas. Yo solo miraba paralizada todo mi alrededor como si nunca hubiera estado en una ciudad. Me sentía demasiado tensa como para hablar con alguien, y a la vez demasiado asustada.

Vi a lo lejos un taxi vacío y supe que era mi salvación.
Me subí y le marque a aquel conductor la dirección del papel.
Al principio note tu ceño fruncido. Como si le hubiera pedido que me llevara a la cárcel.

El viaje en el taxi comenzó a hacerse largo, y a la vez raro. Ya no se veía tanta ciudad y vecindarios.

-disculpe- solté con toda la ansiedad encima- ¿falta mucho para llegar?- pregunte. Note su mirada sobre el espejo retrovisor y vi como sus cejas se alzaron.

-casi cinco minutos, ya sabes las bases militares nunca están cerca de la ciudad- respondió.

Mi mente se freno cuando escuche las palabras "bases militares" salir de su boca.
¿Hacia donde me estaba llevando este hombre?

-perdon pero ¿de que bases militares me esta hablando?- insistí.

-la dirección que me dio señorita- respondió perdiendo la paciencia.

-pero no vengo a ninguna base militar yo, se ha equivocado- respondí volviendo a mirar aquel papel.

-pues la equivocada es usted, mire el cartel- soltó frenando en frente de aquella famosa base militar.
El letrero de numeración era el mismo que tenía escrito yo en aquel papel.
Quizás aquel hombre no estaba tan equivocado.

-pero.. no entiendo- susurre mirando los alrededores militares en los que me encontraba.

-serian treinta y cinco dólares señorita- interrumpió aquel chófer.
Rodee mis ojos y le di cuarenta dólares de los cien que tenia en mi mochila.

-quédese con el cambio- solté bajando de aquel auto algo molesta por su actitud. Si aquel hombre supiera que estaba en una ciudad que no conocía, sin nadie y escapándome de los servicios sociales creo que hubiera sido más amable conmigo.

Busque con mi mirada alguna persona en aquel inmenso lugar pero no había nadie.
Solo una casilla de guarda vacía.

Me acerque y espere algunos minutos cuando un guardia de adentro del campo salió y camino seriamente hacia mi.

-buenos días, ¿se le ofrece algo?- me pregunto bruscamente.

-me enviaron a esta dirección- le entregue el papel y el frunció el ceño- busco a una persona- agregue.

¿Soy hija de Luke Morrow?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora