Capítulo: 10 Segundo juego.

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¿Qué tiene de malo un poco de caos?

Hasley se encontraba nerviosa, parada delante de una gran puerta donde le había dejado el mayordomo, alegando de que éstas pronto se abrirían.  Caesar está tumbado en la pared a sentimientos de la puerta, hasta que decidió romper el silencio.
—Bienvenida a Lerna—mencionó este con una gran sonrisa plasmada en los labios.
Ella por su parte dio un pequeño salto en su lugar, aún con las manos entrelazadas.
—¿Qué es Lerna?—su cara no reflejaba nada, pero por dentro se moría por saber.
A Caesar no le importó su pregunta, la tomo de la mano, ingreso a la habitación sin esperar ni un segundo más. Era inmensa, estaba llena de luces neón, las paredes eran de Carmín y las cortinas elegantísimas
—Lerna es nuestro infierno compartido—abrio los brazos mirando al rededor, como si le estuviera mostrando el lugar, se acerca a su oído y le susurra: O mejor explicado, el pedacito de él. Que te mostraré hoy. Daba gracias, que Hasley no pudiera ver, por qué su cara era un puro poema de muerte y perversión en ese instante.

Tomándola de las manos de dijo:
—Pondre, las reglas en este juego—la  estába mirando directamente.
—En ésta habitación—echo una ojeada nuevamente a todo lo que le rodeaba—me  debes llamar amo o señor.
—La palabra de seguridad, para saber cuándo debo detenerme es  (basta). ¡cuidado con ella!, cuando la digas has perdido este juego.

La cara de Hasley era estoica, no podía creerse lo que estaba pasando. No era tan boba.
—¿Me estás proponiendo una relación amo, sumisa? —estaba con la boca desencajada.
—No—respondio tajante—Te estoy regalando tú libertad a cambio de que ganes mis putos juegos. Obtendrás lo que quieres, pero, solo si, nos divertimos ambos, ¡Fui suficientemente claro!—la miró esperando su respuesta.

—No me das muchas opciones—ésta vez, se le escuchaba más segura en cada palabra pero si mirabas sus manos, podrías ver sus dedos casi blancos de la presión que aplicaba en ellos.
Resonó una carcajada por toda la habitación. Y sintió como apretaban su cuello.

—¡Valla! no es como si en el lugar donde estabas, podías elegir como eran las cosas, lo que querías o lo que deseabas—¿Verdad? —seguia  sin apartar la mirada de ella, esperando ver aunque sea un ápice de debilidad, en ese rostro tallado por lo mismos ángeles. En vez de eso, solo encontró un inmenso muro de un silencio muy tentador y peligroso.

Miró por todo el alrededor, buscando cual de sus juguetes estrenaría con ella. Estaba deseoso y asta se podría decir emocionado de ver cómo reacionaría ante sus castigos.
Las luces neón estaban repartidas por toda la habitación, dando un contraste tan llamativo y perverso que se le podría llamar en su máxima expreción un lugar exclusivo, único.

Estaba nerviosa, no sabía cómo podría ganar este juego, si los juegos eran de relación amo sumisa. No tenía control en esa área, por primera vez desde que llegó sentía miedo y uno muy pesado para sus hombros. Caesar se acercó a ella, tomo sus manos y las ato con una cuerda roja.

—Es hora de comenzar el juego ¿no crees! —le pregunto divertido.
Ella solo asintió, dispuesta a lo que sea que vendría.

Sintió como la respiración de su acompañante se volvía pesada y de cómo los latidos de su propio corazón aumentaban a medida en que los dedos de Caesar tomaban los finos tirantes de su vestido para así lentamente bajarlos por sus hombros y finalmente sentir como la delgada tela caía por sus piernas llegando al suelo.

Ahora solo se encontraba en bragas, sus nervios salieron disparados como balas. Jamás se había sentido tan expuesta. Pero estaba decidida a ganar,  hasta que unas manos grandes tomaron su cadera, bajando lenta y tortuosamente hasta meterse debajo de sus bragas y apretar levemente sus glúteos, eso fue suficiente para que involuntariamente saliera un pequeño gemido de su boca.

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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