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Llaman a la puerta. Frunzo el ceño. Quiero seguir durmiendo. Vuelven a llamar. Bostezo. Al abrir los ojos me topo con la cara del príncipe alemán. Está apoyado de lado con la cabeza sobre su mano. Sonríe.

—Buenos días—susurra.

Acto seguido me besa. Vuelven a llamar a la puerta.

—Zeke está llamando a la puerta.

Se separa un poco.

—Pues que se espere.

Niego con la cabeza. Me pongo una camiseta más decente que la que he usado a modo de pijama. Abro la puerta.

—¿Interrumpo algo?

—Solo mi sueño—digo frotándome un ojo.

—Discúlpame mi reina—dice dramáticamente—yo también quiero compañía.

—No pasa nada mi fiel consejero, vamos a desayunar.

Sonrío divertida. Dedrick nos mira sin comprender pero se limita a seguirnos.

—Luego voy a dar una vuelta por el pueblo.

Dedrick le da un codazo a Zeke disimuladamente.

—¡Voy contigo!—exclama de inmediato.

—Dedrick, ¿tu no vienes?

Niega.

—Tengo que hacer un recado.

Me da la impresión de que él y Zeke vuelven a tramar algo. ¿Por qué siempre traman algo? Tengo que buscarme una amiga. Eso es. Lo primero que tengo que hacer es conocer los lugares y a la gente del pueblo. Llegamos al piso de abajo. No sé muy bien qué hacer. En casa solía sentarme y esperar pero dudo mucho que sea así. Dedrick al vernos sin saber qué hacer se ríe.

—Sentaros—señala las sillas— Eloísa

¿Eloísa?¿Eso que noto son celos? No. Ya claro. Que no.

—Estoy aquí señor.

Oírle llamarle señor me relaja más de lo que debería. Una chica de piel pálida aparece por la puerta de la cocina.

—Eloísa y su pareja trabajan aquí—explica.

Pasa mucho tiempo aquí, y tiene pareja. Ya sé quien va a ser mi amiga.

—Cariño,¿qué quieres para desayunar?—dice el príncipe alemán.

¡Qué mono!

—¿Me has llamado cariño?

—No, te he llamado arándano.

Ya lo ha estropeado. Pongo los ojos en blanco.

—Dejaos de tonterías, ¿qué opciones tengo para desayunar?—pregunta Zeke.

Otro igual.

—Para celebrar vuestra llegada puedo preparar tortitas.

A Zeke se le ilumina la mirada.

—¿Te apetece?—pregunta Dedrick apoyando la barbilla sobre mi hombro.

Asiento. Me besa detrás de la oreja. Un escalofrío me recorre. Se ríe suavemente ante mi reacción. Zeke se acerca y empuja a Dedrick separándolo de mi. Me rodea con un brazo y mira mal a mi prometido.

—Me gustaba que tu no estuvieras, yo era su niño querido, no tenía que compartirla—bromea con tono lastimero.

Sacudo la cabeza.

—Asúmelo, ella es mía.

—No gracias, como sigáis así, vuelvo a mi antigua casa—bromeo yo también.

Un trono de tormento y susurros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora