Sexy Demonio

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Todos los demonios se divierten creando el caos, y yo, soy uno de esos.

Capítulo 4 Sexy Demonio

Estoy sentado en unos de los grandes sillones que está justo en frente de donde termina la pasarela,  brindándome  la mejor puta visión de toda esta sala, además de que soy el único. En todo el lugar resuena una música que combina perfectamente con todo el escenario. Para este segundo show espero que no lleve esa vendita cinta que tapan sus ojos, tengo cierta curiosidad por ellos. Guio mis ojos azules persa a las cortinas que no tardan en desplazarse, sé perfectamente cuando abrirán; hasta lo puedo contar.

—Uno, dos y…

Esa tela carmín sede mostrándome a la jodida mujer más excitante que he visto. Observar cómo se desplaza por el escenario con esa gran seguridad la hace ver a otro nivel. Está vez su cabello sangre está suelto y ese pequeño traje de demonio que lleva me estimula fuertemente.

Veo como toma el tubo en sus manos llevándolas de arriba a abajo en reiteradas ocasiones y mi retorcida mente ya está ideando maneras de someterla a mí. Comienza su baile y me deleito con ello, cuando hace la pose de perito mientras balancea sus caderas no espero más, la detengo. Sé que si sigo así no me detendré hasta fallármela en el poco tiempo que me queda. Tomo su cintura alzándola posicionándola donde anteriormente estaba yo, me hinco soltándola, colocando mis manos en sus piernas subo lentamente por ellas deteniéndome al sentirla temblar y respirar con dificultad.

—Descuida cervatillo, yo no toco a las mujeres a la fuerza, ellas me ruegan  qué las tomé.

Levanto mi vista y la situó en sus labios estos tienen una sonrisa plasmada en ellos.

—¿Estás diciendo que te rogaré? Yo no le ruego ni a Dios, ese ya me abandono en este maldito infierno —dijo eso con una gran sonrisa.

No aguanto la risa, esta resuena por el lugar.

—¿Sabes?, me encanta destruir y someter a rebeldes como tú. Me divierte ver cómo dejan de creer en todo lo que conocían para hacer mi voluntad.

Mis manos toman vida propia y en segundos están retirando la cinta que tapa esos singulares ojos que tiene. Veo que no responde esta vez, creo que no era lo que esperaba.

—¡Yo no me rindo ante nadie! ¿Sabes por qué? —Apretó fuertemente sus manos—. Aceptar todo la malo que te sucede en la vida es un error, pero rendirse y dejar que te pisoteen a su gusto, eso sí es un pecado que no debemos comer.

Puedo ver en su cara señales de que cree que ganó, lastima no soy tan bueno para dejar que eso pase. La vida es un jugo macabro en el cual el rey siempre gana a toda costa.

Me levanto lentamente y quedó cara a cara con ella; mis labios a centímetro de los de los suyos.

—La vida es un gran circo y todo lo que nos rodea es un inmenso espectáculo, donde  los demonios se esconden en la oscuridad esperando su momento para salir a masacrar. Yo, soy el peor de ellos.

Dirijo mi boca a su delicado cuello y lo succiono haciendo una leve marca en su piel. Muerdo, chupo más cerca de su clavícula, sintiendo un leve gemido de su parte, apartó su cuello un poco para darme más accesibilidad. Me tienta la idea pero me detengo, no sin antes morder el óvulo de su oreja. Me levanto y le digo:

—Recuerda eso, no veremos en el último espectáculo y no lleves esa horrorosa cinta. Me encantan tus ojos Diabla.

—Di...Diabla —tartamudea intentando levantarse.

—Sí,  así te llamaré a partir de ahora —digo poniendo mis manos en mi cadera.

Veo como los guardias entran y me indican la salida. Tomando mi porte de altanería salgo por la puerta dejando a mi pequeña Diabla atrás. Solo saber que otros la pueden tocar me enfurece pero tengo que esperar hasta la tercera presentación. Camino por el extenso pasillo y me dirijo a la  oficina de Max, ese estúpido hombre que no sabe ni liderar un simple burdel. Entro si tocar y me siento en unos de los asientos frente a su buró.

—¿Qué te pareció? —preguntó un poco inquieto.

Su burdel se está yendo a la quiebra, solo mi inversión lo salvará. Sus manos tiemblan y su cara esta roja por retener tanto el aire para no parecer alterado. Verlo en el estado de nervios que se encuentra es, tan divertido, que debo contenerme para no reírme en su cara.

—El trato era: tres espectáculos. Después de eso decidiré.

Doy por terminada la conversación y salgo de allí, no me interesa seguir hablando  con él. Cuando llego a mi auto el mayordomo abre la puerta, subo a este y mis guardias entran a los de ellos. Miro una última vez el burdel dedicando un breve tiempo a detallarlo lentamente, es muy elegante tanto por fuera como por dentro, las estatuas de marfil blanco junto a la fuente tallada le dan un aire diferente e inusual. Dirijo mis ojos a la cima del burdel donde se encontraba el nombre del mismo, con letras en cursiva y rojo neón ponía: Cumple tus fantasías oscuras.  Sin duda alguna me divertiré haciendo lo que más me place hacer: jugar con todos,  ser el maldito dictador y divertirme cuando esto haya acabado, siendo yo, el único ganador. Bajo el cristal del auto y miro directamente la puerta principal.

—Adiós Diabla. —Vuelvo a subir la ventanilla y posiciono mis manos en los bolcillos de mi pantalón—. Vamos ya McEown.

Disculpen la demora

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Disculpen la demora. Y dígame qué piensan del principal.

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