Capítulo 7

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Por primera vez desde que fue atrapado en el bosque soñó algo diferente, aunque siguió siendo una pesadilla

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Por primera vez desde que fue atrapado en el bosque soñó algo diferente, aunque siguió siendo una pesadilla. Nadie estaba muerto, excepto él, que tenía clavada una espada en el pecho.

Mientras la sangre salía de su boca fue tomado por Hadria, quien le sonrío. Ver sus ojos azules, de nuevo, tan de cerca, le aceleró el corazón.

«Quiero despertar. Quiero despertar». Pataleó. «Es un sueño. No es real». Sintió el cuello caliente. Le ardía. Le quemaba. Intentó moverse sin lograrlo, sus piernas y sus brazos estaban entumecidos, y su vista se tornó negra. Todo su alrededor se oscureció.

Abrió los ojos de golpe. Harry estaba frente a él.

Era de día y la cueva olía a pescado.

—¿Tuviste una pesadilla?—preguntó el alfa.—¿En qué te puedo ayudar?

Louis se talló los ojos y olfateó la madriguera. Había una gran cantidad de pescado frente a él.

—¿De dónde salió todo esto?—evadió la pregunta.

—Los traje mientras dormías.

El omega estiró los brazos.

—No tengo hambre. Me siento cansado a pesar de todas las horas que dormí.—giró la cabeza hacia afuera.

Era un día soleado.

Ha decir verdad no tenía ganas de hablar. Nunca fue una persona mañanera y no lo sería. Por eso se quedó en silencio, observando el césped y el pequeño río frente a ellos. Había una pila de leña quemada fuera de la cueva.

Harry no lo presionó para que dijera algo.

—Hice una fogata hace unas horas. El pescado está bien cocinado. Come algo.

Louis volteó a ver la comida en el suelo.

—No tenías por qué tomarte la molestia. Sabes que puedo comerlos crudos.

—Una variación de sabor no está mal. Además, les quité las espinas para que no tengas que hacerlo tú.

—Lucen bien—acarició su estómago.—Dijiste que llegaríamos hoy, pero atardecerá pronto. No llegaremos hoy ¿verdad?—Iba a decir algo más, pero se percató de que Harry tenía el cabello mojado. Las gotas de agua caían sobre su ropa sucia.—¿Qué pasa con ese cabello?—arqueó las cejas.

—Me bañé en el lago.—contestó algo tímido.—Hace meses que no lo hacía.

Louis tomó su mochila y sacó ropa de ahí dentro.

—Ponte esto—Le entregó un cambio de ropa—.Es la talla de mi padre, así que te quedará. Úsala y guarda lo que estás vistiendo. Tu camisa está sucia y tus pantalones tienen huecos.

—Pero, ¿qué usarás tú?

—Soy muy grande para caber en esas prendas.—se encogió de hombros.

Salta, LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora