—Zeke, ¿a dónde se lo han llevado?Le sacudo por los hombros.
—A sido tu...
—¡¿Mi padre?!
—No.
Lleva ya media hora sin dar respuestas coherentes.
—¡Zeke, aclárate!
Estoy empezando a perder la paciencia.
—No debería...
No me quedo para escuchar que está diciendo.
Debería haber hielo en el congelador, efectivamente, hay una cubitera llena.
Cojo unos cuantos cubos y los pongo entre un trapo.
Se lo ofrezco a Zeke que sigue pensativo en el sofá del salón.
—Toma esto, te calmará el dolor del golpe—digo señalando su mandíbula aún enrojecida.
—Gracias.
Me siento a su lado.
Apoyo la mano sobre su rodilla.
—Zeke, tienes que decirme que ha pasado.
—Él no querría que...
Niega con la cabeza frenéticamente llevando se las manos al pelo.
Le sujeto las muñecas.
—Vale, para, no pasa nada, no me digas nada, deja ya de atormentarte.
¿Cómo puede estar tan nervioso?
Ni siquiera yo que se donde está Dedrick lo estoy.
Llaman al timbre de la entrada.
Zeke hace ademán de levantarse pero yo lo retengo.
Voy directa a abrir la puerta.
Veo tres figuras ante mi, Dedrick en el centro es ayudado por Adley y Eloísa.
Está muy débil.
Me pongo a un lado del pasillo para que puedan pasar.
Intento decir algo pero no me salen las palabras.
Le colocan en el otro sofá.
Ahora puedo ver claramente una mancha roja en su camisa.
Adley se la levanta con cuidado.
Bajo su costilla asoma un corte que me parece muy profundo.
—Nos va a hacer falta dar puntos, pero primero hay que limpiarlo—dice Eloísa—puede que te duela un poco.
Noto un destello de preocupación en su mirada.
Eloísa trae algo para limpiar la herida.
Dedrick observa todo sin decir nada.
Su mandíbula se va tensando y aprieta los dientes.
Frunce el ceño en el momento que el palo toca su piel.
No puedo evitarlo, me pongo de rodillas a su lado y sujeto una de sus manos entre las mías.
—Eh, eh, eh, tranquilo, no pasa nada, ya casi está—susurro intentando darle fuerzas.
No esperaba que su reacción fuera tan inmediata, sonríe.
No me puedo creer que sonría, parece que duele mucho.
—¿Por qué sonríes?
—Porque te quiero.
—Oh, cállate, podrías haber muerto.
—¿Irme estando enfadados y dejarte sola con Zeke?
El aludido nos mira fingiendo una sonrisa aunque está tan preocupado como quien pierde algo importante.
—¿Qué tengo yo de malo?—dice Zeke señalándose.
—Nada, mi fiel consejero.
—Gracias mi reina.
Creo que Dedrick sigue sin saber la razón por la que nos llamamos así, pero aún así intenta entender nuestras conversaciones.
Eloísa le echa algo en la herida a lo que el príncipe alemán suelta un alarido.
Cierra los ojos con fuerza y su mandíbula se tensa mucho más.
—Breen...
Aprieto levemente la mano de mi prometido.
—Estoy aquí, estoy contigo—aseguro.
Suelta otro grito más ahogado que el anterior.
Puede que esta vez de haberlo pensado más lo habría evitado pero suelto su mano y coloco las mías sobre sus mejillas depositando un beso entre sus labios.
—Shhh—susurro—está bien, no pasa nada.
Miro a Eloísa con intranquilidad, me dirige una sonrisa cálida.
—Ya está, solo lo tengo que vendar y después a descansar.
Tras terminar, Eloísa recoge lo que ha utilizado y desaparece por la puerta, Adley le hace un gesto a su primo que él entiende perfectamente pero yo no, lo único que sé es que se va, Zeke el único que queda presente en la sala aparte de Dedrick y yo, se pone de pie.
—Os dejo que habléis.
Abandona la habitación.
Pasan unos segundos de silencio.
—Al fin has vuelto a besarme.
Mira el techo y sonríe.
—Ha sido para que te olvidaras del dolor—explico dándole la espalda.
No puedo dejar ver que tengo las mejillas encendidas.
—Pues ha funcionado de maravilla, en ese instante solo existías tu.
Noto como el corazón me golpea el pecho con fuerza.
Me sonrojo aún más.
—Adley me dijo que me estabas buscando, ¿por qué?
Eso es, cambia de tema.
No responde directamente, la forma en la que he cambiado la conversación le ha pillado por sorpresa.
—Quería contártelo, siento no haber hablado contigo sobre ello antes, estás en tu derecho de saberlo.
Asiento centrándome en escuchar cada una de sus palabras.
—Me he encontrado con Nick.
Eso sí que no me lo esperaba.
Parpadeo perpleja.
—¿Nick?¿el conde con el que me prometió mi padre?
—Ese.
Una oleada de rabia me recorre entera, no es posible que esa persona siga molestándonos, le dejé bien claro que no quería nada con él.
—¿Qué quería?
—Nada.
Si había algo, pero él no quería contármelo.
—Cuéntamelo, por favor.
—Te quería a ti.
En el fondo me esperaba esa respuesta, pero oírla verbalizada me hacía sentirle más cerca, acechando cada uno de mis movimientos, mis rutinas y a las personas con las que vivo, que de alguna manera, aunque no sean de mi sangre, son mi familia.
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Un trono de tormento y susurros
Teen FictionBreena es una chica que tras la muerte de su hermano queda heredera al trono, nunca pensó que fuera tan difícil ser reina. Junto a Dedrick, el príncipe con el que debe casarse, recorre un largo camino de tormento y susurros. Ella está rota y él es l...