Hoy estaban los dos muy raros.—¿Qué tramáis?
Entrecierro los ojos. Estamos desayunando, si es que se puede llamar desayuno, consiste en una barra de pan y un poco de agua. Me giro a Dedrick que está comiendo tranquilamente.
—¿Puedes dejar de mirarme fijamente?
Dedrick iba a ser un objetivo difícil. Me doy la vuelta hacia Zeke.
—Yo...—empieza.
Pero no consigue terminar la frase porque Dedrick le tapa la boca con la mano. No me lo van a decir. Pues tendré que inventarme yo también un secreto para contárselo a cambio de que me cuenten el suyo. Qué madura. Pensándolo bien, puede que Dedrick no sea un objetivo tan difícil. Me acerco a este y le abrazo. Su mirada se vuelve más suave. Está funcionando.
Me acerco y le doy un piquito.—Buen intento, pero no te lo voy a decir.
Me voy enfadada al otro lado de la celda. ¿Qué puede ser? La curiosidad me carcome. Busco en mi mente cualquier cosa que pueda revelarme lo que traman pero no encuentro nada. Antes de que pueda volver a preguntar, la mujer que viene siempre a buscarme aparece por la puerta.
—Breena
Me pongo de pie y me apresuro a terminarme el pan que me queda. En estos últimos días me he dado cuenta de que si haces lo que te dicen obtienes pequeñas recompensas. Sigo a la mujer por el pasillo, esta vez vamos a otro sitio. Me hace subirme a un vehículo en el que hay otras tres chicas más o menos de mi edad, parecen otras prisioneras, me da todo muy mala espina, sobre todo cuando veo que una de ellas, la más pequeña está llorando, pero sin hacer ruido. Ninguna de las otras dos intenta consolarla, así que me acerco a ella.
—Hola, ¿estás bien?—susurro para que la chica que va conduciendo, es la misma que me ha traído, no nos oiga. Niega con la cabeza.
—M-mi hermana, se la llevaron un ayer —se sorbe la nariz—y no la he vuelto a ver.
Paso un brazo por sus hombros en un intento de consolarla.
—Se lo que es.
Se me queda mirando, pero no dice nada.
—¿Sabes a dónde nos llevan?
Niega de nuevo. Me asomo por la ventana pero no logro ver nada, están pintadas de negro. Una hora después, aproximadamente, el vehículo se para. Nos ponen unas esposas a cada una y nos atan a una cuerda. Un hombre agarra uno de los extremos de la cuerda y nos guía. Hay mucha gente, todos no ven, sin embargo, nadie intenta ayudarnos. A nadie parece llamarle la atención que nos lleven atadas. Llegamos a una especie de mercadillo y nos colocan en un puesto. Espera un momento, ¡nos quieren vender! Intento escapar pero la cuerda me lo impide. Grito de desesperación, pero solo consigo un golpe en la garganta. Toso intentando recuperar el aire. Me giro hacia la chica que antes estaba llorando. Parece igual de preocupada que yo. Ella no intenta huir, a saber cuantos golpes se ha llevado por intentarlo. La chica que me había sacado de mi celda viene y nos coloca.
No sé cuánto tiempo llevo aquí. Algunas mujeres me miran con desprecio, los niños extrañados y más de un anciano ha comentado que estoy en los huesos, pero ninguno me mira con pena o con sorpresa.
Un hombre bastante más mayor que nosotras se acerca y se queda mirando a la chica a la que antes había intentado consolar, que todavía no me ha dicho su nombre.—Qué belleza.
Le miro con desprecio. Está hablando de una persona no de un objeto ni de una animal. Descarado. El hombre se acerca más para revisar su cara. Veo como la muchacha cierra los ojos y dos lágrimas le recorren la cara. No puedo contenerme.
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Un trono de tormento y susurros
أدب المراهقينBreena es una chica que tras la muerte de su hermano queda heredera al trono, nunca pensó que fuera tan difícil ser reina. Junto a Dedrick, el príncipe con el que debe casarse, recorre un largo camino de tormento y susurros. Ella está rota y él es l...