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- deja de burlarte.

Valeria no para, ya pasaron dos días y cada que me ve me da una batella de agua y se ríe un poco de mi "no te desmayes esta vez".

No le dicho lo demás que sucedió.
Lo que tiene que ver con ellos dos.
No se lo he dicho a nadie.
Debería?

Val esta apuntó de salir, regresará a la biblioteca, solo a vino a molestar y a ponerse su pijama.

Están por dar las ocho de la noche.
Terminé de darme una ducha y estoy indecisa frente a dos cambios de ropa, ya que escoger ropa para salir con dos adultos desconocidos no me deja clara una idea de que escoger.

Siendo honestos, estoy planeando huir de esta situación, así como lo hago con todas cuando me incomodan, le dije que si a aquella pareja solo como agradecimiento por rescatarme aquel día, me siento comprometida a ser amable.

Termine por escoger ropa simple enfocandome más en estar comoda, mi cabello estaba un poco ondulado puesto que se seco naturalmente, y el perfume que me puse es tan suave que cualquiera se daría cuenta que es fragancia para bebés, pero me gusta que sea así.

Por un momento me sentí tan pequeña que me dio miedo salir al exterior, por lo que miraba por la ventana de mi habitación con incertidumbre. Qué tan ridícula me veré si llevo mi peluche? escondido en mi mochila, obviamente.

Y me encuentro de nuevo con el dilema que tengo diario antes de ir a la escuela. Llevarlo o no?

La respuesta es sencilla, se que si lo llevo voy a querer sacarlo en algún momento y aferrarlo a mi cuerpo, necesitada de la protección que me hace sentir. Así que no, no debo llevarlo.

El sonido de mi teléfono interrumpe el momento complicado que me ponía seguido.

- si?
- estamos abajo.

La voz de un hombre contestado hace que mi pulso se acelere, caigo en cuenta de que no revise el remitente de la llamada, pero me asusta más no tener el número registrado.

- qui..quien habla?

- amor! suenas igual que un secuestrador!
- querías que hablara rápido Mía!
- pero no con ese tono!

Reconocer aquel regaño y reconocer el nombre de la mujer fue suficiente para que el oxígeno volviera a mis pulmones, pero no estaba lo suficientemente consciente de lo que sucedía así que por mero instinto colge la llamada y salí rápido de la habitación para llegar a ellos.

Supuse que tendrían prisa o algo similar por lo que me apresure a llegar frente a la entrada de departamentos de mi campus.

Vi aquella única camioneta de color guinda estacionada ahí, y entonces la vi a ella desde la ventana saludandome eufórica, mi cuerpo sintió los latidos velozes de mi pecho hasta ese momento.

Qué estaba haciendo?

Hipotéticamente, estoy apuntó de subir e ir a cenar con dos personas las cuales no se nada tan personal como para subirme a su auto. Pero, en cualquier caso, ya es la segunda vez que lo haría, y está vez se supone, voy consciente.

Así que cuando entro al auto y saludo con voz baja a los dos, dejando claro que no quiero iniciar algún tema de conversación, el olor del auto es lo primero que percibo. Y es por una pequeña y simple razón. Mi estómago y mi cerebro siempre se ponen de acuerdo en arruinar la armonía de cualquier viaje que dure más de veinte minutos.

Por qué soy ese tipo de personas, las que quieren vaciar su estómago solo por el movimiento continuo del transporte en el que este.

El olor del auto ni siquiera es tan notable, es normal y limpio, sólo soy yo y mi cerebro que quiere arruinar todo.

Miro la ventana a mi lado y la necesidad de bajar el cristal me inunda, necesito aire antes de que manche este asiento y aquellas dos personas frente a mi me sigan viendo hacer el ridículo.

- tienes frío, nena?

La voz de la mujer me distrae un segundo.

- vienes tan abrigada.. y estas un poco pálida, comiste hoy?

Me quedo callada por un segundo, sin saber ni querer responderle.

- yo solo.. quiciera saber dónde iremos a cenar, tengo algo de tarea que hacer y me gustaría poder terminarla hoy

Qué tan grosera me escuche? porque creo que demasiado, ya que el silencio que obtuve como respuesta me hizo sentir culpable.

- amor, deberíamos ir a un lugar cerca
- claro

Ninguno me contestó, lo que me hizo sentir mal de alguna manera, y entonces la acostumbrada culpa me invadió rápidamente.

- no quería sonar grosera.. lo siento

El auto dio un pequeño freno, yo agache la mirada rápidamente cuando vi como ambos giraron desde sus asientos para mirarme, algo asustados.

Mi vista borrosa iniquiriendo ya mi estado emocional junto a él pequeño mareo que estaba sufriendo, solo me hicieron ponerme más nerviosa aún.

Escuché la voz de la mujer decirme que no había sido nada grosera, que fue culpa de ellos por tener en cuenta mis pendientes, lo decía una y otra vez, pero yo, al parecer, una vez más estaba a nada de llorar frente a ellos.

El auto se detuvo completamente.

La puerta a mi lado se abrió y yo preferí no levantar la mirada ni aceptar la vergüenza de nuevo.

- no queríamos hacerte llorar - la escuché susurrar bajo.

- yo.. quiero salir del auto ya.. - solté en mi hipeo.

- deberíamos llevarla de regreso Mía, te dije que ella no quería esto

Ni siquiera se a que se refiere con exactitud, pero seguramente mal pensarían mi comentario de nuevo si no digo la verdad. Así que levante mi rostro y al instante mi mirada se unió con la de él.

- es que.. estoy mareada, no quiero ensuciar su auto..

- estas mareada? - insiste el, confundido.
- no llevamos ni diez minutos de camino, kayla - responde ella.

Me sentí regañada, me sentí pequeña, y no es el mejor momento para sentirme así.

Se que mis mejillas están rojas y se que mis ojos están brillosos.

Ya nada puede salir peor el día de hoy.

Kayla. Mis padres abdlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora