—Breena despierta.Me sacude el brazo. Al abrir los ojos veo a Zeke preocupado. Inmediatamente mis mirada va de un lado a otro buscando a una única persona.
—No sé dónde está, dijo que volvería en un rato pero no a vuelto—dice como si pudiera leerme el pensamiento.
Me pongo de pie de un salto pero me mareo y tengo que apoyarme en el hombro de Zeke para no caer. Qué extraño. Nunca me había pasado eso. Pero aún así me reincorporo y comienzo a buscar a Dedrick. Aparece corriendo tras unos arbustos. Me voy a lanzar a él para rodearle con los brazos pero me detiene. Sujeta mi mano y agarra a Zeke del brazo.
—¡Corred!—exclama sin parar.
Tras correr unos cuantos metros nos detenemos. Me doblo un poco y apoyo mis manos sobre mis rodillas intentando recuperar el aliento. Se ríe abiertamente.
—¿Qué tal el correr por la mañana?— pregunta al ver cómo intento llenar de nuevo mis pulmones de aire.
—¿Por qué corríamos?
—Para alejarnos de los secuestradores y acercarnos al punto de encuentro con el carruaje.
—¿Carruaje? ¡Ya no vamos a tener que correr!
—¡Aleluya!—grita Zeke.
El cual me da un abrazo de oso.
—¿Tienes ganas de volver a casa?
El príncipe alemán toma mis manos aprovechando que Zeke ya ha disuelto su abrazo. Juega nerviosamente con mis manos.
—La verdadera pregunta es, ¿te pasa algo?
Veo como se le tensa la mandíbula.
—Prométeme que te subirás al carruaje, pase lo que pase.
No voy a negar que me ha extrañado el rumbo que ha tomado la conversación.
—¿Eh?
Cuántas normas de modales habré roto ya.
—Prométemelo.
Me lo suplica con los ojos.
—Yo...—me mira severamente— te lo prometo.
Se relaja visiblemente. ¿A qué viene eso? ¿Por qué le tengo que prometer subirme al carruaje? Oh no, ¿qué va a hacer? No seas paranoica. Tu tienes las mismas ganas que yo de perder a Dedrick. Quizá porque somos la misma persona. Eres insoportable.
—Pero, ¿por qué te tengo que prome...—me calla con un beso.
Debería decirle que me deje hablar, pero es que así es imposible enfadarme.
—¿Sabes?, ojalá Ben estuviera vivo, te habrías llevado bien con él.
—¿Ben?
—Mi hermano— explico.
Me rodea los hombros con un brazo en forma de consuelo.
***
—Eres muy viejo para saltar tanto—bromeo.—Y tu muy joven para casarte.
—Vale consejero.
—Vale mi reina.
Llevamos unas tres horas esperando al carruaje. Dedrick ha vuelto a desaparecer. ¿Dónde estará? No puedo negar que me inquieta que no esté aquí. Zeke está ocupado intentando llegar a las ramas más altas del manzano. Mientras, yo me he sentado a la sombra de un árbol.
—Yo te doy manzanas—se queja.
—Y yo te doy conversación
Se queda pensativo pero finalmente asiente satisfecho con el trato.
—¿Tú crees que hay ángeles y demonios?
La pregunta me pilla por sorpresa.
—¿Cómo dices?
—Mi madre solía decir que había ángeles y demonios qué te susurraban lo que debías hacer.
¿Tú eres un ángel o un demonio? No digas tonterías, soy tu conciencia, tu pensamiento.
—Pues, no sé Zeke—admito—por cierto, ¿cómo está la duquesa?
Sí, él era el hijo de los duques.
—Bien, algo cansada de Maya, pero es lo que hay.
Maya era su hermana mayor, hacía unos años que había renunciado a su título y se había ido a vivir con un carpintero.
Su madre le odiaba, y podía entender el por qué, no trataba mal a Maya, ni nada por el estilo, pero siempre la había consentido hacer cosas que o eran malas para la salud o que sus padres detestaban, por ejemplo fumar, tatuarse o beber más de la cuenta.
Mas a pesar de eso siempre la daban nuevas oportunidades, no se si era por su paciencia infinita o por su bondad, pero siempre la perdonaban todo lo que hiciese. De pequeña siempre me decían que no me acercara mucho a ella, pero no me afectaba mucho porque yo prefería ir con Zeke.Oigo unos caballos. Zeke parece haberlo oído también. Junto a nosotros para un carruaje.
—Breena Green, Ezequiel y Dedrick Horgave—anuncia un hombre de baja estatura y rasgos afilados.
No me da confianza.
—Dedrick...—empieza Zeke pero una voz lo interrumpe.
—¡Zeke, Breena, subid al carruaje!
—¿Dedrick?
—¡¿Recuerdas tu promesa?¡
Tres hombres corren tras el. Mis piernas se dirigen en su dirección pero antes de que pueda empezar a ir hacia él, Zeke me sujeta con los dos brazos. Pataleo como una niña pequeña.
—¡Dedrick!
Grito desesperada.
—¡Maldita sea!
Golpeo a Zeke pero no sirve de nada. Finalmente Zeke me mete dentro del carruaje.
—¡No!
Por la ventana veo como le hace una señal al conductor para que se mueva.
—¡Zeke suéltame!, ¡no le podemos dejar ahí!
Las lágrimas me recorren las mejillas.
—¡No se puede quedar solo!
—Lo siento—él llora también.
—¡Le van a matar o peor, le van a torturar!
Agacha la cabeza.
—¿¡ES QUE NO LO ENTIENDES!?
—Yo solo sigo sus órdenes.
Él sabía que esto iba a pasar, por eso me había hecho prometerle que me iba a subir al carruaje pasara lo que pasase. Su agarre se afloja y caído rendida al suelo. Él se sienta junto a mi apoyando la espalda en el asiento.Me siento como él y apoyo mi cabeza sobre su hombro, en pocos minutos me quedo dormida, mi cuerpo no puede soportar con tanto dolor.
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Un trono de tormento y susurros
Teen FictionBreena es una chica que tras la muerte de su hermano queda heredera al trono, nunca pensó que fuera tan difícil ser reina. Junto a Dedrick, el príncipe con el que debe casarse, recorre un largo camino de tormento y susurros. Ella está rota y él es l...